Los jóvenes estamos hartos de promesas vacías

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23/04/2021 - 09:58
Concentración en Madrid contra la falta de medidas contra el cambio climático / JAIME VILLANUEVA para EL PAÍS

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Esta semana se ha celebrado una nueva cumbre climática impulsada por el presidente de EE UU., Joe Biden, en la que han participado 40 dirigentes del mundo. Los líderes políticos tienen una necesidad incurable de organizar cumbres sobre la emergencia climática, los jóvenes estamos hartos de que se hagan promesas vacías si las políticas contaminantes no van a cambiar.

Es momento de menos discusiones y más acciones concretas, útiles y ambiciosas

Una novedad es el acuerdo alcanzado en la UE para blindar a través de una ley climática sus objetivos de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero. Sorprende la forma en la que se ha acordado a toda prisa de madrugada, pero habrá que ver cómo se concreta.

Entre las noticias de los últimos días, nos quedamos con esta que explica cómo Francia quiere dar ayudas para cambiar coches viejos por bicis. Este, tal como leemos en dicho enlace, es un mensaje muy distinto al que se está dando en España, donde gran parte del dinero que tiene que venir de la UE para la recuperación se va a gastar en promover el coche eléctrico. Deberíamos tener un debate más profundo sobre la movilidad e ir más allá del sector automovilístico. Estaría bien que las instituciones mejorasen el transporte público, así como la bicicleta o las actividades al aire libre.

Desde Fridays for Future piensan que es la nueva ley que llega viene tarde y resulta insuficiente, sobre todo porque no alcanza el 55% en la reducción de gases de efecto invernadero para 2030.

¿Se deben estas promesas vacías a la falta de ambición o los políticos se han olvidado de la declaración de emergencia climática que ellos mismos aprobaron?

Una lucha por la vida

¡No más promesas vacías! Jóvenes activistas de todo el mundo, y en el Estado español convocados por Juventud por el clima, Alianza por el clima y 2020 Rebelión por el Clima, se unen desde hace meses para denunciar la inacción de nuestros gobiernos frente a la Emergencia Climática.

Con más de 700 municipios de todo el planeta convocados y decenas en todo el territorio español, las voces de la población más joven se vuelven a escuchar por doquier, para transmitir la rabia y el hartazgo que siente gran parte de una generación ante la inacción política en tantas problemáticas que exigen una acción firme e inmediata.

Pero esta vez, nos enfrentamos también a una gravísima crisis sanitaria que sacude el globo, consecuencia directa de la pérdida de biodiversidad y de un proceso de globalización que no conoce límites.

Según las Naciones Unidas, la falta de ambición en los compromisos de los países nos lleva hacia un aumento de la temperatura global muy por encima de los 3 °C, lo que provocaría consecuencias catastróficas para las sociedades humanas y los ecosistemas.

Las jóvenes volvemos a las calles empujadas por la urgencia de la situación

Es imposible obviar que la crisis climática ya está aquí, y ya la estamos sufriendo. El 2020 ha sido el segundo año más cálido jamás registrado. La inacción de la clase política frente a esta situación nos obliga a movilizarnos y reclamar nuestro derecho a un futuro digno y una vida que merezca la pena vivir.

Estamos hartos de falsas promesas y políticas nada ambiciosas. Tenemos la oportunidad de actuar, de decidir sobre qué presente y futuro queremos avanzar: si hacia un modelo que sitúe el bienestar de las personas y el planeta en el centro, o mantener el actual, destruyendo vidas y territorios, explotando personas y acrecentando de forma acelerada las desigualdades, donde los únicos beneficiados son los de siempre. 

No hacer nada no es una opción: estamos en una encrucijada y la vida va perdiendo

La llegada de los fondos Next Generation EU al Estado español, si no se utilizan adecuadamente, podría seguir inclinando la balanza hacia un sistema precarizado. ¿Vamos a quedarnos sentados y permitir que este dinero se lo lleven las grandes empresas?

La respuesta es no. Para muchas jóvenes, pensar en un futuro de manera optimista es imposible. Es complicado crear soluciones a largo plazo cuando no sabemos ni lo que nos espera al día siguiente.

Necesitamos cambiar de rumbo, bajar el ritmo y hablar de necesidades, de vidas, cuerpos y ecosistemas, de salud comunitaria y planetaria.

Construyamos un nuevo sistema poniendo a las personas y al planeta en el centro. Dejemos de endeudar nuestro futuro

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