Los océanos y mares son fundamentales para regular el clima gracias a las reducciones de dióxido de carbono de la atmósfera. Se trata de una nueva vía, fuera de las ya conocidas, indispensable para luchar contra el cambio climático.
El uso que las naciones hacen aún del carbón está contribuyendo al segundo incremento mundial de emisiones de CO2 más grande de la historia, según un estudio de la Agencia Internacional de Energía.