Más de 90.000 toneladas de emisiones: El coste oculto y el impacto ambiental de la guerra en Gaza

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04/08/2025 - 10:30
Niño mirando hacia el impacto ambiental de la guerra en Gaza

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La devastación de Gaza va más allá de las ruinas que llenan sus calles. Mientras la crisis humanitaria acapara los titulares, una amenaza silenciosa y de larga duración se cierne sobre la Franja: una crisis ambiental sin precedentes generada por las 36,8 millones de toneladas de escombros que han dejado más de un año de bombardeos incesantes. Un reciente estudio de las universidades de Edimburgo y Oxford revela que la simple tarea de limpiar y procesar estos restos podría liberar más de 90.000 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, un coste climático que rara vez se tiene en cuenta en las secuelas de un conflicto. Este estudio es crucial para entender el impacto ambiental de la guerra en Gaza.

El impacto ambiental de la guerra en Gaza: La huella de carbono de la destrucción

El informe, publicado en Environmental Research: Infrastructure and Sustainability, presenta la evaluación más detallada hasta la fecha sobre el costo ambiental de los conflictos armados. Entre octubre de 2023 y diciembre de 2024, los ataques aéreos israelíes generaron un volumen de escombros que, de ser apilados, cubrirían una superficie inmensa. Solo para mover este material, se necesitarían 2,1 millones de cargas de camión, un convoy que recorrería una distancia total de 29,5 millones de kilómetros, lo que equivale a darle casi 737 vueltas a la Tierra. Esta titánica labor de transporte por sí sola generaría unas 65.642 toneladas de CO₂ equivalente (CO₂e).

Pero el transporte es solo el primer paso. El siguiente desafío, aún más complejo, es el procesamiento de los escombros para su posible reutilización. Gran parte de estos restos son de hormigón que, si se tritura, podría ser reutilizado en la construcción de carreteras, bloques o defensas costeras. Aquí es donde la falta de infraestructura agrava el problema y aumenta el impacto ambiental de la guerra en Gaza.

Un futuro de 37 años y más emisiones

El estudio plantea dos escenarios drásticamente distintos para la reconstrucción. En el escenario más optimista, donde el 80 % del material pudiera ser reutilizado, se necesitarían 50 trituradoras industriales de alta capacidad, equipos que actualmente no existen en Gaza. Con esta maquinaria, el procesamiento de los escombros podría completarse en poco más de seis meses, generando unas 2.976 toneladas de CO₂e.

Sin embargo, la realidad es mucho más sombría. Si se utilizaran las trituradoras pequeñas disponibles localmente, la tarea se extendería a más de 37 años, liberando una cantidad mucho mayor de emisiones: 25.149 toneladas de CO₂e. Este lapso de tiempo no solo alarga el proceso de reconstrucción hasta la siguiente generación, sino que también prolonga el impacto ambiental de la guerra en Gaza, convirtiendo la Franja en un vertedero de escombros durante décadas.

Peligros ocultos y un riesgo urgente

Además del desafío climático, el estudio resalta otros peligros más inmediatos. Muchos de los escombros no son inertes; contienen restos humanos no identificados, materiales tóxicos como el asbesto y posibles municiones sin explotar.

La permanencia de estos residuos en el paisaje urbano representa una amenaza directa para la salud pública de los más de dos millones de palestinos. La espera, en este contexto, no es una pausa neutral: contamina el aire, el agua y pone en riesgo la vida de la población, agravando el impacto ambiental de la guerra en Gaza.

Una nueva era de rendición de cuentas climática

La metodología utilizada por los investigadores se basa en imágenes satelitales de alta resolución, modelos de aprendizaje automático y análisis de redes viales. Estas tecnologías permiten evaluar con una precisión sin precedentes la magnitud de la destrucción y su impacto ambiental de la guerra en Gaza. Nicholas Roy, coautor del estudio, destaca que estos avances tecnológicos están permitiendo, por fin, cuantificar el verdadero costo climático de las guerras modernas, un área que históricamente ha sido ignorada en las contabilidades internacionales.

Este informe se suma a una creciente ola de investigaciones que exigen que se contabilicen los daños ecológicos de los conflictos armados. El impacto ambiental de la guerra en Gaza nos recuerda la urgencia de estas exigencias. Según un cálculo reciente, las operaciones militares a nivel global son responsables de aproximadamente el 5,5 % de las emisiones totales de carbono, una cifra que supera las del transporte marítimo y la aviación civil. A pesar de esto, no existe ninguna obligación para que los Estados reporten estas emisiones a las Naciones Unidas, dejando un gran vacío en la responsabilidad ambiental global.

Mientras la comunidad internacional se enfoca en la ayuda humanitaria, el legado invisible de la guerra en Gaza exige una atención urgente. El camino hacia la reconstrucción no solo será largo y costoso en términos de recursos y tiempo, sino que también dejará una profunda y duradera cicatriz en el medio ambiente del planeta.

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