La soledad y aislamiento aumentan el riesgo de demencia, según expertos

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08/11/2025 - 12:00
La soledad y el aislamiento, enemigos de la demencia

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La soledad y el aislamiento social se han consolidado como factores de gran peso en el inicio y evolución de la demencia. Así lo puso de relieve un nuevo encuentro del ciclo ‘Encuentro con Expertos’ organizado por la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA). En esta ocasión, el seminario se centró en destacar cómo el contacto social se convierte en un elemento clave para prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad, con un impacto similar al de otros factores de riesgo ya conocidos, como la hipertensión o la inactividad física.

El papel del contacto social en la salud cerebral

La jornada fue dirigida por Belén González Glaría, geriatra del Hospital Universitario de Navarra, miembro del grupo de demencias de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y coordinadora del grupo de demencias de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología. La especialista analizó con profundidad cómo la soledad no deseada repercute tanto en la esfera cognitiva como en la emocional y física de las personas mayores.

“La demencia no debe entenderse como un destino inevitable ligado al envejecimiento”, afirmó González Glaría, subrayando que los hábitos de vida saludables, particularmente mantener relaciones sociales activas, influyen de manera decisiva en retrasar la aparición de cuadros demenciales.

Soledad: una realidad social en aumento

Entre los datos más relevantes del webinar, se destacó el crecimiento de los hogares unipersonales en España, que suponen ya el 28% del total, es decir, unos 5,4 millones de personas. Este fenómeno, explicó la especialista, incrementa los riesgos de aislamiento, especialmente en el caso de mujeres de más de 65 años.

La soledad no deseada se presenta como una epidemia global que afecta a diferentes grupos de edad, géneros y condiciones sociales. Su alcance trasciende lo individual ya que, además de relacionarse con mayor riesgo de demencia, también se vincula a depresión, patologías cardiovasculares e incluso a una reducción en la esperanza de vida.

Más allá de su repercusión en la calidad de vida, la soledad también supone un reto a nivel económico. Solo en España, los costes asociados a sus efectos en la salud superaron los 14.000 millones de euros en 2021. Este dato refleja la magnitud de un problema que repercute en los sistemas sanitarios y en la sociedad en general.

La importancia de las relaciones significativas

Diversas investigaciones recientes señalan que la participación activa en la vida social, ya sea a través de actividades comunitarias o mediante la consolidación de vínculos afectivos sólidos, puede contribuir a prevenir o, al menos, retrasar el desarrollo de la demencia. Tener un sentido de pertenencia y formar parte de una red de apoyo emocional es un factor protector de gran relevancia.

No obstante, González Glaría hizo hincapié en que aún faltan estudios concluyentes que midan de forma precisa el efecto de las intervenciones sociales dirigidas específicamente a la prevención de demencias.

La especialista advirtió además que la soledad no solo afecta a quienes padecen demencia, sino también a sus cuidadores. Por ello, es fundamental proveer de apoyo constante tanto a los pacientes como a las familias y profesionales que los atienden. Cuidar implica exigencias emocionales y físicas intensas, por lo que atender a este factor de los propios cuidadores es otro frente que reclama recursos y consideración prioritaria.

Dentro de sus conclusiones, González Glaría insistió en que combatir la soledad no deseada requiere un compromiso colectivo. No se trata solo de una responsabilidad individual o familiar, sino de un desafío social que precisa la implicación de profesionales sanitarios y de las propias administraciones públicas.

Se consideran necesarias políticas integrales que promuevan el contacto social, que financien iniciativas comunitarias y que, a la vez, conciencien a la sociedad sobre los efectos que la desconexión interpersonal tiene en la salud.

Una visión de futuro

La lucha contra la soledad se ha de concebir como un pilar dentro de las estrategias de envejecimiento saludable. Incorporar programas que favorezcan la participación social, la creación de redes comunitarias y el acceso a servicios que prevengan el aislamiento no debe ser un complemento, sino parte esencial de los planes de salud pública.

Un adecuado acompañamiento en todas las etapas del envejecimiento, junto con el refuerzo de los vínculos sociales, permitirá no solo mejorar la calidad de vida de las personas mayores, sino también mitigar la carga económica y emocional que representa la demencia para la sociedad.

Con este webinar, la CEAFA ha vuelto a poner sobre la mesa una de las cuestiones más urgentes de la actualidad: la necesidad de proteger a las personas mayores del aislamiento, con el fin de preservar su bienestar cognitivo y emocional, y ofrecer un futuro más digno y saludable a quienes se enfrentan a la demencia.

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