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Adenex, Ecologistas en Acción de Extremadura y Greenpeace lanzaron en Badajoz la campaña “¿Alargar las nucleares? No, gracias” para exigir el cierre en plazo de la central nuclear de Almaraz. Los colectivos alertan sobre los riesgos de accidentes, los altos costes y los residuos nucleares, y defienden el desarrollo de energías limpias y locales como alternativa sostenible.
Campaña contra la central nuclear de Almaraz
Adenex, Ecologistas en Acción de Extremadura y Greenpeace presentaron en Badajoz la campaña conjunta “¿Alargar las nucleares? No, gracias”. Con ello, denuncian la presión de la industria para prolongar la vida de la central nuclear de Almaraz y otras instalaciones similares.
El acto se realizó una semana antes del inicio de la campaña electoral, prevista para el 21 de diciembre. Uno de los debates principales será la posible postergación del cierre de esta planta, programado para el 1 de noviembre de 2027 para su Unidad I y el 31 de octubre de 2028 para la Unidad II.
José María González, coordinador de energía de Adenex, explicó que la energía nuclear genera residuos que aún no tienen un método de gestión seguro y que permanecerán activos durante miles de años, con un impacto ambiental difícil de calcular.
También señaló que esta tecnología es más costosa que las alternativas renovables, como la energía solar, fotovoltaica o eólica. Además, la planta representa un riesgo elevado por su antigüedad y mantiene a España dependiente de combustible importado, afectando la soberanía energética del país.
Bloqueo a las energías renovables
Las organizaciones destacaron que prolongar la vida de la planta limita el desarrollo de energías limpias y locales. La central nuclear de Almaraz ocupa un porcentaje importante del mix energético que podría generarse mediante fuentes renovables.
Por ello, añadieron que retrasar su cierre enviaría un mensaje contradictorio con la transición ecológica y podría incumplir los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec).
Julio César Pintos, coordinador de Ecologistas en Acción de Extremadura, afirmó que cerrar la central nuclear permitiría impulsar comunidades energéticas locales, donde municipios y cooperativas produzcan, almacenen y gestionen su propia energía.
Además, favorecería sectores estratégicos como la agricultura ecológica y el turismo de naturaleza, fomentando un desarrollo sostenible en la región.
Plan de transición y restauración
Los colectivos reclaman un Plan de Transición Justa para el Campo Arañuelo, con participación ciudadana y financiación pública, que garantice alternativas económicas viables. También piden la restauración completa del terreno donde se ubica la central nuclear de Almaraz tras su desmantelamiento y el periodo de vigilancia de residuos.
Luis Berraquero, coordinador territorial de Greenpeace en Extremadura, recordó que las compañías eléctricas han obtenido beneficios durante décadas, mientras las plantas nucleares han tenido incidentes históricos. Por ello, afirmó que no deben trasladar costes ni riesgos a la sociedad.
Ante esta situación, los ecologistas insisten en que mantener la operación de la central nuclear de Almaraz sería un error económico, ambiental y social. Respetar el cierre previsto y apostar por energías renovables es la mejor forma de proteger a las futuras generaciones y garantizar una transición energética real. La campaña busca concienciar a la ciudadanía y presionar a las autoridades para que la central nuclear de Almaraz concluya su vida útil en las fechas establecidas, asegurando seguridad, sostenibilidad y desarrollo local.
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