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Colocar el árbol de Navidad es una de las tradiciones más emblemáticas de diciembre, arraigada en millones de hogares y celebrada con alegría y anticipación año tras año.
La magia de estas fechas y la decoración no solo transforma visualmente los espacios, sino que también marca el inicio de una etapa de preparación espiritual y convivencia familiar profunda, que, en la tradición católica, tiene significados específicos y fechas sugeridas para su realización.
El origen y el simbolismo del árbol de Navidad
El árbol de Navidad, como objeto decorativo, está cargado de simbolismo religioso en la tradición cristiana. Sus raíces se remontan a antiguas costumbres europeas, pero fue a través de la evangelización que adoptó un sentido cristiano más profundo.
San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, está asociado con la transformación de este símbolo tras derribar el árbol pagano de Odín y plantar un pino que representa el amor perenne de Dios.
Las manzanas originalmente usadas en su decoración simbolizan las tentaciones y el pecado original, mientras que las velas evocan a Cristo como la luz del mundo. El árbol navideño es también una representación del Árbol de la Vida, vinculado con la esperanza, la redención y la genealogía de Jesús.
Aunque muchas familias eligen distintas fechas para instalar el árbol de Navidad, pues algunas lo hacen justo después de Halloween y Día de Muertos para anticipar el ambiente festivo, otras esperan hasta la llegada de diciembre, la Iglesia católica recomienda una fecha concreta: el Primer Domingo de Adviento.
Este día varía cada año según el calendario litúrgico y marca el inicio de la etapa de espera y preparación espiritual para celebrar el nacimiento de Jesucristo. En 2025, este domingo será el 29 de noviembre, y poner el árbol en esa fecha permite vivir la tradición de forma significativa durante las cuatro semanas previas a Navidad. Además de esta recomendación, ciertos países como México consideran el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, como apropiado para instalar el árbol, mientras que otras familias esperan hasta la víspera de Nochebuena para reforzar el simbolismo de la llegada de Jesús.
Adviento es un periodo esencial en el calendario cristiano. Proviene del latín adventus, que significa “venida” y abarca las cuatro semanas previas al 25 de diciembre. Durante este tiempo, los fieles se preparan espiritualmente, reflexionan sobre la llegada de Cristo y realizan actos de caridad y oración.
La Corona de Adviento, adornada con cuatro velas que se encienden progresivamente cada domingo, acompaña esta preparación, simbolizando la luz y esperanza que Cristo trae al mundo. La colocación del árbol puede integrarse con este ritual, convirtiéndose en un eje central de la vivencia familiar y litúrgica.
La decoración, más que ornamento
Decorar el árbol de Navidad es mucho más que una tarea estética; es una oportunidad para compartir momentos especiales en familia y dar significado profundo a los adornos.
Las luces, guirnaldas y esferas tienen su propio simbolismo: las esferas azules representan oraciones de arrepentimiento, las plateadas de agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición. En la punta, la estrella o el ángel aluden a la Estrella de Belén o al mensajero divino que anunció el nacimiento de Cristo. Cada elemento invita a la reflexión y al fortalecimiento de los lazos familiares.
Si bien la tradición católica plantea el Adviento como el periodo recomendando para instalar el árbol de Navidad, no existe una regla estricta sobre la fecha exacta. Cada familia puede decidir el momento que mejor se adapte a sus costumbres y ritmos.
Algunos prefieren disfrutar de todo el mes festivo, otros buscan que la decoración coincida con fechas religiosas o la semana previa a Navidad. Lo fundamental no es cuándo colocar el árbol, sino que este rito fomente la unión, la alegría y la reflexión espiritual. La Iglesia invita a que cada hogar viva la experiencia en función de su contexto, reforzando el sentido de esperanza, amor y encuentro que caracteriza la Navidad.
El fin de la temporada y retiro del árbol
La temporada navideña, en la tradición católica, concluye generalmente el domingo posterior a la Epifanía (6 de enero), cuando se celebra la Fiesta del Bautismo del Señor. A partir de ese momento, los símbolos navideños dan paso a otros elementos litúrgicos y, según la costumbre, se recomienda retirar el árbol de Navidad al terminar este periodo para dar paso al Tiempo Ordinario.
En definitiva, el acto de poner el árbol de Navidad va mucho más allá de una simple decoración: es parte de un ritual que une generaciones, refuerza la fe y prepara el espíritu para la celebración del nacimiento de Jesús, haciendo del hogar un espacio de luz, esperanza y encuentro familiar.
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