El 21 % del océano global ha perdido luz en las últimas dos décadas

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28/05/2025 - 12:30
Mapa que muestra el oscurecimiento de la zona fótica del océano con áreas rojas y el aclaramiento con color azul

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En las últimas dos décadas, un 21 % del océano recibe luz, es decir, más de 75 millones de kilómetros cuadrados, ha experimentado un oscurecimiento.
Así lo revela un estudio encabezado por Thomas Davies, de la Universidad de Plymouth en el Reino Unido, publicado este martes en la revista Global Change Biology.

El oscurecimiento ocurre cuando las características ópticas del océano cambian y hacen que las zonas fóticas, las áreas donde llega la luz y donde habita el 90 % de la vida marina, se vuelvan menos profundas. Estas zonas son esenciales porque la luz solar y lunar favorecen importantes procesos ecológicos.

Para su análisis, los científicos combinaron datos obtenidos por satélites con modelos matemáticos para examinar las variaciones anuales en la profundidad de las zonas fóticas a nivel mundial.

El 21 % del océano ha perdido claridad

Encontraron que, entre 2003 y 2022, un 21 % del océano global, incluyendo amplias áreas costeras y de mar abierto, ha disminuido su claridad.

Además, en más del 9 % de la superficie oceánica, equivalente a más de 32 millones de kilómetros cuadrados, una extensión comparable al tamaño de África, la zona iluminada se redujo en más de 50 metros, y en un 2,6 % de la superficie oceánica, la reducción superó los 100 metros.

No obstante, el panorama no es completamente negativo, ya que aproximadamente un 10 % de la superficie marina, es decir, más de 37 millones de kilómetros cuadrados, ha mostrado un aumento en la claridad durante los últimos 20 años.

Aunque las consecuencias exactas de estos cambios no se comprenden completamente, los científicos advierten que podrían impactar a numerosas especies marinas alrededor del mundo, así como a los servicios ecosistémicos que la superficie oceánica brinda en su totalidad.

Causas del oscurecimiento oceánico

Los investigadores sugieren que estos cambios probablemente surgen de una mezcla de nutrientes, materia orgánica y sedimentos acumulados cerca de las zonas costeras, provocados por factores como la escorrentía proveniente de la agricultura y el incremento en las precipitaciones.

En aguas abiertas, mencionan elementos como alteraciones en la dinámica de las floraciones algales y variaciones en la temperatura superficial del mar, lo cual ha disminuido la penetración de luz en las capas superiores oceánicas.

“Estos cambios generan un oscurecimiento generalizado que reduce la extensión de la superficie oceánica disponible para los organismos que dependen de la luz solar y lunar para sobrevivir y reproducirse. Además, nosotros también dependemos del océano y sus zonas iluminadas para el aire que respiramos, el pescado que consumimos, nuestra capacidad para enfrentar el cambio climático y la salud global del planeta. Por todo esto, nuestros resultados son realmente preocupantes”, explica Davies.

Tim Smyth, director de Ciencias de Biogeoquímica Marina y Observación en el Laboratorio Marino de Plymouth, comenta: “El océano es mucho más variable de lo que comúnmente se piensa. Por ejemplo, sabemos que los niveles de luz dentro de la columna de agua fluctúan considerablemente durante un ciclo de 24 horas, y los animales cuyo comportamiento depende directamente de la luz son especialmente sensibles a estos procesos y cambios.”

“Si la zona fótica se reduce aproximadamente 50 metros en grandes áreas oceánicas, los organismos que necesitan luz se verán obligados a acercarse a la superficie, donde tendrán que competir por alimento y otros recursos esenciales. Esto podría desencadenar transformaciones profundas en todo el ecosistema marino”, concluye Smyth.

Las áreas más impactadas

Para analizar las variaciones en la zona fótica, los científicos emplearon información proveniente del Ocean Colour Web de la NASA, que segmenta el océano global en una cuadrícula de píxeles de nueve kilómetros cada uno.

Estos datos satelitales les permitieron monitorear las modificaciones en la superficie oceánica correspondientes a cada uno de estos píxeles, mientras que aplicaron un algoritmo diseñado para medir la cantidad de luz presente en el agua, lo que les permitió determinar la profundidad de la zona fótica en cada punto específico.

Además, utilizaron modelos de irradiancia solar y lunar para estudiar cambios particulares que podrían influir en las especies marinas bajo condiciones de luz diurna y nocturna, mostrando que las variaciones en la profundidad de la zona fótica durante la noche eran menores en comparación con las diurnas, aunque igualmente relevantes desde un punto de vista ecológico.

Los cambios más significativos en la profundidad de la zona fótica en mar abierto se registraron en la parte superior de la Corriente del Golfo y en las zonas próximas al Ártico y la Antártida, regiones del planeta que están experimentando los impactos más intensos derivados del cambio climático.

El oscurecimiento también es muy evidente en áreas costeras y mares cerrados, como el mar Báltico, donde las lluvias terrestres transportan sedimentos y nutrientes al agua, lo que favorece el crecimiento del plancton y disminuye la penetración de la luz.

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