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Un estudio reciente sugiere que las corrientes del océano Atlántico Norte podrían estar acercándose a un punto de inflexión climático, un cambio abrupto que transformaría los patrones del clima global. La investigación, publicada este lunes en la revista Science Advances y liderada por la Universidad de Exeter (Reino Unido), se basa en el análisis de conchas de almejas quahog y almendras de mar, organismos que registran información anual del océano a lo largo de su vida.
Registros naturales que cuentan la historia del océano
Las almejas quahog pueden vivir más de 500 años, mientras que las almendras de mar también poseen registros longevos. Cada año, estas criaturas depositan una nueva capa en sus conchas, generando un archivo natural de las condiciones oceánicas. “No contamos con observaciones directas del océano que se remonten siglos atrás, pero las bandas en las conchas nos proporcionan un registro anual ininterrumpido”, explica Beatriz Arellano, del Instituto de Sistemas Globales y del Departamento de Geografía de la Universidad de Exeter.
Analizando estas capas, los científicos lograron reconstruir patrones a largo plazo de corrientes como la Circulación Meridional Atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés) y el giro subpolar (SPG, por sus siglas en inglés). Estos sistemas son fundamentales para la regulación del clima, ya que transportan calor desde el ecuador hacia latitudes más altas y afectan la distribución de precipitaciones en todo el planeta.
La importancia de la AMOC y el SPG
Los investigadores recuerdan que un colapso de la AMOC tendría efectos globales significativos: inviernos más severos en el noroeste de Europa, alteraciones en las lluvias en América del Sur y África, y cambios en los patrones climáticos a nivel mundial. En contraste, un debilitamiento del SPG no sería tan catastrófico, pero sí aumentaría la frecuencia de fenómenos extremos en el Atlántico Norte, incluyendo tormentas y olas de calor marinas.
A pesar de la relevancia de estas corrientes, el debate científico sobre posibles puntos de inflexión aún persiste, dado que la evidencia directa de cambios a largo plazo es limitada. Aquí es donde las conchas de almejas se convierten en una herramienta única: permiten observar variaciones interanuales que reflejan la estabilidad de los sistemas oceánicos durante siglos.
Señales de desestabilización
El estudio identificó dos episodios claros de desestabilización del Atlántico Norte en los últimos 150 años. El primero, probablemente vinculado al SPG, ocurrió a principios del siglo XX y podría haber contribuido al calentamiento del Ártico y del Atlántico Norte en la década de 1920. El segundo, más intenso, comenzó alrededor de 1950 y continúa hasta la actualidad.
“Cuando un sistema pierde estabilidad, no se recupera de inmediato. Esto puede ser una señal de que se acerca un punto de inflexión”, señala Paul Halloran, también del Instituto de Sistemas Globales. Las variaciones en el crecimiento de las conchas no indican detalles climáticos precisos, pero permiten identificar tendencias generales en la temperatura y circulación del océano.
Implicaciones y riesgos futuros
Aunque los científicos todavía no pueden determinar exactamente qué parte del sistema está fallando o cuál es la causa directa, los resultados sugieren que el Atlántico Norte ha perdido estabilidad, lo que aumenta la posibilidad de un cambio abrupto en el clima. “El derretimiento del hielo polar, impulsado por el cambio climático, está contribuyendo al debilitamiento de estas corrientes y acercándolas a un punto de inflexión”, afirma Arellano.
Este hallazgo refuerza la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de manera rápida y sostenida. Un cambio repentino en la AMOC o el SPG no solo alteraría los patrones climáticos regionales, sino que tendría consecuencias a nivel global, afectando ecosistemas, economías y sociedades.
La ciencia detrás de las conchas
El estudio representa un ejemplo claro de cómo la paleoclimatología marina puede ofrecer información crucial para la predicción climática. Las almejas y almendras de mar funcionan como archivos vivientes, registrando fluctuaciones anuales que permiten a los científicos detectar señales tempranas de inestabilidad en los sistemas oceánicos.
Según Arellano, contar con registros largos y sin interrupciones es fundamental para anticipar puntos de inflexión. “Los datos de conchas nos permiten observar cientos de años de historia oceánica, algo imposible de lograr con observaciones modernas”, agrega.
El análisis de estas conchas revela un mensaje claro: el Atlántico Norte podría estar acercándose a un punto de inflexión, con implicaciones importantes para el clima mundial. Aunque todavía quedan preguntas por responder sobre la magnitud y el momento exacto de este cambio, la investigación subraya la urgencia de actuar frente al cambio climático para prevenir posibles consecuencias catastróficas.
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