Menos sintaxis y más aprender a comunicarnos en Lengua Castellana y Literatura

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08/11/2021 - 08:32
Clase de Lengua Castellana y Literatura en el instituto público Benicalap de Valencia, a finales de octubre..

Lectura fácil

Muchas personas piensan que en la asignatura de Lengua Castellana y Literatura (y, por extensión, aquellas en las que se estudian lenguas maternas en las comunidades bilingües) los alumnos de primaria y secundaria deben dirigir sus esfuerzos a mejorar las cuatro destrezas (a saber: hablar, escuchar, leer y escribir) y luego, están aquellos que creen que la asignatura de Lengua tiene entidad por sí misma y no debe concebirse solo como un instrumento.

Ante estas dos Españas, el Gobierno planea un cambio profundo en la manera en que se enseña la asignatura de Lengua Castellana y Literatura en la ESO (de los seis a los 16 años) y el Bachillerato.

El borrador del nuevo currículo, que es la norma que regula cómo debe impartirse la materia, pone el acento en desarrollar la capacidad de los alumnos para comunicarse oralmente y por escrito, así como su comprensión lectora, en detrimento del tradicional análisis sintáctico de las oraciones.

La enseñanza de la literatura también cambia, con un enfoque que trata de evitar que consista en un relato histórico en el que se suceden autores y obras a un ritmo tan rápido que los alumnos con frecuencia no tienen tiempo de leerlas.

Los cambios, pendientes de su publicación en el Boletín Oficial del Estado, empezarán a aplicarse el curso que viene

Dos de las personas que han elaborado y revisado el borrador, Guadalupe Jover, que ha sido profesora de Lengua y Literatura en institutos durante 35 años, y Rosa Linares, que lleva siéndolo 17, subrayan para EL PAÍS que el planteamiento no es en realidad tan novedoso. Muchos docentes llevan tiempo aplicando buena parte de los elementos de este modelo de enseñanza más competencial, impulsado por la Unión Europea y la OCDE, y que la mayoría de los países desarrollados han implantado en los últimos años.

El grupo de aquellos que se muestran partidarios de eliminar contenidos como la sintaxis, la morfología, la semántica, los análisis de textos, las variedades del español, etcétera, son el grupo más numeroso, nutrido, sobre todo, por una gran mayoría de estudiantes que afirma aquello tan manido de “¿y esto a mí para qué me sirve?”.

Hablar y escribir correctamente son herramientas absolutamente fundamentales para que cualquier adulto pueda acceder a un puesto de trabajo, para que pueda continuar sus estudios o para realizar acciones cotidianas; por no hablar de la comprensión lectora, base fundamental para que los niños entiendan y puedan resolver los famosos problemas de matemáticas que tanto les cuestan.

Sin embargo, asumir que la asignatura de Lengua debe ser la única responsable de que estos aprendizajes tengan lugar, dejando de lado para ello, si es necesario, contenidos propiamente lingüísticos, es un error.

La enseñanza de la lectura

Este, como decíamos, debe ser un objetivo en el que, además del profesorado de Lengua, deben participar los docentes del resto de áreas y etapas, al tratarse de una competencia común que trasciende las fronteras de las disciplinas. La falta de destrezas de comprensión lectora está en la entraña misma del fracaso escolar, afirma Jover.

Sin quitarle importancia al resto de apartados que componen el currículo ―como la producción de textos escritos―, la profesora menciona como segundo elemento que gana protagonismo la enseñanza de la comunicación oral, tanto en su vertiente formal, esto es, la capacidad de los chavales de realizar exposiciones o participar en mesas redondas y debates, como en los usos informales: “Aprender a decir lo que queremos decir sin meter el dedo en el ojo al de enfrente; discrepar, o incluso quejarnos o protestar de manera constructiva y respetuosa con el interlocutor; aprender a resolver de manera dialogada los conflictos, etcétera”.

El nuevo currículo de la materia establece 10 competencias que los alumnos deben adquirir al concluir la etapa, ocho de las cuales están relacionadas con la capacidad de comunicación de los alumnos, incluida de aprender a “seleccionar y contrastar información, evaluando su fiabilidad y pertinencia”.

Una queja habitual entre los profesores de Lengua, y también entre los alumnos, es que muchos contenidos se repiten cada año

El nuevo currículo intenta evitar la sensación de bucle y la compartimentación de los elementos a aprender, intentando que varios de ellos coincidan en la misma tarea.

Todos recordamos salir a la pizarra a analizar oraciones. Morfología y sintaxis, disciplinas inútiles donde las haya habida cuenta de que para hablar y escribir no necesitamos saber lo que es un complemento directo.

Las relaciones semánticas entre las palabras deben ser atendidas todos los cursos. Pero esto no significa que cada año debamos someter al alumnado a memorizar las definiciones de sinonimia, polisemia, antonimia…, sino habilitar contextos comunicativos de complejidad creciente en los que el alumnado vaya ampliando y enriqueciendo su acervo léxico a partir de tareas de lectura y escritura.

Defensa de las “variedades meridionales del español”

Sabemos que en España, además de las lenguas reconocidas en la Constitución y otras tantas no reconocidas, pero sí habladas (como el bable o el aranés), tenemos dos lenguas signadas: la española y la catalana, que no son “traducciones” del español y el catalán.

En fin, que la enseñanza de contenidos lingüísticos en la asignatura de Lengua nos permite aprender multitud de cosas útiles, la mayor parte de las cuales no se han mencionado aquí por cuestión de espacio; y esto a pesar de que la utilidad no debe ser un criterio para aprender (también sabemos comer aunque no estudiemos biología o dar una patada a un balón aunque no estudiemos física).

Así pues, enseñemos a nuestros niños a hablar y escribir, a escuchar y a leer, pero no a costa de los contenidos de la asignatura de Lengua. Y con respecto a los contenidos de Lengua, enseñémoslos bien, con rigor, ajustándonos a la ciencia y a la descripción de la realidad (pero ese es otro tema del que hablaremos otro día).

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