El presupuesto de desarrollo se destina al gasto militar: consecuencias y riesgos

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07/07/2025 - 09:00
La cocina de una vivienda rural improvisada en el norte de Colombia, una región profundamente afectada por la pobreza.

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En los últimos años, se ha vuelto cada vez más común que los gobiernos desvíen recursos inicialmente destinados al desarrollo social hacia el gasto militar. Esta tendencia responde a tensiones geopolíticas, presiones internacionales o amenazas de seguridad, pero tiene consecuencias graves para la población. Cuando el presupuesto público se concentra en armamento y defensa, se deja de lado la inversión en áreas esenciales como educación, salud, infraestructura y programas contra la pobreza.

La reasignación de estos fondos debilita los sistemas públicos y limita las oportunidades de progreso de millones de personas. Por ejemplo, en muchos países se observa un deterioro de la educación pública por falta de inversión, hospitales que no cuentan con insumos suficientes y obras de infraestructura paralizadas porque los recursos fueron reorientados al gasto militar. Esto no solo afecta la calidad de vida en el presente, sino que compromete el desarrollo sostenible a mediano y largo plazo.

Efectos sociales de priorizar el gasto militar y armamento

País tras país anuncian grandes cortes a sus presupuestos de ayuda mientras el clima se deteriora, los conflictos se intensifican y la inflación debilita las economías, destaca el experto en pobreza extrema, instando a los líderes mundiales a defender la protección social y no permitir que se reviertan los avances de combate a la pobreza.

Cuando se prioriza el gasto militar sobre el desarrollo social, el impacto se siente de manera directa en la población más vulnerable. La pobreza aumenta, los índices de desigualdad se agravan y se amplían las brechas sociales. Esto genera círculos viciosos: menos oportunidades educativas y laborales, mayor exclusión, y por tanto más conflictos sociales, lo cual paradójicamente podría alimentar nuevas tensiones de seguridad que justifiquen más gasto militar.

Además, el desarrollo social no solo se trata de mejorar la calidad de vida, sino de prevenir conflictos. Una sociedad educada, saludable y con oportunidades económicas tiene menos probabilidades de caer en situaciones de violencia o de ser captada por movimientos extremistas. Por eso, reducir la inversión social para fortalecer las fuerzas armadas es una decisión que puede volverse en contra de los propios objetivos de seguridad.

Caminos para proteger el desarrollo

Frente a este panorama, es fundamental que la ciudadanía exija transparencia y participación en la definición de los presupuestos públicos. Los gobiernos deben rendir cuentas sobre el destino de cada partida presupuestaria y garantizar que las prioridades nacionales no sacrifiquen el bienestar de la población.

Existen mecanismos de cooperación internacional que pueden ayudar a equilibrar la seguridad y el desarrollo, promoviendo políticas de paz, de diplomacia preventiva y de resolución de conflictos que eviten recurrir al gasto militar como única salida.

Invertir en desarrollo es la mejor forma de generar sociedades estables, resilientes y con capacidad de afrontar los retos del futuro. Por ello, el desvío de fondos destinados al progreso social hacia el gasto militar debe ser cuestionado con firmeza, pues hipoteca el futuro de millones de personas y perpetúa las desigualdades que justamente deberían erradicarse.

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