Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Finlandia han anunciado su intención de retirarse de la Convención de Ottawa y volver a emplear minas antipersona “para defender sus territorios” ante la amenaza rusa.
En 2022, las bombas de racimo causaron heridas o muertes a al menos 1.172 personas en todo el mundo, con un 95 % de víctimas civiles, según el informe anual de la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC).