Explosión en la mina de Cerredo: qué es el grisú y por qué sigue siendo letal

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15/04/2025 - 18:30
Pozo minero de Cerredo, Asturias, donde se ha dado la explosión de grisú

Lectura fácil

Una nueva tragedia ha sacudido a la minería asturiana a causa del grisú. Una explosión en el pozo minero de Cerredo, ubicado en el concejo de Degaña (Asturias), se cobró la vida de cinco mineros y dejó a otros cuatro gravemente heridos. Todos eran vecinos de la comarca leonesa de Laciana y se encontraban realizando trabajos de investigación para la empresa Blue Solving cuando ocurrió el fatal accidente.

El grisú: amenaza persistente bajo tierra

Las primeras investigaciones señalan que la causa del siniestro fue la acumulación de una bolsa de grisú, un gas altamente inflamable que es considerado uno de los mayores riesgos en las minas de carbón. A pesar de los avances tecnológicos y los estrictos protocolos de seguridad, el grisú sigue siendo una amenaza latente. Se trata, en esencia, de una mezcla compuesta en un 90 % por metano, el mismo gas que utilizamos en casa y que también producen los rumiantes.

Explosivo, invisible y letal

La peligrosidad del grisú radica en su facilidad para formar mezclas explosivas. Si su concentración en el aire se sitúa entre el 5 y el 15 %, puede detonar con una simple chispa, o incluso sin ella. Además, el gas tiene una densidad considerable y una afinidad alta por el oxígeno, lo que le permite desplazarlo del ambiente, provocando asfixia en cuestión de segundos. Un minero puede perder la conciencia tras unas pocas inhalaciones.

El grisú puede encontrarse disuelto en el carbón (alrededor del 95 %) o libre en las fisuras de las galerías. Cuando entra en contacto con polvo de carbón y oxígeno, en una proporción del 21 %, se convierte en una mezcla extremadamente explosiva.

De los canarios a los grisuómetros

Durante décadas, los mineros confiaban en los canarios como sistema de alerta temprana. Estas aves, más sensibles a los gases tóxicos, eran capaces de detectar concentraciones peligrosas antes que los humanos. Hoy, la tecnología ha sustituido a estos animales por grisuómetros, dispositivos que monitorean el aire constantemente. Si la presencia de metano supera el 1 o 1,2%, los sistemas eléctricos se apagan automáticamente para evitar chispas.

También se utilizan sistemas de ventilación que permiten la circulación constante de aire, así como barrenas para desgasificar zonas con alta acumulación de metano. Los ventiladores colocados en las partes altas de las galerías ayudan a extraer el gas, aprovechando que el metano es más ligero que el aire.

Seguridad al límite

Los mineros cuentan con máscaras de autorrescate que les permiten sobrevivir en ambientes con poco oxígeno durante más de media hora. No obstante, frente a una explosión, estos equipos poco pueden hacer.

Según la Universidad Politécnica de Madrid, la normativa actual sobre seguridad minera es rigurosa y adecuada. Sin embargo, como ocurrió también en la mina de Santa Bárbara (Mieres) en 1995, donde murieron ocho personas, detectar una bolsa de grisú no siempre es posible. La mina, incluso con todos los controles, sigue siendo un entorno de riesgo.

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