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La soledad no deseada continúa extendiéndose entre la juventud española y se consolida como uno de los grandes desafíos de salud pública del presente. Así lo refleja el Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2025, presentado este jueves, un informe que vuelve a situar el foco en el bienestar emocional de quienes tienen entre 15 y 29 años. La investigación, elaborada por Fundación Mutua Madrileña y Fad Juventud, recopila las respuestas de más de 1.500 jóvenes encuestados durante la primavera de este año y dibuja un panorama donde conviven avances moderados con señales preocupantes.
La soledad no deseada, una experiencia casi universal
Uno de los datos más llamativos es el que tiene que ver con la soledad. El 87,5% de los jóvenes asegura haber sentido soledad no deseada en el último año, una cifra que no solo es elevada sino que supone un retroceso respecto a 2023, cuando el porcentaje se situó en el 81,6%. Además, uno de cada cuatro (26,5%) afirma vivir esta sensación de manera frecuente.
Las diferencias entre sexos son claras: las chicas se sienten más solas, con solo un 7,9% que asegura no haber experimentado esta sensación, frente al 15,4% de los chicos.
Durante la presentación, la socióloga Margarita Marí-Klosé defendió la necesidad de repensar los indicadores de soledad, tradicionalmente orientados hacia las personas mayores. Según señaló, la soledad debe interpretarse también como un mecanismo de alerta: “No es un trastorno, es una señal de seguridad, igual que el hambre o la sed. Pero cuando se vuelve persistente o intensa puede convertirse en un factor de riesgo de otros problemas”, advirtió.
Salud mental: ligera mejora, pero sin recuperar niveles previos a la pandemia
El informe confirma una mejora discreta en los indicadores de salud mental, pero que aún queda lejos de los niveles previos a 2020. Este año, el 54,7% de los jóvenes reconoce haber sufrido algún malestar emocional, una cifra cinco puntos menor que en 2023 pero casi el doble de la registrada en 2017, cuando solo el 28,4% manifestó haber tenido problemas de este tipo.
Las diferencias de género se repiten: seis de cada diez chicas han padecido malestares psicológicos, frente a cinco de cada diez chicos. Además, la incidencia aumenta notablemente entre quienes han superado los 20 años.
Cansancio, apatía y ansiedad: los síntomas que no ceden
El cansancio y la apatía se mantienen como los problemas más reportados, presentes en el 52,3% de los jóvenes. Les siguen las dificultades de concentración (47,6%) y la tristeza (45%). Aunque muchos de los síntomas descienden respecto a los picos de 2021, hay tres que continúan creciendo: el cansancio persistente, la somnolencia continua y la ansiedad.
De hecho, tanto la falta de sueño como la ansiedad alcanzan este año el mismo nivel: 39,8%. La ansiedad, en particular, es el único síntoma que no ha dejado de aumentar desde 2021.
Imagen corporal y salud: crece la preocupación, sobre todo entre mujeres
Otra tendencia destacada es el aumento de la preocupación por la imagen. En solo dos años, la proporción de jóvenes que dice preocuparse por su aspecto físico ha pasado del 57,7% al 70,5%. El salto se observa con especial claridad entre las mujeres y los grupos de menor edad.
También se incrementa la inquietud general por la salud, que alcanza el 72,3%, una cifra seis puntos superior a la de 2023. Este interés parece traducirse en cambios de hábitos: el porcentaje de jóvenes que afirma llevar un estilo de vida saludable crece del 60,5% al 68,1%. La práctica deportiva casi diaria se duplica respecto a 2021 (del 21,1% al 42,6%) y la alimentación consciente aumenta del 38% al 56,2%.
Una percepción de salud más optimista, aunque con matices
Tras el desplome de 2021, la percepción general de la salud mejora. Este año, el 65% de los jóvenes califica su salud como buena o muy buena, lo que corta una tendencia descendente iniciada en 2017. Sin embargo, aún se está lejos del 86,7% registrado antes de la pandemia.
Los autores del barómetro lo resumen así: “Se consolida una visión más optimista, pero persisten vulnerabilidades claras en ámbitos como la salud mental, la soledad y las desigualdades de género y edad”.
Menos ideación suicida, pero la autolesión preocupa
El informe también señala una reducción de la ideación suicida: en 2025, un 43% de los jóvenes afirma haber tenido pensamientos suicidas alguna vez, frente al 48,9% de 2023. Aun así, el 7,6% reconoce haberlos experimentado frecuentemente.
Por primera vez, se distingue entre ideas suicidas y prácticas autolesivas no suicidas. El 21,4% ha tenido ideas autolesivas y un 16,5% ha llevado a cabo este tipo de conductas. Las mujeres y los más jóvenes vuelven a ser los grupos más afectados: más de la mitad ha experimentado alguna forma de ideación o práctica autolesiva.
Las ideas suicidas más habituales incluyen sentir que la vida no merece la pena (20,8%), desear estar muerto (19%) o pensar en quitarse la vida sin intención real de hacerlo (23,4%). Un 11,4% llegó a planearlo y un 6,2% lo intentó. Aun así, el 56% nunca ha experimentado estas ideas.
Falta de espacios de escucha y corresponsabilidad institucional
En el coloquio posterior, el psicólogo Pablo R. Coca subrayó que los adolescentes desean hablar, pero carecen de espacios adecuados: “Hay jóvenes que casi no ven a sus padres por motivos de conciliación, y eso dificulta la creación de vínculos”, explicó.
Desde el Consejo de la Juventud, su vicepresidenta Pilar Blasco recordó que las instituciones también tienen responsabilidad en abordar estos problemas. Una idea compartida por Beatriz Martín Padura, directora de Fad Juventud, quien señaló que el bienestar no puede entenderse como un asunto puramente individual.
Por su parte, Lorenzo Cooklin, director general de Fundación Mutua Madrileña, advirtió: “No debemos bajar la guardia. La prevención del suicidio y la lucha contra la soledad no deseada deben seguir siendo prioridades”.
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