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En un mundo donde millones de personas pasan hambre, tirar comida no es solo un mal hábito, es una herida moral y un despropósito medioambiental. España, lamentablemente, es uno de los países europeos donde más alimentos se desperdician. Sin embargo, una nueva conciencia está calando en el tejido empresarial, el eslabón clave de la cadena. Según el último estudio de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), el 62 % de las empresas españolas del sector ya cuenta con una estrategia o un plan específico contra el desperdicio alimentario.
Este dato, aunque deja entrever que todavía hay un importante 38 % de compañías que necesita actuar, representa un avance muy significativo. Demuestra que la lucha contra el desperdicio alimentario ha dejado de ser una cuestión de imagen para convertirse en un pilar estratégico de la gestión empresarial, impulsado por una combinación de responsabilidad social, eficiencia económica y un nuevo marco legislativo.
Más allá de la donación: las nuevas herramientas para salvar alimentos
Tradicionalmente, la estrategia contra el desperdicio alimentario se asociaba casi exclusivamente a la donación de excedentes a bancos de alimentos. Aunque esta sigue siendo una vía fundamental, las empresas más avanzadas han desarrollado un enfoque mucho más integral que busca, ante todo, la prevención.
- Tecnología e Inteligencia Artificial: La principal causa del desperdicio alimentario en la industria y la distribución es una mala previsión de la demanda. Hoy, las empresas utilizan algoritmos de Inteligencia Artificial y Big Data para analizar patrones de consumo, predecir las ventas con una precisión mucho mayor y ajustar sus pedidos y producción para minimizar los sobrantes.
- Optimización de la cadena de suministro: Se trabaja en mejorar la logística para reducir las pérdidas durante el transporte y el almacenamiento, garantizando la cadena de frío y utilizando envases más eficientes que alarguen la vida útil de los productos.
- Colaboración con la tecnología social: La colaboración con aplicaciones como Too Good To Go se ha convertido en una herramienta masiva y eficaz. Permite a supermercados, restaurantes y fruterías dar una salida a los productos que están cerca de su fecha de consumo preferente, vendiéndolos en "packs sorpresa" a un precio reducido. Esto no solo evita que la comida acabe en la basura, sino que genera un ingreso extra y atrae a nuevos clientes.
- Jerarquía de uso: Las empresas están aplicando la "jerarquía de prioridades" que marca la ley. Primero, el consumo humano (donación). Si no es posible, la alimentación animal. Después, la industria para subproductos y, en último lugar, el compostaje o la obtención de biogás. El vertedero es siempre la última y peor opción.
El impulso de la ley supone un marco para la acción
Este cambio de mentalidad ha sido fuertemente impulsado por la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, aprobada recientemente en España. Esta normativa, pionera en muchos aspectos, establece por primera vez obligaciones claras para todos los agentes de la cadena alimentaria.
La ley obliga a las empresas a tener un plan de prevención, a medir sus niveles de desperdicio y a seguir la jerarquía de uso mencionada. Además, incentiva la donación al simplificar los procedimientos y establece un régimen de sanciones para quienes incumplan. Este marco legal ha proporcionado el empujón definitivo para que muchas empresas que aún no se lo habían tomado en serio hayan puesto en marcha sus estrategias.
Un compromiso de doble beneficio: sostenibilidad y rentabilidad
El gran motor del cambio, más allá de la ley, es que las empresas han entendido que luchar contra el desperdicio alimentario no es un gasto, sino una inversión muy rentable.
- Beneficio económico: Cada alimento que se tira es dinero perdido. Optimizar los inventarios, reducir las mermas y dar una salida comercial a los excedentes tiene un impacto directo y positivo en la cuenta de resultados.
- Mejora de la reputación y conexión con el consumidor: Los consumidores, especialmente los más jóvenes, son cada vez más exigentes con la sostenibilidad. Una empresa que demuestra un compromiso real y transparente contra el desperdicio alimentario mejora su imagen de marca y conecta mucho mejor con los valores de sus clientes.
- Atracción de talento: El compromiso social y medioambiental de una empresa es un factor cada vez más importante para atraer y retener el talento.
Aunque el camino por recorrer es largo y el reto de involucrar al 38 % restante de las empresas sigue sobre la mesa, el dato del 62 % es un motivo para el optimismo. Demuestra que, cuando la responsabilidad social se alinea con la eficiencia económica y un marco legal claro, la transformación es posible.
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