Abandono escolar temprano es la fábrica de la precariedad del mañana en España

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19/09/2025 - 08:28
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España, a pesar de los notables avances de la última década, sigue luchando contra una herida estructural que compromete su futuro: una de las tasas de abandono escolar temprano más altas de la Unión Europea. Esta estadística, a menudo fría y distante, no es solo un indicador educativo; es el termómetro de una fábrica silenciosa que, año tras año, produce precariedad, alimenta las cifras del paro juvenil y perpetúa la desigualdad social en España.

Cada joven que deja los estudios antes de tiempo es una historia personal de sueños truncados, pero también el síntoma de un fracaso colectivo. Para entender este drama en toda su dimensión, hay que unir las dos caras de la moneda: la del joven que se siente expulsado del sistema y la del profesional que lucha desde dentro para evitarlo. Hay que escuchar la voz de Javier, de 22 años, que dejó el instituto a los 16, y la de Elena, la orientadora educativa que intenta cada día que otros no sigan su camino.

Las causas del adiós: "El instituto no era para mí"

Javier recuerda su último año en la ESO con una mezcla de apatía y frustración. "Sentía que el instituto no era para mí, que los profesores hablaban un idioma que yo no entendía. No veía para qué servían las matemáticas o la historia en la vida real", cuenta. La promesa de ganar su propio dinero, aunque fuera poco, trabajando en la obra con un familiar, era mucho más atractiva. "Quería ser independiente ya, dejar de pedirles dinero a mis padres". Esto le empujó a un abandono escolar del que hoy se arrepiente.

La historia de Javier es un reflejo de las causas que Elena, orientadora en un instituto de un barrio obrero, ve a diario. "El abandono escolar nunca tiene un único motivo", explica. "Es una tormenta perfecta de factores".

  • El entorno socioeconómico: "Es, sin duda, el principal predictor", afirma Elena. "Los chicos de familias con menos recursos tienen menos apoyo en casa, menos espacio para estudiar y, a menudo, una presión familiar, real o percibida, para empezar a aportar económicamente cuanto antes".
  • La falta de motivación y referentes: "Muchos alumnos no ven la conexión entre lo que estudian y el mundo real. Si en su entorno no hay referentes que hayan prosperado gracias a los estudios, es difícil que ellos lo vean como un camino válido. El sistema académico tradicional, muy teórico, les resulta ajeno y aburrido".
  • Un sistema rígido: "La 'talla única' no sirve para todos", sentencia la orientadora. "Hay chavales con un talento increíble para lo manual o lo creativo a los que el sistema académico puro y duro machaca. Necesitamos prestigiar y potenciar de verdad la Formación Profesional (FP) como una vía de éxito, no como un destino para los que 'no valen para estudiar'".

La cruda realidad del mercado laboral sin cualificación

El dinero que Javier empezó a ganar a los 16 años le pareció una fortuna. Pero la realidad no tardó en imponerse. "He tenido muchos trabajos, pero nunca una carrera", resume con amargura. Su vida laboral ha sido una sucesión de contratos temporales en sectores de alta rotación y baja cualificación por abandono escolar: peón de obra, mozo de almacén, camarero en temporada de verano, repartidor para una app. "Nunca estoy más de seis meses en el mismo sitio. No hay estabilidad, no hay posibilidad de ascender, y el sueldo apenas da para compartir piso. Ahorrar es imposible".

La historia de Javier es la estadística hecha carne. Según los datos del INE y Eurostat, la tasa de paro para los jóvenes que solo tienen la ESO llega a triplicar la de aquellos con estudios postobligatorios (Bachillerato o, especialmente, FP). Y cuando encuentran trabajo, este suele ser el más precario: temporal, a tiempo parcial involuntario y con los salarios más bajos. Aquellos que optaron por el abandono escolar son los primeros en ser despedidos cuando llega una crisis.

Rompiendo el ciclo: la urgencia de invertir en orientación y segundas oportunidades

Para Elena, la solución contra el abandono escolar no es un misterio, sino una cuestión de recursos y voluntad política. "Necesitamos más orientadores para poder hacer un seguimiento individualizado, detectar los problemas a tiempo e intervenir antes de que el alumno se desconecte del todo", reclama. "Y, sobre todo, necesitamos mostrarles que hay muchos caminos. Una FP de calidad abre más puertas a un empleo estable que un Bachillerato abandonado".

Además de la prevención, es vital ofrecer segundas oportunidades. Programas como las Escuelas de Segunda Oportunidad, la formación para adultos o los certificados de profesionalidad son cruciales para reenganchar a jóvenes como Javier. Él mismo se lo plantea ahora: "Me doy cuenta de que esos 1.000 euros que ganaba con 17 años eran pan para hoy y hambre para mañana. Estoy mirando un grado medio de FP de electromecánica. Es tarde, pero no quiero pasarme la vida saltando de un trabajo basura a otro".

El abandono escolar temprano no es un problema de "ninis" o de jóvenes vagos, sino el resultado de un sistema que deja a muchos atrás. Es una sangría de talento que un país no se puede permitir. Invertir en orientación, en una FP de prestigio y en segundas oportunidades no es un gasto, es la única forma de desmontar esta fábrica de precariedad y garantizar un futuro digno para toda una generación.

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