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Divagar ocurre cuando la mente se aleja del tema principal y comienza a pensar en cosas no relacionadas. Es algo muy común y natural, una forma en que el cerebro se desconecta para descansar o buscar nuevas ideas, aunque a veces pueda distraernos cuando necesitamos concentración.
A la hora de hablar sobre el aprendizaje, muchos dudamos ante este suceso, sin embargo, puede ser clave en el desarrollo del cerebro y de los más jóvenes.
¿Qué significa divagar?
Divagar es cuando nuestra mente se aleja del tema o tarea principal en la que estamos concentrados y comienza a pensar en cosas que no tienen relación con lo que deberíamos estar haciendo. Por ejemplo, imagina que estás leyendo un libro, pero de repente empiezas a pensar en qué vas a cenar o en un recuerdo del pasado.
Este fenómeno es muy común y ocurre con casi todas las personas. No significa que estemos siendo descuidados o flojos, sino que nuestro cerebro, por naturaleza, a veces busca otros caminos o temas. A veces, esto sucede de manera involuntaria, cuando nuestra mente se siente cansada o abrumada, o simplemente cuando la tarea es aburrida o no requiere mucha concentración.
La divagación mental suele aparecer en momentos en que estamos realizando actividades repetitivas o poco desafiantes, como lavar los platos, caminar o incluso escuchar una clase que no capta completamente nuestra atención. En esos instantes, el cerebro aprovecha para “escaparse” y pensar en otros asuntos.
Esta desconexión puede ser vista como una distracción, pero también es una manera que tiene nuestro cerebro para descansar y reorganizar ideas, también para mejorar aspectos de nuestro aprendizaje. Sin embargo, si sucede con mucha frecuencia en momentos que requieren concentración, puede afectar nuestro desempeño y generar frustración.
Beneficios inesperados de divagar
Aunque en muchas ocasiones se piensa que divagar es solo perder el tiempo, en realidad tiene beneficios que la ciencia ha empezado a descubrir de cara a aspectos señalados como el propio aprendizaje. Por ejemplo, algunos estudios indican que dejar que la mente viaje libremente puede ayudar a resolver problemas, fomentar la creatividad y hasta mejorar la memoria.
Cuando divagamos, el cerebro activa redes neuronales que están relacionadas con la imaginación y la reflexión interna. Estas redes permiten que se formen nuevas conexiones entre ideas, lo que puede facilitar encontrar soluciones innovadoras o entender mejor ciertos temas. Esto también se relaciona con aspectos concretos en nuestro aprendizaje.
La relación entre divagar y el aprendizaje
Varias investigaciones han mostrado que la divagación no siempre perjudica el aprendizaje. En tareas simples, donde no es necesaria una atención constante, divagar puede incluso ayudar a procesar mejor la información. Esto se debe a que durante esos momentos la actividad cerebral se parece a la que ocurre en el sueño, un estado que ayuda a consolidar lo aprendido.
Además, la divagación espontánea, la que ocurre sin que uno lo intente, tiene más efectos positivos que la divagación intencional, en la que uno decide conscientemente pensar en otra cosa. Esto podría significar que dar un “respiro” a la mente, sin forzarla, contribuye a mejorar nuestro rendimiento en ciertas actividades, así como a mejorar nuestro propio aprendizaje.
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