La minería australiana, responsable del 13,3 % del PIB, es el principal consumidor de agua del país. Su actividad genera presión sobre los recursos hídricos.
Europa ha lanzado un ambicioso plan para reactivar la minería y reducir su dependencia de terceros países, especialmente de China, en el suministro de materias primas críticas.
La Unión Europea, gran consumidora de molibdeno pero sin producción propia, ha dado un paso estratégico con la aprobación de un proyecto minero en Groenlandia.
Un estudio internacional advierte que la minería de metales raros en aguas profundas puede dejar daños en los ecosistemas marinos que duran más de 40 años.