El auge del calzado barefoot revoluciona la forma de caminar en Europa

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31/10/2025 - 13:30
Mario Moreno, usuario satisfecho de calzado barefoot

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Mario Moreno, un ebanista madrileño de 31 años, recuerda vívidamente el "machaque continuo" al que fue sometido en sus redes sociales. Un bombardeo incesante de publicidad sobre un término que, hasta hacía poco, le era completamente ajeno: el calzado barefoot. Este tipo de zapato, cuyo nombre significa "descalzo" en inglés, busca imitar la sensación de caminar sin obstrucciones, una vuelta a la pisada más natural.

El calzado barefoot y la conversión de Mario Moreno

Moreno, reacio a la mercadotecnia agresiva, inicialmente se negó a probarlo. "Era un bombardeo todo el rato, 10.000 millones de marcas: 'Pruébalo, pruébalo, pruébalo, pruébalo'. Y yo soy muy reacio a ese tipo de cosas y dije: 'No, no lo voy a probar'", declara.

Sin embargo, el boca a boca de amigos que sucumbieron a la técnica de marketing y la recomendación de una podóloga cambiaron su perspectiva. Moreno padecía de clavos en las plantas, una lesión similar a los callos pero mucho más dolorosa, que la especialista atribuyó a sus botas de montaña habituales.

"Cuando me dijo eso la podóloga, dije: 'Pues mira, es un buen motivo para probar el tema del barefoot'", relata. Año y medio después, Moreno es un usuario convencido del calzado minimalista. "Desde entonces, los clavos han desaparecido por completo, ha sido magia", asegura el madrileño, quien también atribuye al cambio la recuperación de una desviación en el dedo meñique de su pie (clinodactilia).

Sus primeras experiencias con el calzado barefoot en la calle fueron "superincómodas", sintiendo cada grieta y adoquín. Pese a la sobrecarga inicial en espinillas y gemelos, el cambio ha traído beneficios a su pisada. "Ahora, físicamente he notado que tengo más equilibrio, como más fuerza", afirma.

Un fenómeno en crecimiento exponencial

El desconocimiento que Moreno experimentó ya no es la norma. Hoy en día, este tipo de calzado es un fenómeno en auge, impulsado por un "ejército de influencers" pagados por las marcas y la rápida difusión entre usuarios satisfechos. Con su característica puntera ancha (a veces incluso con dedos separados) y suelas extrafinas, este "calzado respetuoso" se ha multiplicado en gimnasios, oficinas e, incluso, pistas forestales.

El mercado mundial de calzado barefoot se estimaba en unos 560 millones de dólares en 2024 y podría alcanzar entre 810 y 945 millones hacia 2031-2034, según datos de la consultora Coherent Market Insights. Aunque no hay cifras concluyentes para España, el surgimiento de pequeñas empresas fabricantes y el desembarco de grandes marcas demuestran que la demanda está disparada.

No es una solución mágica: La advertencia de los expertos

Detrás de este crecimiento y las agresivas campañas de marketing –muchas lideradas por influencers y algunos podólogos–, se esconde una advertencia crucial: el barefoot no es una solución mágica que sirva para todo el mundo.

Nuria Forteza, podóloga en Palma de Mallorca, es clara al respecto. "La moda lo está vendiendo como la solución a todos los males de los pies. Como que llevando este tipo de calzado nadie va a tener problemas y la realidad es que no", explica.

La experta señala que pies con "cierta patología o con una anatomía determinada" no tolerarán este tipo de calzado. Esto incluye a personas con muy poca grasa plantar (que necesitan amortiguación para evitar metatarsalgias) o a quienes tienen malas alineaciones de pie, rodilla y cadera (que requieren estabilidad). "Lo importante para llevar o no este tipo de calzado es que la gente conozca su propia anatomía para poder elegir el calzado que más le convenga", aconseja Forteza.

La transición necesaria del calzado

La coincidencia entre los podólogos es unánime: para adoptar este tipo de calzado se requiere un periodo de transición que puede extenderse durante varios meses.

Manuel Vidal (@podomanu), podólogo y divulgador en redes, explica que este tiempo es clave para combinar el calzado regular con el minimalista, permitiendo que pies y cuerpo se adapten a la nueva forma de pisar.

"Una transición es ir poniéndose los zapatos barefoot poco a poco. Primero, puedes ponértelos para estar por casa. Luego para hacer pequeños recados, como a hacer la compra. Luego para momentos más casuales y luego a lo mejor pues para dar algún paseo", detalla Vidal, que aconseja una transición más larga para personas con más tendencia a problemas en los pies o con sobrepeso.

"Si somos una persona joven que tiene un pie sano, un pie saludable, que no tenemos antecedentes de lesiones en los pies, esa transición a lo mejor puede durar simplemente tres meses. Lo que tenemos que hacer es escuchar a nuestro cuerpo", concluye el experto.

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