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En la actualidad, muchos de los trámites cotidianos que antes se realizaban de manera presencial, como concertar una cita médica, presentar la declaración de la renta o renovar un tique en el parquímetro, se han trasladado al ámbito digital. Este cambio, propiciado por la digitalización, ha tenido un impacto significativo en la vida de las personas.
En general, la digitalización ha dejado atrás a aquellos que no tienen los conocimientos necesarios para desenvolverse en este nuevo entorno.
Alrededor del 30 % de los ciudadanos no cuentan con las competencias en digitalización
En España, cerca del 30 % de los ciudadanos carecen de competencias digitales básicas, según la Fundación Cibervoluntarios. Esta cifra aumenta considerablemente en las zonas rurales, donde el porcentaje alcanza el 40 %. Esta situación crea una desigualdad de acceso a los servicios digitales, que son cada vez más imprescindibles en la vida diaria.
La presidenta de la Fundación Cibervoluntarios, Yolanda Rueda, señala que la pobreza digital no solo tiene que ver con la falta de dispositivos tecnológicos o de conectividad, sino con la ausencia de habilidades para gestionar y aprovechar las oportunidades que la era digital ofrece.
Esta falta de conocimientos digitales supone una barrera para acceder a servicios fundamentales en áreas como la educación, el empleo o la participación social. Así, aquellos que no logran adaptarse a este nuevo escenario digital corren el riesgo de quedar excluidos de una parte importante de la sociedad.
Desde la Fundación, se ha identificado que existen brechas sociales, territoriales y de género que contribuyen a la exclusión digital. Las personas en situación de vulnerabilidad, como los mayores, son especialmente propensas a quedarse atrás.
Además, muchas veces estas personas sienten rechazo o desconfianza hacia las nuevas tecnologías, lo que agrava aún más su situación.
¿Qué factores influyen?
Un factor adicional que puede ampliar la brecha digital y la digitalización es el rápido desarrollo de la inteligencia artificial (IA). En términos generales, la IA puede ofrecer nuevas oportunidades, también puede ser una herramienta que solo aprovechen aquellos que ya tienen competencias digitales avanzadas.
Esto podría aumentar aún más la exclusión de quienes carecen de esos conocimientos. Rueda destaca la importancia de hacer que esta tecnología sea inclusiva, es decir, que esté al alcance de todos y que los usuarios comprendan cómo funciona de manera clara y accesible.
La Fundación Cibervoluntarios ya ha comenzado a ofrecer cursos para enseñar a las personas a utilizar la IA de manera consciente y sin miedos.
Por otro lado, la digitalización de los trámites burocráticos también plantea desafíos adicionales. No basta con digitalizar los servicios, también es fundamental mejorar la experiencia del usuario.
A menudo, las personas se enfrentan a interfaces complicadas o poco intuitivas, lo que les obliga a recurrir a familiares o terceros para completar los trámites. Esto les resta autonomía e independencia.
Según Rueda, las administraciones deben asegurarse de que los ciudadanos puedan interactuar de manera efectiva con las aplicaciones y los trámites digitales. Para ello, es esencial que se realicen pruebas de usabilidad y que se ofrezca formación adecuada.
La Fundación Cibervoluntarios organiza un voluntariado tecnológico
En respuesta a esta problemática, la Fundación Cibervoluntarios organiza un voluntariado tecnológico que ayuda a las personas a entender y utilizar la tecnología de forma práctica. Ofrecen formaciones que van desde lo más básico, como la creación de una cuenta de correo electrónico, hasta cursos especializados en ciberseguridad, comercio electrónico e inteligencia artificial.
En 2025, ya han formado a más de 58.000 personas en términos de digitalización, lo que demuestra el impacto positivo de estas iniciativas en la inclusión digital.
La digitalización ha transformado muchos aspectos de nuestra vida diaria, pero también ha generado nuevos retos. Es necesario que todos, independientemente de su nivel de competencias digitales, puedan aprovechar las ventajas que ofrece la tecnología. Esto solo será posible si se abordan las desigualdades digitales y se promueve una inclusión digital real, accesible para todos.
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