Groenlandia impulsará la autonomía de la UE con molibdeno estratégico para defensa e industria

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02/07/2025 - 19:00
Extracción de metal crítico en Groenlandia

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La Unión Europea (UE) se enfrenta desde hace años a una contradicción estratégica en su industria de metales críticos. Aunque es el segundo mayor consumidor mundial de molibdeno, un metal vital para la producción de aceros especiales, la UE carece por completo de extracción propia de este recurso. Esto la coloca en una situación de dependencia, agravada por el hecho de que actualmente solo un país abastece el molibdeno primario al bloque europeo. Sin embargo, un nuevo desarrollo en el Ártico, concretamente en Groenlandia, podría revertir esta situación.

Groenlandia entra en el mapa de las materias primas críticas

En un movimiento que podría redefinir la autonomía estratégica europea, el Gobierno de Groenlandia, un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca, ha autorizado la puesta en marcha de un proyecto minero de gran escala para la extracción de molibdeno. El proyecto, impulsado por la empresa canadiense Greenland Resources, cuenta con el respaldo político y financiero de la Unión Europea y se desarrollará en la mina de Piiaaffik, situada en la zona oriental de la isla.

La concesión otorgada es válida por 30 años y se basa en un estudio de viabilidad definitiva completado en 2022. Esta mina podría cubrir aproximadamente el 25 % de la demanda anual de molibdeno de la UE, además de suplir el 100 % de las necesidades en aplicaciones de defensa, donde más del 80 % de los sistemas militares requieren molibdeno en diversas proporciones.

Más que molibdeno: una apuesta por la soberanía industrial

Además del molibdeno, el proyecto prevé la obtención secundaria de magnesio, un material de alto valor en los sectores aeroespacial y automovilístico. Con la extracción de ambos metales, la mina de Piiaaffik podría convertirse en un eje clave de la estrategia europea para asegurar su acceso a materias primas críticas, especialmente en un contexto internacional marcado por tensiones geopolíticas y restricciones comerciales.

Cabe destacar que China, que domina la producción mundial de molibdeno con cerca de la mitad del suministro global, ha impuesto límites a sus exportaciones en el marco de su enfrentamiento comercial con Estados Unidos. Esta situación ha subrayado la necesidad urgente de diversificar las fuentes de suministro, y Groenlandia aparece ahora como una solución viable.

Consideraciones ambientales y proceso de aprobación

Aunque el permiso ha sido otorgado, el proyecto aún deberá superar varias etapas antes de su ejecución definitiva. Greenland Resources debe presentar los informes medioambientales pertinentes, los cuales serán sometidos a audiencia pública. Si estos trámites avanzan sin contratiempos, las actividades extractivas deberán comenzar antes del 31 de diciembre de 2028, según ha estipulado el Gobierno groenlandés.

Más allá del aspecto económico, este proyecto minero ha vuelto a colocar a Groenlandia en el centro de la atención internacional. La isla, de 2,2 millones de kilómetros cuadrados (el 80 % cubiertos permanentemente por hielo) y con apenas 56.000 habitantes, ha despertado un interés geoestratégico creciente.

Durante su presidencia, Donald Trump llegó incluso a sugerir una posible compra o anexión de Groenlandia por parte de Estados Unidos, mencionando razones de “seguridad nacional” y sin descartar el uso de la fuerza, lo que generó tensiones diplomáticas con Copenhague y Nuuk.

En respuesta, las autoridades danesas y groenlandesas reafirmaron su soberanía y voluntad de cooperación con la UE, subrayando su interés en ampliar la colaboración en sectores como la defensa, la energía y, especialmente, la minería.

Una apuesta europea por el norte helado

La UE ha identificado 25 de los 34 materiales considerados esenciales para la transición ecológica en el subsuelo groenlandés, lo que convierte a la isla ártica en un socio estratégico clave. En medio de una reconfiguración global de las cadenas de suministro, la extracción de molibdeno en Groenlandia no solo representa una fuente alternativa, sino un símbolo de la capacidad europea de construir resiliencia en sectores críticos. Esta apuesta por el Ártico podría marcar un antes y un después en la autonomía industrial y estratégica del continente.

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