Aranceles a los medicamentos: la nueva amenaza para el acceso a tratamientos en Europa

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09/10/2025 - 09:02
Medicamentos

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En un mundo globalizado, la salud se ha convertido en una intrincada red de colaboración internacional. Las cadenas de suministro de medicamentos son complejas, y la investigación para un nuevo fármaco puede empezar en un laboratorio de Alemania, continuar en Estados Unidos y fabricarse en Irlanda. Sin embargo, este delicado ecosistema se enfrenta ahora a una amenaza que nada tiene que ver con la ciencia: la guerra comercial. El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, que contempla la imposición de aranceles a los medicamentos del 15 % exportados desde Europa, ha encendido todas las alarmas en el sector sanitario.

Lo que sobre el papel es una medida de política comercial, en la práctica se traduce en una barrera que, según advierten al unísono la industria farmacéutica y las asociaciones de pacientes, pone en grave riesgo el acceso a tratamientos, la capacidad de innovación y la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. Es una decisión que, lejos de ser "mutuamente beneficiosa", podría tener un coste humano incalculable.

Un golpe económico de 18.000 millones que frena la investigación

La primera consecuencia de los aranceles a los medicamentos es puramente económica, pero su onda expansiva va mucho más allá. Según una primera estimación de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia) y de su homóloga española, Farmaindustria, esta tasa del 15 % supondrá un coste adicional de 18.000 millones de euros para las compañías farmacéuticas europeas.

A diferencia de otros sectores, la industria farmacéutica no puede, simplemente, repercutir este sobrecoste en el precio final del producto. Los precios de los medicamentos innovadores están regulados y negociados con las administraciones públicas de cada país. Por tanto, este nuevo coste multimillonario saldrá directamente de los márgenes de las compañías. Y cuando los márgenes se reducen de forma tan drástica, la primera partida que sufre es siempre la más arriesgada y la más costosa: la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D).

La creación de un nuevo medicamento es un proceso que dura más de una década y cuesta, de media, más de 2.500 millones de euros. Recortar la inversión en I+D significa, inevitablemente, ralentizar o directamente cancelar proyectos de investigación para enfermedades que hoy no tienen cura, desde nuevos tipos de cáncer hasta el alzhéimer. Los aranceles a los medicamentos, por tanto, no son solo un impuesto al comercio; es un freno a la innovación y a la esperanza de millones de pacientes.

El impacto directo en el paciente, menos acceso y cadenas de suministro más frágiles

Más allá del impacto a largo plazo en la investigación, las consecuencias para los pacientes pueden ser mucho más inmediatas.

  • Riesgo para el acceso a medicamentos innovadores: El encarecimiento de la exportación puede desincentivar que las compañías lancen sus nuevos y más avanzados tratamientos en mercados menos rentables, o que se retrasen las negociaciones de financiación con los sistemas públicos de salud. Esto podría agravar un problema que ya existe en Europa, donde la disponibilidad de los nuevos fármacos es a menudo desigual entre países.
  • Amenaza a las cadenas de suministro: La pandemia de la covid-19 ya nos enseñó lo frágiles que pueden ser las cadenas de suministro globales de aranceles a los medicamentos. Añadir barreras arancelarias a un sistema ya complejo y altamente regulado aumenta el riesgo de roturas de stock, retrasos en la distribución y desabastecimientos de fármacos esenciales. Como señalan desde Farmaindustria, "añadir barreras a las cadenas de suministro no es la vía para la resiliencia".

Un debate sobre la competitividad: Europa en la encrucijada

Esta medida llega en un momento crítico para la industria farmacéutica europea, que en las últimas dos décadas ha ido perdiendo terreno frente a la pujanza de Estados Unidos y, más recientemente, de China. Imponer aranceles a los medicamentos no recíproco (es decir, que Europa no responde con una tasa similar a los productos estadounidenses) sitúa al sector europeo en una clara desventaja competitiva.

El acuerdo, no obstante, contempla una excepción significativa: los medicamentos genéricos y sus principios activos quedarán exentos del arancel. Esta medida, si bien alivia parte de la presión, pone de manifiesto que el verdadero objetivo de la tasa son los medicamentos innovadores, el corazón de la industria farmacéutica de marca.

Tanto Efpia como Farmaindustria han hecho un llamamiento a las autoridades europeas para que reconsideren esta decisión y busquen exenciones para un sector que es estratégico no solo económicamente, sino, sobre todo, socialmente. Porque, como recuerdan las asociaciones de pacientes, los aranceles a los medicamentos , al final, se traducen en tratamientos que tardan más en llegar e investigaciones que se detienen, poniendo en espera la salud y la vida de las personas.

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