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Un estudio internacional recientemente publicado por el proyecto Environmental Literacy in Higher Education Context for Climate Activism (Elcra), coordinado por la Universidad de Siena y financiado por el programa Erasmus+ de la Unión Europea, ha revelado que los valores personales y las experiencias prácticas influyen significativamente más en el compromiso ambiental de los jóvenes que el simple conocimiento teórico. La investigación contó con la participación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), entre otras instituciones europeas y estadounidenses.
Compromiso ambiental: Más de 700 estudiantes, seis países y un objetivo común
La investigación para detectar el compromiso ambiental se desarrolló a partir de un estudio cuantitativo que incluyó a 792 estudiantes universitarios de seis países diferentes. Se analizaron tres componentes clave para medir la alfabetización ambiental: el nivel de conocimientos sobre sostenibilidad, los valores relacionados con la protección del medio ambiente y los comportamientos previos vinculados a la acción ecológica.
A pesar de que los resultados indicaron que los estudiantes poseen un conocimiento moderado sobre temas de sostenibilidad, destacaron por su fuerte orientación hacia valores de protección ambiental. Además, los comportamientos proambientales pasados también se ubicaron en un nivel intermedio.
La fuerza de los valores frente al saber
Uno de los hallazgos más significativos fue que los valores ambientales y las experiencias anteriores en acciones ecológicas están estrechamente vinculados entre sí y con el compromiso ambiental actual. En contraste, el conocimiento teórico demostró tener una relación más débil con estos factores. Esto sugiere que, si bien saber sobre sostenibilidad es importante, lo que realmente moviliza a los estudiantes a actuar es su conexión emocional y práctica con el entorno.
El informe subraya que la alfabetización ambiental está “fuertemente asociada” con actitudes positivas hacia el medio ambiente y con la participación activa en formas constructivas de activismo, como el activismo climático no violento o las campañas de concienciación.
Otro aspecto llamativo del estudio fueron las notables diferencias regionales en cuanto a los niveles de alfabetización ambiental. Polonia y Portugal encabezaron la lista con los índices más altos, mientras que Italia y España se posicionaron en la parte inferior. En el caso del activismo estudiantil con el compromiso ambiental, Estados Unidos sobresalió como el país con mayor participación en actividades como firmar peticiones o participar en debates, mientras que España mostró los niveles más bajos en este aspecto.
Educación ambiental contra la desinformación
Además, la investigación detectó una correlación negativa entre el nivel de alfabetización ambiental y las creencias conspirativas sobre el cambio climático. Este hallazgo destaca la importancia de una educación ambiental sólida para conseguir un compromiso ambiental real y para combatir la desinformación, un fenómeno cada vez más presente en la era digital.
La investigación forma parte de la fase inicial del proyecto Elcra, que se extenderá hasta octubre de 2026. Entre los siguientes pasos del programa se encuentran el diseño de un marco de competencias en alfabetización ambiental, el desarrollo de un curso online (MOOC), actividades formativas para estudiantes universitarios, el establecimiento de una comunidad de práctica y diversas campañas para aumentar la concienciación climática.
Una colaboración internacional por el planeta
El consorcio que lleva adelante este ambicioso proyecto incluye, además de la UCM y la Universidad de Siena, a instituciones como la Universidad de Coímbra (Portugal), la Universidad Jagellónica (Polonia), la Universidad de Klaipeda (Lituania), y las organizaciones OpenCom y la Red de Estudiantes Erasmus de Italia y Portugal. A nivel internacional, la Universidad de la Costa del Golfo de Florida también ha contribuido con datos relevantes, enriqueciendo así la diversidad cultural del análisis.
Los resultados de este estudio ofrecen una base valiosa para redefinir cómo las universidades pueden promover un compromiso ambiental más profundo entre los jóvenes. Más allá de impartir conocimientos, se trata de fomentar una verdadera conciencia ecológica basada en valores, actitudes y experiencias que impulsen acciones reales frente a la crisis climática.
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