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Has pasado horas navegando por Internet, rebuscando entre fotos, blogs y mapas, en busca de un destino que no esté invadido por turistas. Buscas algo más que una postal bonita: quieres autenticidad, naturaleza sin filtros y cultura sin espectáculo.
Deseas viajar para descubrir, no para hacer fila o pagar precios desorbitados por una experiencia diluida. Y aunque parezca difícil de creer, todavía existen lugares donde el turismo se vive de forma diferente, más respetuosa y enriquecedora.
Aurélie Sandler, co-directora ejecutiva de Evaneos, una plataforma de viajes responsables, tiene claro lo que hace especial a un destino no saturado: "Es un lugar que ha sabido conservar su identidad, donde los viajeros son bienvenidos sin alterar el equilibrio social, cultural ni ambiental del entorno".
Eso no significa renunciar a visitar lugares populares. Pero sí implica hacerlo de forma más consciente. "Ir en verano a sitios muy demandados puede ofrecer una experiencia muy distinta a la que el viajero espera. Por eso, recomendamos evitar estas fechas pico y optar por temporadas menos concurridas", sugiere Sandler.
Las consecuencias del turismo masivo
Ciudades como Venecia o Santorini son el símbolo del turismo desbordado. Calles abarrotadas, servicios colapsados, precios inflados y comunidades locales desplazadas. Sin embargo, también hay destinos menos evidentes que sufren esta presión, especialmente en los meses estivales.
El Índice de Sobreturismo elaborado por Evaneos revela que países como Croacia, Montenegro o Bulgaria reciben hasta el 70 % de su turismo anual en solo tres meses: julio, agosto y septiembre. Esta concentración extrema tiene un coste. "No solo arruina la experiencia del visitante, sino que sobrecarga infraestructuras básicas y complica la vida diaria de quienes viven allí", alerta la co-CEO.
La situación en lugares como Mykonos o Santorini es crítica. La plataforma ha dejado de promover estos destinos durante el verano debido al impacto negativo en el ecosistema y la comunidad local. Problemas como la escasez de agua, dificultades para acceder a vivienda o el deterioro ambiental son solo algunas de las señales de alarma.
Tres joyas poco conocidas para disfrutar sin agobios
Pero no todo está perdido. Existen alternativas para quienes desean descubrir el mundo sin ser parte del problema. Aquí tres propuestas de Evaneos para este verano:
1. Finlandia: Más allá de las auroras boreales, Finlandia en verano es un paraíso natural. La taiga se extiende hasta donde alcanza la vista, y sus parques nacionales son perfectos para caminar o navegar por ríos salvajes. Es una opción ideal para quienes buscan desconexión y contacto auténtico con la naturaleza.
2. Países Bálticos: Letonia, Lituania y Estonia ofrecen una Europa diferente, sin aglomeraciones. Explorar las calles modernistas de Riga, disfrutar de un concierto al aire libre en Varsovia o recorrer el río Spree en Berlín puede ser mucho más enriquecedor que una playa colapsada. “Viajar sin prisa, saborear la comida local, mirar el paisaje con calma… ese es el lujo verdadero”, propone Sandler.
3. Madagascar: Este país africano es una joya para quienes buscan cultura viva y naturaleza intacta. En la capital, Antananarivo, es posible conocer a los auténticos habitantes sin la presión turística. También se pueden descubrir tradiciones como el tejido de rafia junto a mujeres artesanas locales, viviendo una experiencia profundamente humana y transformadora.
El auge del turismo consciente
Lo que antes era una tendencia alternativa, hoy es una necesidad compartida. Un turismo sostenible ya no es solo una opción moral, sino también una preferencia creciente entre los viajeros. De acuerdo con una encuesta de Evaneos, un 48% de las familias prioriza viajes que respetan el medio ambiente y que benefician a las comunidades locales.
Este cambio implica cuestionar nuestras decisiones como turistas: ¿Está este lugar preparado para acogerme? ¿Puedo generar un impacto positivo? ¿Existen opciones menos concurridas que me ofrezcan lo mismo o más?
La respuesta, casi siempre, es sí. Hay rutas fuera de temporada, alojamientos gestionados por comunidades locales, transportes menos contaminantes y actividades que enriquecen al viajero y al entorno. Cada vez más personas optan por estancias más largas, con menos desplazamientos y más conexión con el lugar visitado.
Viajar con sentido
Escapar del turismo de masas no significa dejar de viajar, sino hacerlo de forma más inteligente y respetuosa. Es una forma de reconectar con el verdadero espíritu del viaje: descubrir, aprender, convivir. Y sí, todavía hay rincones en el mundo donde eso es posible.
El reto está en elegir con conciencia. Porque al final, no se trata solo de evitar las multitudes, sino de dejar una huella positiva con el turismo allá donde vamos.
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