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Dos amigos, unidos por la lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), se prepararon para cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar en un desafío solidario que busca dar voz a quienes han perdido la capacidad de hablar y denunciar la falta de apoyo real a esta enfermedad. Con más de treinta mil brazadas, esta travesía se convierte en un símbolo de esperanza, dignidad y exigencia de justicia.
Brazadas por la Voz, un desafío solidario de dos amigos por la Ley ELA
Más de treinta mil brazadas. Más de treinta mil palabras no pronunciadas, pero sentidas y escuchadas. Así se presenta Brazadas por la Voz, un desafío solidario impulsado por dos amigos unidos por una causa común: visibilizar la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y reclamar el cumplimiento efectivo de la Ley ELA, aprobada pero sin financiación real. La travesía elegida es el cruce a nado del Estrecho de Gibraltar, ese estrecho que une dos continentes y que ahora será el símbolo de una lucha que trasciende fronteras.
La esencia de esta iniciativa se resume en un lema poderoso: “Una brazada, una palabra”. Cada movimiento en el agua representa una voz que ya no puede expresarse, pero que sigue teniendo mucho que decir.
Es una denuncia silenciosa que refleja la realidad de quienes han perdido la movilidad y la capacidad de hablar, pero mantienen intacta su dignidad y su derecho a una vida digna con apoyos adecuados. Este proyecto no solo busca sensibilizar a la sociedad, sino también presionar a las autoridades para que actúen con urgencia.
La fuerza de una voz que no se rinde
El activista que impulsa esta aventura recibió el diagnóstico de la enfermedad en 2015. Desde entonces, su vida cambió radicalmente: ya no puede moverse, hablar ni realizar funciones básicas sin asistencia. Sin embargo, lejos de rendirse, ha encontrado en la tecnología y en su voluntad una forma de amplificar su mensaje. Durante estos diez años ha participado en charlas, manifestaciones y ha utilizado las redes sociales para contar su historia, dar visibilidad a la enfermedad y exigir derechos.
En 2025, año en que cumple una década con la enfermedad y cuarenta años de vida, ha decidido transformar el dolor y las dificultades en acción y esperanza. Además del cruce, se prepara un documental que contará esta historia con voces cercanas, como la suya y la de su tía, locutora profesional. Este material incluirá testimonios de cuidadores, familiares y amigos, mostrando tanto la lucha íntima como el activismo público.
“La ELA me ha quitado mucho, pero nunca me quitará las ganas de vivir, amar y ser amado”, asegura con fuerza. Su mensaje es claro: con el apoyo adecuado, es posible vivir plenamente, incluso con esta enfermedad.
Brazadas que exigen justicia y esperanza
El compañero que lo acompañó en esta aventura no es un atleta profesional, sino un deportista amateur que cree en el poder del deporte como vehículo para causas sociales.
Él fue quien atravesó las frías aguas del Estrecho, mientras su amigo con esta enfermedad lo acompañó desde una embarcación cercana, haciendo historia como la primera persona en fase avanzada que participa simbólicamente en un cruce tan exigente.
Las treinta mil brazadas que los separan del continente africano se convertirán en palabras que buscan despertar conciencias, exigir justicia y rendir homenaje a quienes viven y sufren la enfermedad. La iniciativa es un grito para que se ponga fin al abandono, a pesar de que la Ley ELA fue aprobada por unanimidad en 2024, sigue sin respaldo económico real.
Este desafío es una llamada urgente para que las autoridades dejen de mirar hacia otro lado. La ELA no puede seguir esperando. La dignidad y la vida de muchas personas están en juego, y cada brazada, cada palabra, es un paso más hacia un futuro donde la enfermedad sea reconocida y atendida como merece.
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