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En Estados Unidos se ha intensificado la discusión sobre la adición de flúor al agua potable, un tema que divide opiniones entre quienes lo consideran un logro de salud pública y quienes lo ven como un riesgo para la salud. Mientras algunos países mantienen la fluoración, otros han decidido eliminarla o nunca implementarla. ¿Por qué ocurre esto?
Los titulares en el país volvieron a posicionarse tras ser mencionado en el informe “Make America Healthy Again”, donde se le señala como uno de los factores vinculados a problemas crónicos de salud infantil. Voces influyentes como la de Calley Means, asesora del gobierno y figura del movimiento de bienestar, califican la fluoración como un “ataque a los niños de bajos recursos” y recomiendan incluso desechar pastas dentales con flúor.
Esta postura coincide con la visión del actual Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien anunció que pedirá a los CDC desaconsejar la fluoración. Además, la EPA revisa de manera urgente la evidencia científica. Paralelamente, Utah se convirtió en marzo en el primer estado en prohibir el flúor en el agua, y Florida siguió en mayo, cerrando una práctica iniciada en 1949.
¿Por qué se comenzó a añadir flúor?
Desde 1945, cuando Grand Rapids (Michigan) inició la fluoración, se la ha considerado una herramienta clave contra la caries. La medida se basó en observaciones que mostraban menores niveles de caries en zonas con agua naturalmente fluorada. Hoy, más de 400 millones de personas en el mundo reciben agua con flúor, incluyendo a un 63 % de la población estadounidense.
Estudios confirman que la exposición continua a bajas dosis, como ocurre con el agua, fortalece el esmalte y reduce la caries, especialmente en niños. Investigaciones en Australia e Inglaterra indican reducciones de hasta 35 % en caries infantil, sobre todo en comunidades con menos acceso a atención dental.
Uno de los argumentos en contra proviene de estudios que relacionan altos niveles de flúor con descenso leve en el coeficiente intelectual infantil. Sin embargo, expertos señalan que estos efectos ocurren solo cuando se superan ampliamente los límites recomendados (0,7 mg/L en EEUU). La OMS fija el máximo seguro en 1,5 mg/L, ya que excesos pueden causar fluorosis dental e incluso problemas óseos graves.
¿Por qué algunos países no fluoran?
En Europa, solo Irlanda, partes del Reino Unido y España mantienen la práctica. Once países la abandonaron, pero no por riesgos probados, sino por razones como rechazo social o suficiente aporte de flúor por otros medios. En Italia, por ejemplo, el agua volcánica puede contener hasta 30 mg/L, lo que obliga a reducir sus niveles.
Otros países optan por estrategias alternativas: sal fluorada en Suiza y Colombia, leche fluorada en Chile y Tailandia, donde este último implementa el programa más grande del mundo. Estas medidas han demostrado reducir la caries infantil en más de un tercio, con costos mínimos.
Un debate que sigue abierto
Mientras algunos consideran el flúor en el agua un mecanismo para reducir desigualdades en salud, otros defienden la libertad individual para controlar la ingesta. Lo cierto es que la decisión depende de factores como la composición natural del agua, el acceso a atención dental y la aceptación pública.
El debate continúa, y con nuevas revisiones científicas en curso, el futuro de la fluoración podría cambiar tanto en EEUU como en otros países.
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