La mayoría de los pacientes asmáticos en España convive con rinitis alérgica

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04/08/2025 - 15:30
Rinitis alérgica y asma

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Más del 70 % de los pacientes asmáticos en España también padecen rinitis alérgica, dos enfermedades respiratorias que continúan en aumento debido a factores como la contaminación y el cambio climático. Estas afecciones, que afectan especialmente a niños y adolescentes, impactan significativamente en la calidad de vida y requieren un abordaje integral para su diagnóstico y tratamiento efectivos.

Alta relación entre el asma y la rinitis alérgica en España

En España, un alto porcentaje de personas que padecen asma también sufre rinitis alérgica. Esta coexistencia de enfermedades respiratorias es mucho más común de lo que se suele pensar.

Según datos recogidos por sociedades médicas, más del 70 % de los pacientes asmáticos convive también con síntomas de rinitis alérgica, una combinación que complica el diagnóstico y el tratamiento de ambas afecciones.

Tanto el asma como la rinitis alérgica no solo alteran la rutina diaria de quienes las padecen, sino que también representan un importante reto para el sistema de salud. Se estima que uno de cada cinco españoles sufre alguna patología respiratoria de origen alérgico.

Los síntomas, como la congestión nasal, estornudos, tos persistente o falta de aire, reducen la calidad de vida y limitan actividades cotidianas, especialmente en épocas de mayor exposición a alérgenos.

Niños y adolescentes, entre los más afectados

La prevalencia de estas enfermedades es especialmente notable entre la población infantil. Varios estudios internacionales han detectado que la rinoconjuntivitis afecta a casi el 15 % de los adolescentes españoles de entre 13 y 14 años.

En niños más pequeños, de entre 6 y 7 años, la cifra ronda el 8,5 %. Además, cerca del 35 % de los adolescentes presenta síntomas recientes de rinitis alérgica, y casi uno de cada cinco sufre también afectación ocular.

Factores que agravan la situación

El incremento de estos trastornos respiratorios en las últimas décadas está vinculado a varios factores ambientales. Entre los más señalados se encuentran el cambio climático y la contaminación atmosférica. La polución no solo provoca irritación directa en las vías respiratorias, sino que también potencia la acción de los alérgenos naturales, como el polen.

El calentamiento global, por su parte, ha alterado los ciclos naturales de polinización. Las temporadas son ahora más largas y con mayor presencia de partículas alergénicas en el aire. A esto se suman fenómenos extremos como tormentas, que pueden desencadenar crisis respiratorias intensas, conocidas como “asma por tormenta”.

En los últimos años, el diagnóstico del asma alérgica ha mejorado gracias al uso de biomarcadores específicos y pruebas de alergia más precisas. Además, han surgido nuevos tratamientos biológicos dirigidos a casos graves que no responden a la medicación tradicional. Medicamentos como el omalizumab o el dupilumab han demostrado ser eficaces para reducir las crisis asmáticas y mejorar la función pulmonar.

El papel del tratamiento y la educación sanitaria

A pesar de los avances médicos, sigue existiendo un problema importante: muchos pacientes de rinitis alérgica no utilizan correctamente los inhaladores prescritos. Se estima que hasta el 50 % no sigue adecuadamente el tratamiento, lo que dificulta el control del asma y agrava los síntomas.

La detección temprana, la educación sanitaria y la correcta adherencia al tratamiento son claves para mejorar el pronóstico de estas enfermedades. Reconocer señales como la tos nocturna, la dificultad respiratoria o la congestión nasal prolongada puede marcar la diferencia en la calidad de vida de millones de personas.

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