Descubren nuevos genes implicados en linfoma de células del manto

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27/09/2025 - 08:30
Células de linfoma de células del manto modificadas genéticamente

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Un estudio reciente ha desvelado una nueva y compleja forma en que los errores genéticos, conocidos como translocaciones cromosómicas, impulsan el desarrollo del cáncer. El trabajo, publicado en la revista Nucleic Acids Research, se centra en el linfoma de células del manto, un cáncer de la sangre poco común pero muy agresivo, y revela que una de sus translocaciones más típicas afecta a un número de genes mucho mayor de lo que se pensaba.

Este hallazgo no solo cuestiona las ideas previas sobre la causa de la enfermedad, sino que también abre un abanico de nuevas posibilidades para encontrar tratamientos más efectivos para este tipo de cáncer.

La onda expansiva de un linfoma agresivo

El linfoma de células del manto se caracteriza por una translocación específica entre los cromosomas 11 y 14. Este intercambio de segmentos genéticos arrastra el potenciador IGH, un potente elemento regulador, a una nueva ubicación, donde se asocia con el gen CCND1, vital para la regulación del ciclo celular. Hasta ahora, los científicos creían que el principal problema radicaba en que este "error de copia y pega" simplemente provocaba una sobreexpresión del gen CCND1, llevando a una proliferación descontrolada de las células.

Sin embargo, la investigación, liderada por la doctora Renée Beekman del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, ha demostrado que el efecto de la translocación es mucho más amplio. "No esperábamos ver que una sola translocación aumentara la expresión de casi el 7 % de todos los genes de un único cromosoma. La onda de perturbación es mucho mayor de lo previsto y, además, identifica nuevos genes impulsores del cáncer, cada uno de los cuales representa una posible diana terapéutica", explica la doctora Beekman, coautora del estudio. Este descubrimiento es crucial porque amplía el número de posibles objetivos para futuros tratamientos del linfoma, algo vital para una enfermedad que, en la actualidad, carece de una cura definitiva.

El ADN como un plano tridimensional

Para desentrañar el alcance real del impacto genómico, el equipo de investigación utilizó la tecnología CRISPR para recrear la translocación en células sanas. Este método les permitió observar las primeras etapas de la enfermedad en un entorno controlado. "Construimos un sistema para generar translocaciones en linfocitos B sanos. Al tratarse de células modificadas, podemos realizar experimentos que resultan técnica o éticamente inviables con tejidos de pacientes, lo que lo convierte en un modelo muy útil de las fases iniciales de la enfermedad", afirma la doctora Roser Zaurin, otra de las coautoras.

Los resultados fueron sorprendentes. Los investigadores encontraron que la translocación no solo afectaba a un gen, sino a más de 50 genes distribuidos a lo largo del cromosoma 11. Para entender este efecto masivo, los científicos examinaron la forma en que el ADN se pliega dentro de la célula. “El ADN forma bucles; así se acercan en el espacio tridimensional segmentos que, en el plano bidimensional, están muy alejados", explica la doctora Anna Oncins, primera autora del estudio. La translocación, en esencia, arrastra el potenciador IGH a un bucle ya existente, dándole una posición de control privilegiada desde la cual puede influir en múltiples genes al mismo tiempo.

De la genética a la clínica

Este hallazgo tiene implicaciones de gran alcance. No solo redefine la comprensión de cómo se origina el linfoma de células del manto, sino que también señala el camino para nuevas estrategias de detección temprana y tratamiento. Dado que el potenciador IGH impulsa principalmente la actividad de genes que ya estaban activos en la célula, los investigadores sugieren que un análisis del perfil epigenético de las células en riesgo podría identificar combinaciones genéticas peligrosas mucho antes de que se manifieste el cáncer.

El equipo de investigación continuará trabajando para entender cómo los genes recién identificados contribuyen al inicio y la progresión del linfoma. El objetivo final es desarrollar terapias más amplias y duraderas, no solo para este tipo específico de linfoma, sino también para otros cánceres que son impulsados por translocaciones cromosómicas. Este estudio es un claro recordatorio de la importancia de la investigación básica para desentrañar las complejidades del cáncer y sentar las bases para los avances médicos del futuro.

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