El impacto del cambio climático deja a Brasil sumergido bajo el agua

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07/06/2024 - 09:58
Inundaciones

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En los últimos cincuenta años, se han presenciado numerosas catástrofes humanas y económicas, de las cuales la mitad están relacionadas con el agua y el clima. Estas adversidades, que incluyen sequías, tormentas e inundaciones, han tenido un impacto negativo a nivel mundial, cobrando la vida de cerca de 1,3 millones de personas, según la Organización Mundial de Meteorología.

La crisis climática está aumentando la frecuencia y la severidad de los desastres relacionados con el agua. Estas emergencias representan una grave amenaza para comunidades de todo el mundo. La falta de acceso al agua potable y al saneamiento sigue siendo una preocupación significativa, especialmente en África, donde millones de personas están en riesgo.

Precisamente, los cientos de miles de personas afectadas por estos desastres pertenecen a los sectores más vulnerables de la población, que son los que más sufren las consecuencias de la crisis climática y los que menos recursos tienen para enfrentarlas.

El agua: una tragedia anunciada

En Río Grande del Sur, Brasil, a principios de mayo se registró un récord histórico de 5,33 metros de crecida del río debido a las intensas precipitaciones. Desde entonces, cerca de 80.000 personas permanecen en refugios. Las inundaciones han provocado cientos de muertes, desaparecidos y pérdidas millonarias.

Maria Ángeles Riserio, coordinadora nacional de pedagogía de Fe y Alegría, socio local de Manos Unidas en la zona, afirma que “en Brasil estamos viviendo una tragedia causada precisamente por el cambio climático y el desprecio de los códigos medioambientales debido a intereses puramente empresariales”.

Riserio afirma que “esto afecta especialmente a los más pobres ya que ellos son los primeros en perderlo absolutamente todo. En el estado de Río Grande del Sur la confluencia de varios fenómenos climáticos y mucha lluvia, con muchos ríos desbordados (siete que desembocan en la ciudad de Porto Alegre) hizo que casi 250 municipios quedaran sumergidos”, explica.

“Muchas personas han muerto y muchas familias lo han perdido todo. En la propia ciudad de Porto Alegre, los barrios quedaron sumergidos. La situación es muy grave. Es una tragedia muy grande porque hay pérdida de vidas y también pérdida de producción, pérdida agrícola, muchas cosas de las que el Estado tendrá que recuperarse y que costarán mucho”, añade la coordinadora nacional de pedagogía de Fe y Alegría. Según Riseiro, cuando no respetamos la naturaleza, ni los códigos ambientales de las ciudades, ni la legislación, ocurren estas tragedias.

Comunidades destruidas

Luis Ventura, del Consejo Indígena Misionero de Brasil (CIMI), socio local de Manos Unidas, alerta de la extrema gravedad de la situación. “De 487 municipios de Río Grande del Sur, 460 han sido afectados. Barrios y ciudades enteras quedaron bajo las aguas y muchas de ellas no podrán ser reconstruidas. Las vías de acceso (carreteras) están destruidas, lo que dificulta la llegada de ayuda”.

“Además, añade Ventura, más de 80 comunidades indígenas fueron afectadas. Algunas de ellas porque fueron destruidas por la fuerza de las aguas, otras porque quedaron aisladas, con la tierra encharcada y sin acceso a alimentos. Desde el CIMI se articula, desde el primer día, ayuda de emergencia junto a organizaciones indígenas locales y otros aliados. Muchas de las comunidades van a tener que reconstruir sus comunidades en otros lugares, lo que se torna complicado porque la mayor parte de sus territorios no están demarcados y, los que están, fueron demarcados en territorios muy pequeños”, lamenta Ventura.

Toque de queda en India

A la espera de la temporada de monzón, que en los últimos años ha causado grandes inundaciones en muchos estados de India, la población del país asiático se está enfrentando a un aumento alarmante de las temperaturas.

La ola de calor extrema que afecta, sobre todo, al centro y norte de India, está teniendo un impacto significativo en su agricultura, especialmente en la producción de trigo. Las altas temperaturas, que han llegado a superar los 47ºC y se espera que sigan subiendo, están causando estrés térmico en los cultivos y reduciendo significativamente los rendimientos agrícolas”, explica Ramón Álvarez, coordinador de Proyectos en Asia de Manos Unidas.

Álvarez continúa diciendo que "el aumento de las temperaturas ha provocado escasez de agua y cortes de electricidad por el sobreconsumo energético, agravando la situación de los agricultores que dependen del riego. La falta de esta sustancia y los apagones afectan tanto a los sistemas de irrigación como al almacenamiento de productos agrícolas."

Además, varios estados recomiendan a la población no salir entre las 12:00 y las 16:00 para evitar el calor extremo, lo que también afecta a los agricultores y jornaleros, reduciendo su producción y salario, ya que solo pueden trabajar hasta el mediodía.

Situación crítica en Kenia

En Kenia más de 400.000 personas se han visto afectadas por las fuertes lluvias. Las intensas precipitaciones han dejado cerca de 300 fallecidos, 10.000 cabezas de ganado muertas y daños en más de 16.000 hectáreas de tierras de cultivo, 1.967 colegios y unos sesenta centros de salud. La región más afectada del país es el condado de Nairobi (centro), la capital, donde cerca de 257.000 personas se han visto afectadas y más de 20.000 desplazadas que lo han perdido todo. Además, preocupan las enfermedades provocadas por el agua estancada como el cólera y la malaria

Gianfranco Morino, director del Hospital Ruaraka Uhai Neema de Nairobi (socio local de Manos Unidas) dice que “después de años de sequía, ha llegado este episodio catastrófico de lluvias torrenciales como no había visto en los más de treinta años que llevo trabajando en este país con las consecuencias de víctimas, pérdida de propiedades, casas y demás”.

Las zonas más afectadas por las inundaciones en Kenia han sido Turkana, la región del río Tana y las áreas costeras del oeste. Sin embargo, los slums de Nairobi han sufrido más, incluyendo un hospital de Manos Unidas que ha tenido daños. Algunos proyectos y programas se suspendieron, las escuelas cerraron y se están usando otras instalaciones para los evacuados. Lamentablemente, ha habido víctimas mortales, especialmente niños que no sabían nadar.

Lluvia y sequía, un círculo vicioso

La Hermana Soledad Villigua, misionera social de la Iglesia en Turkana y socio local de la ONG, relata lo que se está viviendo en la zona donde trabajan: “Desde primeros de abril se han registrado fuertes lluvias, que persistieron más de tres semanas seguidas. Estas lluvias provocaron que los ríos crecieran, arrasando con cuanto podían encontrar a su paso. Eso dejó impracticables algunas vías, con lo que los desplazamientos se hicieron mucho más costosos porque hubo que tomar caminos alternativos”.

Añade que como “hay mucho barro, eso provoca que los “carros” se queden ahí estancados. Por eso ha habido escasez de alimentos”.

Villigua recuerda la parte bonita: “Era increíble ver las praderas secas llenas de flores silvestres gracias al agua. Las lluvias benefician a la naturaleza, permitiendo a las cabras encontrar pasto cerca y a los pastores quedarse en sus hogares”.

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