Piornal, el pueblo extremeño donde se sacuden el estrés "a nabazo limpio"

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19/01/2019 - 17:01
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Piornal (Cáceres), 19 ene (EFE).- Los vecinos de la localidad cacereña de Piornal son cada 19 y 20 de enero la envidia del resto del mundo, ya que en el pueblo más alto de Extremadura se pasan dos días arrojando nabos a diestro y siniestro -encima de forma legal- sobre Jarramplas, mítico personaje que es el epicentro de una de las fiestas más impactantes de España.

Con los termómetros muy próximos a los cero grados, Jarramplas ha realizado hoy su primera "salida", que ha sido seguida por cientos de personas, entre vecinos, turistas y periodistas, que se han acercado hasta Piornal para participar en esta fiesta invernal con las que los piornalegos rinden homenaje a San Sebastián.

"Jarramplas es una fiesta muy completa, única y diferente, ya que no existe algo parecido en ningún sitio", ha asegurado a Efe el alcalde Ernesto Agudiez.

No en vano, esta fiesta mezcla la descarga brutal de adrenalina con los nabos y la emoción pura de las alboradas y los actos religiosos, y lo que es más importante, está todo el pueblo implicado.

El primer edil no ha dudado en reconocer que la fiesta sirve a los vecinos "para luego marchar bien el resto del año, ya que todos los malos espíritus, por llamarlo de alguna manera, los echamos tirando nabos sin parar a Jarramplas, algo que, sin duda, nos ayuda a luchar contra el estrés".

En el otro lado de la fiesta, mucho más temerario, se encuentra Jarramplas, para algunos un ladrón de ganado y para otros un mártir o un guerrero cristiano.

Este año, y por primera vez, se han colocado el traje de cintas y se han metido bajo la máscara, un hombre y su hijo: Miguel Ángel Moreno y Adrián.

Minutos antes de hacer su primera salida, el joven Adrián, de 19 años, mostraba su "orgullo" y afirmaba no sentir miedo. "Respeto sí, pero miedo no", ha apuntado a Efe.

La fiesta en honor a San Sebastián ha comenzado a las ocho de la mañana con la petición de ofrendas para el santo.

Fiel a su cita, sobre las diez de la mañana de la víspera del día 20, Jarramplas ha pisado las calles de Piornal a los sones de su tambor.

Desde que ha puesto un pie en la calle, Jarramplas ha recibido una intensa lluvia de nabos -hay preparados más de 26.000 kilogramos traídos desde La Vera cacereña- sobre su cuerpo (protegido con una máscara y una armadura de fibra de carbono), a modo de "castigo" infligido por los vecinos.

La fiesta continuará por la tarde y mientras las mujeres preparan y visten al santo, el personaje volverá a hacer otra salida, donde volverá a recibir igual contestación por parte de los jóvenes y mayores del pueblo, es decir, lluvia de nabos como castigo.

Llegada la medianoche y una vez cantadas las "alborás" del santo, se cocinarán unas migas para todos los asistentes.

Los actos seguirán mañana con la celebración de la Misa Mayor, la procesión y el canto de las tradicionales "roscas", y ya por la tarde se producirá la última salida de Jarramplas.

Por Eduardo Palomo

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