Las aves de Nueva Zelanda se extinguen como consecuencia de las acciones humanas

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23/08/2019 - 12:00
Ser humano daños naturaleza

Lectura fácil

Muchos hablan de especies de animales amenazantes, que pueden causar muchos estragos a todos. Pero la verdad, es que el ser humano es la única especie que altera y destruye los ecosistemas.

Sin ir más lejos, en Nueva Zelanda, el progreso económico a principios del siglo pasado trajo consigo la tala del 90% de los bosques de Kauris, una especie de árbol endémica, además de contagiarle una nueva enfermedad.

Por otro lado, el ser humano y toda su actividad industrial, han conseguido modificar el clima de todo el planeta Tierra. Muchos científicos son los que están alertando sobre la entrada de una era en la que se extinguirán miles de especies.

El poder destructivo del ser humano no tiene límites

Desde que el hombre llegó a las islas de Nueva Zelanda, se han extinguido la mitad de las especies de aves. Según un artículo publicado por la revista Current Biology, se trata el tema del tiempo que será necesario para que la isla pueda recuperar el número de especies de pájaro que tenía.

Según el estudio, se prevé que los daños causados y las especies extinguida por la acción del ser humano, serán necesarios unos 50 millones de años.

El primer autor del estudio e investigador en el Museo de Historia Natural de Berlín, Luis Valente, cree que las decisiones sobre conservación que se tomen "hoy" tendrán una repercusión durante los próximos millones de años.

No obstante, apunta que mucha gente se cree que si dejas a la naturaleza en paz, su recuperación será rápida. Pero la cruda y triste realidad es que, como en Nueva Zelanda, se necesitarán bastante millones de años para que se recupere de las acciones del ser humano, y puede que quizás, nunca lo haga.

Debemos ser mucho más conscientes de una vez por todas

La extinción de una especie, sea animal, vegetal o microbiana, supone el fin de un capítulo clave de la historia de la Tierra. Y a la vez, afecta a la resistencia de los ecosistemas de los que nuestro propio bienestar depende.

Y ese fruto de millones de años de evolución, progreso y supervivencia, se ve frustrado por la acción del ser humano en décimas de segundo.

El equipo de Valente, con este estudio lo que pretende es prestar atención al impacto del hombre sobre la evolución de las especies.

Han desarrollado un método para poder estimar cuánto tarda una isla en recuperar su número de especies. Como en Nueva Zelanda la oleada de extinción antropogénica está muy bien documentada, lo decidieron hacer allí.

Cuentan con décadas de datos paleontológicos y arqueológicos acumulados, y han procedido a secuenciar el ADN de docenas de especies de aves extintas. Gracias a esto, los científicos han podido simular varios escenarios de extinción promovidos por el ser humano.

Así, han llegado a la conclusión de que son precisos unos 50 millones de años para poder recuperar las especies perdidas. Y sí as eso sumásemos la extinción de las que actualmente están en peligro de extinguirse, serían necesarios 10 millones de años más para recuperar las cifras actuales.

¿Puede el ser humano poner solución al gran problema?

Pero la investigación no sólo se quedará en Nueva Zelanda, sino que los científicos van a tratar de realizar este tipo de cálculos en otras islas del mundo.

De esta manera podrán determinar cuáles son las causas que tienen un papel más importante a la hora de provocar las pérdida ecológica.

Luis Valente dice que, gracias a las iniciativas de conservación que están en marcha actualmente en Nueva Zelanda, son muy innovadoras y están resultando ser eficientes.

Podemos mantener la esperanza, luchando por evitar futuros daños. Si el ser humano pone de su parte, se podría llegar a evitar que se pierdan millones de años de evolución.

Comentarios noticia

El ser humano como tumor planetario

  • Autor: Anónimo (no verificado)
  • Fecha: Dom, 13/02/2022 - 17:05

Hola.

Mientras el ser humano no vea qué es el mismo, todo seguirá igual. Tomar consciencia de la naturaleza, como ente externo, no sirve de nada; es más, es una quimera, una imagen, un ideal. El ser humano es cosmos, pero en el perseguir continuamente el conocimiento sobre este último, el mismo cosmos se escinde, se dualiza. El resultado es el que vivimos cada día: un ser independiente, "consciente", separado de un entorno complejo y extremadamente delicado, el "universo observable", la "naturaleza", etc. Todo estos elementos, lo interno y lo externo, el "Yo" y el "Tú" o "Eso", son solo imágenes, ideas, por tanto, fragmentos sostenidos en el espacio-tiempo, intrínseco a toda esta multiplicidad de formas puntuales. Al no ser percibida dicha escisión fundamental, la dualidad, jamás aflora la no-dualidad, la unidad, la energía. Siempre se consume energía, nunca se genera. Eso equivale a un continuo consumo de recursos, para generar un tejido ultracomplejo de formas inherentemente inestables, contradictorias, que viven presas en el espacio-tiempo (la sociedad). Este crece sin parar, y esto es un tumor, obviamente, en todos los niveles.

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