Solo el 38 % de grandes empresas evalúa en detalle los riesgos climáticos 

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26/11/2025 - 11:15
Infografía del mundo

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En un mundo que se enfrenta a una acelerada crisis climática, donde los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes e intensos, y la presión regulatoria y social por la sostenibilidad no deja de crecer, la gestión proactiva de los riesgos climáticos debería ser una prioridad ineludible para cualquier gran empresa. Sin embargo, la noticia de que solo el 38 % de las grandes empresas realiza evaluaciones detalladas de estos riesgos es un dato alarmante. Esta cifra no solo revela una peligrosa falta de preparación y visión a largo plazo por parte de una mayoría del tejido empresarial, sino que también representa un freno significativo en la lucha global contra el cambio climático y pone en jaque la propia resiliencia y viabilidad económica de estas corporaciones.

¿Qué son los riesgos climáticos y por qué son clave para las empresas?

Estos riesgos se pueden clasificar en dos grandes categorías, ambas con un potencial impacto financiero y operativo significativo para las empresas:

  1. Riesgos físicos: Son los impactos directos del cambio climático. Incluyen:
    • Agudos: Eventos meteorológicos extremos como inundaciones, sequías prolongadas, olas de calor, incendios forestales o huracanes que pueden dañar infraestructuras, interrumpir cadenas de suministro o afectar la producción agrícola.
    • Crónicos: Cambios graduales a largo plazo como el aumento del nivel del mar, la desertificación o la escasez de agua, que alteran la disponibilidad de recursos o la habitabilidad de ciertas zonas.
  2. Riesgos de transición: Son los asociados a la transición hacia una economía baja en carbono. Incluyen:
    • Regulatorios: Nuevas leyes sobre emisiones, impuestos al carbono o requisitos de información que aumentan los costes o limitan ciertas actividades.
    • Mercado: Cambios en las preferencias de los consumidores hacia productos y servicios más sostenibles, o alteraciones en la demanda de combustibles fósiles.
    • Tecnológicos: La obsolescencia de tecnologías intensivas en carbono y la necesidad de invertir en soluciones más limpias.
    • Reputacionales: El riesgo de daño a la imagen de una empresa por no ser percibida como sostenible o por contribuir al cambio climático.

No realizar una evaluación detallada de estos riesgos climáticos significa operar a ciegas, sin conocer las amenazas y oportunidades que el cambio climático plantea para los activos, las operaciones, la cadena de suministro, la demanda de productos y la reputación de la empresa.

Las barreras a la acción: ¿por qué tan pocas empresas se preparan?

El bajo porcentaje (38 %) de grandes empresas que evalúan detalladamente sus riesgos climáticos se explica por una combinación de factores:

  1. Visión a corto plazo: Muchas empresas priorizan los resultados trimestrales sobre la planificación estratégica a largo plazo, y los impactos más graves del cambio climático a menudo se perciben como un problema lejano.
  2. Falta de conocimiento y capacidades: No todas las empresas tienen el conocimiento interno o los recursos para realizar evaluaciones climáticas complejas, que requieren experiencia en ciencia climática, modelado de escenarios y finanzas.
  3. Coste percibido: La inversión inicial en consultoría, tecnología y adaptación puede verse como un gasto en lugar de una inversión en resiliencia y competitividad futura.
  4. Incertidumbre regulatoria: Aunque la presión regulatoria crece, la falta de estándares globales o nacionales armonizados puede generar confusión sobre qué y cómo informar.
  5. Percepción de menor riesgo: Algunas empresas, especialmente en sectores no directamente afectados por eventos físicos agudos, pueden subestimar su exposición a los riesgos de transición o a los impactos indirectos.
  6. Gobernanza y cultura corporativa: La sostenibilidad aún no está plenamente integrada en la toma de decisiones estratégicas ni en la cultura de muchas juntas directivas.

Costes, reputación y competitividad

La falta de una evaluación detallada de los riesgos climáticos tiene consecuencias directas y severas para las empresas que optan por la inacción:

  • Costes económicos crecientes: Daños a la propiedad por eventos extremos, interrupciones en la cadena de suministro, aumento de precios de los seguros, o multas por no cumplir con nuevas regulaciones ambientales.
  • Pérdida de competitividad: Las empresas que no se adapten serán superadas por aquellas que innoven en sostenibilidad, atraigan a inversores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y capten a consumidores conscientes.
  • Daño reputacional: La percepción pública y de los stakeholders (empleados, clientes, inversores) hacia las empresas que ignoran el cambio climático es cada vez más negativa.
  • Acceso a financiación: Los bancos e inversores están integrando cada vez más los riesgos climáticos en sus decisiones, dificultando la financiación a empresas con alta exposición no gestionada.
  • Inestabilidad operativa: Mayor riesgo de interrupciones en la producción, escasez de recursos o problemas laborales debido a condiciones climáticas extremas.

El camino hacia una gestión climática integral

Para aumentar significativamente el porcentaje de grandes empresas que evalúan detalladamente sus riesgos, se requieren acciones en varios frentes:

  1. Marco regulatorio claro y exigente: Los gobiernos deben establecer marcos obligatorios de divulgación de riesgos (como las recomendaciones del TCFD - Task Force on Climate-related Financial Disclosures) y fijar objetivos ambiciosos de descarbonización.
  2. Integración en la estrategia empresarial: Las evaluaciones de riesgos deben ser parte integral de la planificación estratégica, la gestión de riesgos y la toma de decisiones de inversión.
  3. Desarrollo de capacidades: Invertir en formación interna y contratar expertos en sostenibilidad y ciencia climática.
  4. Colaboración y alianzas: Compartir mejores prácticas y colaborar en el desarrollo de herramientas y metodologías de evaluación.
  5. Incentivos: Ofrecer incentivos fiscales o financiación preferente a las empresas que demuestren un compromiso sólido con la gestión de riesgos contra el clima.
  6. Transparencia: Las empresas deben comunicar de forma clara y accesible sus riesgos y sus planes de adaptación y mitigación.

La sostenibilidad como imperativo económico

El dato de que solo el 38 % de las grandes empresas realiza evaluaciones detalladas de los riesgos climáticos es más que una estadística; es una advertencia. La inacción ante el cambio climático no es solo una irresponsabilidad ambiental, sino una peligrosa miopía económica. En el siglo XXI, la sostenibilidad no es un añadido, sino un pilar fundamental de la viabilidad empresarial a largo plazo.

Los expertos, los inversores y la sociedad exigen cada vez más a las empresas que actúen. Aquellas que ignoren esta llamada no solo se enfrentan a costes crecientes y a una reputación dañada, sino que ponen en riesgo su propia existencia. La gestión detallada de los riesgos hacia el clima no es una opción; es un imperativo estratégico que define a las empresas líderes del futuro. Es el momento de que el 62 % restante despierte y entienda que invertir en resiliencia climática es invertir en su propio porvenir y en el del planeta.

La limitada adopción de evaluaciones detalladas de los riesgos climáticos por parte de las grandes empresas es un reflejo de un desafío global urgente. La cifra del 38 % subraya la necesidad de una transformación profunda en la cultura corporativa, donde la sostenibilidad y la resiliencia climática sean tan centrales como la rentabilidad. Al integrar estas evaluaciones, las empresas no solo se protegen a sí mismas de impactos financieros devastadores, sino que se convierten en agentes clave en la construcción de un futuro más estable, justo y próspero para todos. Es hora de pasar de la retórica a la acción detallada y estratégica, por su propio bien y por el del planeta.

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