
Lectura fácil
La imagen de Galicia como tierra de abundancia hídrica, conocida como “la de los mil ríos”, empieza a tambalearse. Los cambios climáticos están transformando un paisaje tradicionalmente fértil en un territorio que deberá acostumbrarse a convivir con sequías más frecuentes y prolongadas. Así lo confirma la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, que ha vuelto a endurecer sus previsiones de reducción de recursos hídricos para las próximas décadas.
Una previsión cada vez más negativa que afecta a los recursos hídricos de la autonomía
El organismo, dependiente del Gobierno central, actualizó en su cuarto ciclo de planificación hidrológica 2028-2033 sus cálculos sobre la pérdida de agua en la cuenca Miño-Sil. Si en 2009-2021 estimaba una reducción del 3 %, y en el plan 2015-2021 la cifra subía al 5 %, ahora la previsión llega hasta un 8,5 % para el horizonte de 2039.
La explicación está en una combinación de factores: menos lluvias, temperaturas más altas que favorecen la evaporación y una disminución de las reservas de agua subterránea. El resultado es claro: Galicia se enfrenta a un siglo XXI marcado por sequías cada vez más intensas y habituales.
La cuenca del Miño-Sil es la más extensa de Galicia, abarcando un 77 % de su territorio, junto a un 23 % de Castilla y León y una pequeña franja de Asturias. En el caso gallego, incluye casi toda la provincia de Lugo, gran parte de Ourense y el sur de Pontevedra.
El panorama no es diferente en la demarcación Galicia-Costa, gestionada por la Xunta, que también maneja una previsión de reducción del 8,5 % de los recursos hídricos hacia 2039. En conjunto, ambos planes dibujan un futuro preocupante para toda la comunidad.
Lluvias en retroceso y más evaporación
Las proyecciones climáticas coinciden en un mismo patrón: las precipitaciones tenderán a disminuir en el futuro. La intensidad de este descenso dependerá de si se cumple un escenario moderado o uno más pesimista. En el peor de los casos, las lluvias caerán hasta un 18 % menos entre 2070 y 2100.
A este descenso se suma el efecto de la subida de las temperaturas. Según el documento de planificación, la evaporación de ríos y embalses podría aumentar hasta un 17 % en ese mismo horizonte temporal. Los suelos, además, retendrán menos humedad, agravando la escasez de recursos hídricos disponible.
Uno de los puntos más preocupantes es la recarga de acuíferos. Este proceso natural, por el que el agua de lluvia se filtra y alimenta las reservas subterráneas, se verá seriamente comprometido. El informe de la Confederación Hidrográfica advierte de una “clara tendencia a la disminución” de estos recursos, con una merma que podría llegar al 25 % en los escenarios más adversos.
Esto supone un problema añadido, ya que los acuíferos son ese tipo de recursos hídricos que funcionan como un colchón frente a las sequías, garantizando agua en épocas de menor pluviometría.
Una demanda que apenas se reducirá
El documento no solo analiza la disponibilidad de agua, sino también la evolución de su consumo. Y aunque se prevé una ligera caída de la demanda, un 2 % menos de aquí a 2033, la reducción será muy inferior a la pérdida de recursos, lo que generará tensiones en el abastecimiento.
En la anterior planificación, la demanda se situaba en 443 hectómetros cúbicos anuales. Para 2033, se calcula que bajará a 439 hectómetros.
La agricultura es, con diferencia, el sector que más recursos hídricos necesita. Actualmente consume 323 hectómetros cúbicos al año, lo que equivale al 73 % del total. Para 2033 se espera que la cifra apenas varíe, situándose en 320,5 hectómetros.
Abastecimiento urbano y mejoras en eficiencia
El consumo doméstico sí experimentará un ligero descenso. Pasará de 99,6 hectómetros cúbicos al año a 91,25 en 2033. Esta reducción se debe tanto al avance en la eficiencia de las redes de distribución como a la bajada demográfica prevista en la zona.
Aun así, las pérdidas siguen siendo significativas: en 2023, las fugas en las redes urbanas alcanzaban el 28 % del agua suministrada.
La única demanda que crecerá en los próximos años será la industrial, con un aumento de 16,32 a 18,92 hectómetros cúbicos anuales. En contraste, el consumo en usos recreativos (piscinas, campos de golf, etc.) se reducirá ligeramente: de 2,12 a 1,95 hectómetros cúbicos.
Galicia ante un futuro de sequías
Las conclusiones del plan hidrológico son claras: Galicia debe prepararse para convivir con menos agua y con sequías más frecuentes. El cambio climático está alterando de forma irreversible la disponibilidad de los recursos hídricos, y aunque se logre cierta reducción de la demanda, no será suficiente para compensar la caída de las reservas.
El agua, antaño abundante y casi inagotable en la región, se perfila ahora como un bien cada vez más escaso y estratégico. La “Galicia de los mil ríos” tendrá que adaptarse a un escenario en el que la gestión eficiente y sostenible de cada gota de los recursos hídricos será fundamental.
Añadir nuevo comentario