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El loro, una de las aves más carismáticas y reconocidas del planeta, se encuentra también entre las más amenazadas. Aunque se suele hablar del tráfico internacional como la causa principal, un estudio reciente enfoca la atención en un problema menos visible: la captura ilegal para el mercado doméstico.
El comercio local de loros: una amenaza silenciosa para su conservación
Los loros, conocidos por su colorido plumaje y capacidad para imitar sonidos, enfrentan serias amenazas a su supervivencia. Aunque muchas veces se señala al tráfico internacional como el mayor peligro, recientes investigaciones revelan que la captura ilegal para el mercado interno es igual de preocupante.
En algunos países, especialmente en Sudamérica, estas aves son extraídas de la naturaleza para satisfacer la demanda de mascotas dentro del mismo territorio, una práctica que pasa desapercibida, pero tiene un fuerte impacto en sus poblaciones silvestres.
Durante varios años, los esfuerzos de conservación se han centrado en frenar el comercio ilegal a gran escala, especialmente hacia Estados Unidos y Europa. Sin embargo, en países como Bolivia, donde se realizó el estudio liderado por Pedro Romero del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el comercio internacional ha disminuido significativamente. A pesar de ello, la captura de loros continúa, ahora impulsada por la demanda de mascotas dentro del propio país.
Según Romero, este fenómeno representa un riesgo enorme, pues ha pasado desapercibido durante mucho tiempo. “En Bolivia, gran parte de la extracción de loros ya no tiene como destino el extranjero, sino los hogares locales”, explica.
Una extracción insostenible
El estudio, publicado en Biological Conservation, introduce una metodología innovadora para estimar cuántos loros son capturados cada año. A través de un trabajo de campo de cinco años, los investigadores combinaron observación directa en mercados con encuestas en zonas rurales.
De esta manera, lograron una estimación más completa, considerando también a los ejemplares que nunca llegan a los mercados urbanos.
El resultado es alarmante: entre 300.000 y 500.000 loros son extraídos anualmente en Bolivia. Esta cifra, según los investigadores, es insostenible para las poblaciones silvestres. Algunas especies, especialmente aquellas de distribución restringida, están al borde del colapso.
Las cifras del estudio se suman a una preocupación global: cerca del 30 % de las especies están en peligro de extinción, porcentaje que en América Latina asciende hasta un 40 %. Esta vulnerabilidad se debe, en gran parte, a su belleza y capacidad para imitar sonidos, lo que los convierte en mascotas deseadas.
Además, la destrucción de su hábitat natural contribuye a su declive. “La pérdida de bosques y la captura ilegal forman una combinación letal”, indica Romero.
El papel de las leyes internacionales
Aunque las regulaciones en países desarrollados han reducido el comercio exterior, no han frenado el tráfico interno. Esto demuestra que, si bien las políticas internacionales son fundamentales, no son suficientes. Es necesario actuar también a nivel local, con campañas de educación y mayor vigilancia.
El estudio concluye con un mensaje claro: sin un cambio profundo en la percepción y tratamiento del comercio de loros dentro de los países de origen, muchas especies podrían desaparecer. “Debemos mirar más allá del tráfico internacional y entender que el problema también está en casa”, advierte Romero.
La conservación de estas aves depende ahora no solo de leyes, sino del compromiso de las comunidades locales para protegerlas.
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