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Los leones y los osos polares son considerados los reyes de la caza en el reino animal. Sin embargo, un reciente estudio internacional demuestra que algunos de los depredadores más eficaces no rugen ni merodean por la sabana, sino que revolotean en los bosques tropicales de Panamá. Se trata de los murciélagos de labios con flecos (Trachops cirrhosus), pequeños mamíferos que, según la ciencia, pueden ser tan o incluso más eficientes que los grandes carnívoros en sus técnicas de caza.
La investigación fue realizada por un equipo de seis científicos de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales (Panamá), cuyos resultados fueron publicados en la prestigiosa revista Current Biology.
Un experimento con “mochilas” tecnológicas
Para conocer cómo cazan estos discretos carnívoros, los investigadores colocaron pequeñas mochilas de monitoreo biológico a 20 de estos mamíferos con alas. Estos dispositivos registraban de manera continua sus movimientos, sonidos y los ruidos del entorno. Gracias a esta tecnología de alta precisión, fue posible observar con detalle cómo se comportan durante sus incursiones nocturnas.
Los datos obtenidos revelaron un comportamiento inesperado: lejos de alimentarse solo de insectos, acechan y cazan presas de gran tamaño, como ranas, aves y pequeños mamíferos. Utilizan una combinación de sigilo y audición extremadamente sensible para detectar los sonidos de sus víctimas, especialmente los cantos que emiten las ranas durante el apareamiento.
En una sola noche, pueden llegar a consumir casi su propio peso corporal, unos 30 gramos, lo que los convierte en uno de los depredadores energéticamente más eficientes del planeta.
En la naturaleza, el tamaño del depredador suele dictar sus posibilidades. Los grandes cazadores, como los leones o los osos polares, poseen reservas energéticas suficientes para resistir los fracasos y recuperarse tras largas persecuciones. En cambio, los pequeños animales con un metabolismo acelerado, como los roedores o la mayoría de los murciélagos, no pueden permitirse el lujo de desperdiciar energía: necesitan alimentarse casi constantemente con presas fáciles y abundantes.
Sin embargo, el Trachops cirrhosus desafía esa lógica. Esta especie, junto a otras ocho conocidas, forma parte del reducido grupo de murciélagos carnívoros que obtiene más de la mitad de su energía de vertebrados, no de insectos.
La pregunta que impulsó el estudio fue clara: ¿cómo logra un animal tan pequeño sobrevivir cazando presas grandes y escasas, cuando la mayoría de sus semejantes evita precisamente ese riesgo?
Los murciélagos son cazadores pacientes y precisos
Los investigadores esperaban encontrar a estos murciélagos capturando pequeñas ranas túngara en grandes cantidades. Pero la realidad fue muy distinta. Las grabaciones demostraron que adoptan una estrategia de acecho similar a la de los grandes felinos. Pasan la mayor parte del tiempo quietos, escuchando atentamente, y solo atacan cuando la oportunidad es óptima.
Según las mediciones, los animales permanecen inmóviles el 89% del tiempo y realizan vuelos breves para atrapar a sus presas. La mayoría de esos desplazamientos dura menos de tres minutos, y un ataque promedio apenas ocho segundos.
A pesar de su tamaño, su efectividad es impresionante: logran cazar con éxito en el 50% de sus intentos, una tasa muy superior a la de los leones (14%) o los osos polares (2%).
La investigadora Leonie Baier, de la Universidad de Aarhus y del STRI, lo resume así: “Fue increíble descubrir que estos murciélagos cazan como grandes depredadores atrapados en cuerpos diminutos. No vuelan sin descanso, sino que esperan con paciencia, atacan con precisión y, a veces, capturan presas enormes”.
Comidas de largo aliento
El tamaño de las presas sorprendió incluso a los propios científicos. En promedio, las víctimas pesaban un 7% del peso corporal del murciélago, lo que equivaldría a que una persona de 70 kilos se comiera una comida de cinco kilos.
En ocasiones, capturaron animales casi tan grandes como ellos, como la rana arborícola gladiadora de Rosenberg, que puede alcanzar los 20 gramos. Gracias a las grabaciones acústicas, los investigadores pudieron estimar el tamaño de las presas según el tiempo que tardaban los murciélagos en masticarlas: una comida podía prolongarse hasta 84 minutos.
Los ejemplares más viejos resultaron ser los cazadores más hábiles, lo que sugiere que la experiencia mejora la eficiencia en la caza.
Un vistazo al bosque a través de los oídos
La combinación de sonido y movimiento capturada por los dispositivos permitió reconstruir con precisión las secuencias de caza. “Pudimos experimentar el bosque a través de los oídos de los murciélagos”, explica Laura Stidsholt, profesora adjunta de la Universidad de Aarhus.
Según Stidsholt, el estudio revela un mundo oculto de paciencia, precisión y supervivencia en la oscuridad, donde un pequeño mamífero logra lo que parecería imposible: cazar como un león, pero con las alas de un murciélago.
 
 
 
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