Macrogranjas: El gran conflicto de la España Vaciada

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18/01/2022 - 09:24
Macrogranja

Lectura fácil

La palabra macrogranjas ha estado en la boca de decenas de políticos en la última semana sin que haya una definición clara sobre qué son y cómo se regulan.

Aunque el prefijo de ‘macro’ apunta a su tamaño, los expertos de Newtal advierten del error: las macrogranjas no siempre son las explotaciones más grandes, sino que el término se refiere a un modelo de producción poco sostenible y con unas características concretas.

Se trata de un asunto que tiene implicaciones socioeconómicas, medioambientales y de bienestar animal, que invita a revisar nuestro modelo de alimentación y consumo.

¿Qué son las macrogranjas?

Tradicionalmente, la ganadería se divide en extensiva (con alimentación por pastoreo) e intensiva (con animales criados en naves y con una alimentación a base de piensos). En esa línea están los extremos: por el lado de la extensiva, lo más radical sería la ganadería orgánica o ecológica, y por el lado de la intensiva, la ganadería industrial o lo que se ha llamado macrogranjas, explica a Newtral.es Luis Ferreirim, de Greenpeace.

Pero en toda esa gama hay grises y las fronteras entre un modelo y otro no están claramente delimitadas (salvo en porcino). Esta falta de definición hace que las propias comunidades autónomas nieguen tener macrogranjas en su territorio. 

Ahora bien, para orientarnos podemos tomar como criterio el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, donde se recogen datos acerca de las emisiones de la actividad industrial al medio ambiente. En él se establece una categoría donde se incluyen las explotaciones avícolas con más de 40.000 plazas para gallinas ponedoras y las explotaciones porcinas con más de 2.000 plazas para cerdos de cebo de más de 30 kg. Atendiendo a estos criterios, existen 3.415 explotaciones en España con estas características.

De todos modos, las llamadas “macrogranjas” no se caracterizan solo por el notable número de animales, sino también por otras características, como su relación con el entorno (por ejemplo, normalmente se consumen insumos importados de lugares lejanos). 

¿Qué es una ganadería que sale todos los días una hora? Pues es bastante extensivo, pero ¿qué es una ganadería que solo sale tres meses al año? Es muy difícil acotarlo.

Desde la organización ambientalista WWF elaboraron una propuesta con más de 40 expertos para solicitar al Gobierno que delimite cada modelo productivo y, a partir de esas definiciones, adoptar unas políticas públicas u otras, pero por ahora el Ejecutivo no ha tomado ninguna decisión.

Objetivo: alimentar y utilizar a los animales lo más rápidamente posible y bajo cualquier condición

... y todo ello para maximizar los beneficios. Y según datos de Greenpeace, en España lo hacemos con una eficacia siniestra: el número de vacas se ha duplicado y el de cerdos se ha multiplicado por 5 en nuestro país desde los años 60. Estamos hablando de millones de animales. 

Pero no les basta con eso, y estas corporaciones quieren seguir expandiéndose: Valle de Odieta, la empresa detrás de la explotación de 5.000 vacas en Caparroso (Navarra), ha proyectado una aún mayor en Noviercas (Soria) para ¡23.520 animales! Sería la más grande de Europa.

Las consecuencias son terribles: contaminación de aguas, emisiones de efecto invernadero, uso de enormes extensiones de tierras, deforestación para pastos y para cultivo de alimento para ganado, daños a la salud y abusos a los animales. Además, son una falsa solución contra el despoblamiento rural.

¿Qué hay de la calidad de la carne?

Eroski apunta en un análisis, que una carne barata de cerdo blanco procedente de una explotación intensiva puede tener “la misma calidad” que otra muy cara y procedente de cerdo ibérico criado en extensivo —si ambas responden a nuestras expectativas—, aunque coloquialmente entendemos que la primera tiene “menos calidad” que la segunda porque, en general, las características de esta última son mejores (por ejemplo, en términos de sabor, aroma, textura, etc.).

En cualquier caso, ambas responden a la perfección a dos de las principales expectativas que tenemos cuando compramos carne: que sea segura y que aporte los nutrientes que esperamos encontrar (proteínas, vitaminas, minerales, etc.).

Los pros y los contras de las macrogranjas y la ganadería extensiva

España sería un desierto si no hubiera ganadería extensiva, porque habría ardido ya de punta a punta.  La ganadería extensiva beneficia a toda la sociedad, no solo a los consumidores de sus productos, por ejemplo, en la prevención de incendios, en la generación de biodiversidad para mantener sistemas pastorales y como se trabaja con bajas cargas ganaderas, se consigue hacer secuestro de carbono en el sistema, lo que ayuda a mitigar el cambio climático la contaminación; por tanto, es un beneficio más allá del producto; pero, este, ni se reconoce en la PAC (Política Agraria Comunitaria) ni lo paga el mercado, porque el consumidor, en su incongruencia, quiere carne y leche al menor precio.

Las explotaciones extensivas también generan más arraigo al lugar, combatiendo la despoblación rural.

La intensiva no cuenta con esos beneficios ambientales. Organizaciones ecologistas como Greenpeace alertan del impacto de las macrogranjas, responsables en gran medida de la contaminación de acuíferos por la que la Comisión Europea ha llevado a España ante el Tribunal Europeo. 

Sin embargo, permite conseguir productos muy homogéneos, con menos incertidumbre y bajo un mayor control, lo que da ventajas competitivas en los costes y, por tanto, permite ofrecer precios más bajos.

Por otra parte, algunas granjas industriales permiten aprovechar las economías de escala e invertir en medidas de bioseguridad, control ambiental, gestión de residuos o hasta producción de biogás. 

El principal problema para la ganadería extensiva es que el mercado no sabe distinguir entre una carne de una procedencia u otra. 

Bienestar animal

Uno de los temas más delicados y preocupantes cuando se habla de ganadería es el maltrato animal. A menudo se utiliza este término de un modo coloquial y se aplica de forma subjetiva según la sensibilidad de cada persona. Por ejemplo, algunas personas consideran que mantener un ave dentro de una jaula la mayor parte de su vida constituye un maltrato animal.

Pero si atendemos a las consideraciones legales, veremos que se aplican unos criterios concretos, que a veces difieren con esa visión (por ejemplo, en lo que respecta al espacio disponible para los animales). En cualquier caso, la legislación prohíbe expresamente prácticas como las agresiones a los animales o la desatención de enfermedades, así que si eso sucede, se incurre en un delito, independientemente del sistema productivo.

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