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Los lunares en los ojos, conocidos como nevus oculares, suelen ser inofensivos, pero no deben pasarse por alto. Un control regular con el oftalmólogo puede marcar la diferencia entre una simple mancha y un problema mayor.
La importancia de cuidar los lunares en los ojos
La salud ocular suele quedar en segundo plano para muchas personas. En general, solo se acude al oftalmólogo cuando aparece una molestia evidente o un problema que interfiere con la visión. Sin embargo, los especialistas insisten en la necesidad de realizar revisiones periódicas, incluso cuando no hay síntomas. Uno de los temas que más dudas genera es la aparición de manchas o lunares en el ojo, también conocidos como nevus oculares.
¿Qué es un nevus ocular?
Un nevus ocular es una mancha pigmentada que puede aparecer en diferentes zonas del ojo, como el iris o la coroides (la capa situada debajo de la retina). Se trata de un crecimiento benigno de células productoras de pigmento, llamadas melanocitos. Aunque son similares a los lunares que aparecen en la piel, el hecho de que estén en una zona tan delicada como el ojo puede generar preocupación.
La mayoría se detectan en la infancia o en la juventud y permanecen estables durante años. Aun así, los oftalmólogos recomiendan vigilarlos periódicamente para asegurarse de que no evolucionan de forma anormal.
La causa principal de esta afección es la acumulación anómala de melanocitos en una zona concreta del ojo. Esta acumulación puede deberse a factores genéticos o a la exposición prolongada al sol sin la protección adecuada. Las personas con ojos claros o piel muy blanca tienen más probabilidades de desarrollar estas manchas.
Aunque la mayoría no presentan síntomas, pueden llegar a complicarse si afectan estructuras internas del ojo o si se transforman en lesiones malignas. Por eso es fundamental no ignorar su presencia.
¿Cuándo hay que preocuparse?
El doctor Vicente Miralles, oftalmólogo con amplia experiencia, ha compartido a través de sus redes sociales tres señales que deben hacernos acudir al especialista:
- Cambios en el tamaño o la forma del lunar. Si notas que el nevus crece o adopta una forma irregular, es una señal que debe evaluarse cuanto antes.
- Alteraciones en el color. Un nevus que se oscurece o cambia de tonalidad podría estar indicando una evolución poco habitual.
- Síntomas visuales o molestias. Aparición de dolor, visión borrosa o sensación de presión ocular pueden ser signos de que algo no va bien.
Prevención y seguimiento
La mejor forma de prevenir complicaciones es realizar revisiones oftalmológicas al menos una vez al año, especialmente a partir de los 40 años o si existe algún antecedente familiar de enfermedades oculares. Además, el uso de gafas de sol homologadas ayuda a proteger los ojos de la radiación ultravioleta, que puede influir en la aparición de lesiones pigmentadas.
En definitiva, un nevus ocular no suele ser motivo de alarma, pero sí requiere observación. Detectar a tiempo cualquier cambio es clave para prevenir riesgos mayores.
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