El sur de Madagascar se muere de hambre

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17/01/2022 - 16:00
Las personas sólo pueden comer frutas de cactus

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Lejos de los ojos del mundo y de los titulares que copan los medios de comunicación, la devastadora sequía que asola desde hace tres años la zona meridional malgache, una de las más expuestas del mundo a los efectos del calentamiento global, condena a más de un millón de personas a la muerte por hambre.

Madagascar sufre la primera hambruna oficialmente producida por el cambio climático

La mitad sur de Madagascar, país africano e insular en el océano Índico, sufre una sequía sin precedentes en los últimos 40 años que ha sumido a más de 1,3 millones de malgaches en una malnutrición aguda.

“La situación es crítica y las previsiones en materia de lluvias no son buenas. La desertificación, la temperatura de 45° grados durante todo el año, la falta de agua, las mujeres que ahora caminan 20 kilómetros para llenar un bidón de agua y poder beber son ya realidades”. Esta alerta la lanzaba el pasado noviembre la ministra de Medio Ambiente de Madagascar, Baomiavotse Vahinala Raharinirina, durante su visita a la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26), donde señalaba que no era una situación nueva.

Ya desde el pasado mayo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advertían que alrededor de 1,14 millones de personas se enfrentaban a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda en el sur de Madagascar, y que casi 14.000 estaban en situación de “catástrofe”, el grado más alto de inseguridad alimentaria en una escala de cinco según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF). Ha sido la primera vez que se registra en esta posición desde que se introdujo la metodología CIF en Madagascar en 2016.

Además, el 95 % de las personas que sufre inseguridad alimentaria aguda en el sur de la isla depende de la agricultura, la ganadería y la pesca, según la FAO. Las precipitaciones por debajo de la media en la estación lluviosa de los últimos años han causado una grave reducción en la producción de alimentos básicos, como el arroz y la yuca, así como una merma en el tamaño y las condiciones físicas del ganado. La sequía ha causado la muerte de las reses, agravando de este modo la situación de la gente, al desaparecer, en gran medida, sus medios de vida. Pero los animales no han sido los únicos en sufrir las consecuencias del cambio climático.

Más de la mitad de la gente no tiene suficiente qué comer

Cinco años de malas cosechas marcan lo que es ahora la peor sequía del país en 35 años, la cual ha sido magnificada por los efectos de los trastornos climáticos del fenómeno El Niño.

En un país en donde más del 90 % de la población vive con menos de 2dólares al día, la sequía es especialmente peligrosa. Sin ayuda, advierte la ONU, la situación podría deteriorarse y convertirse en hambruna. Esto significaría altas tasas de enfermedad y muerte entre grupos vulnerables, incluyendo mujeres embarazadas y niños pequeños, que rara vez tienen suficiente que comer, incluso cuando llueve.

Entre tanta hambre es difícil diferenciar entre quién estaba hambriento y quién está al borde de la muerte

Catholic Relief Services  y Caritas están reparando pozos y promoviendo la siembra de diferentes vegetales para complementar los granos básicos como el maíz. La labor incluye introducir ganado resistente a la sequía y utilizar productos lácteos en su dieta o venderlos para obtener ingresos.

Las familias han estado viviendo de frutos rojos de cactus, hojas silvestres y langostas durante meses. No podemos dar la espalda a las personas que viven aquí, mientras la sequía pone en peligro miles de vidas inocentes. Ahora es el momento de actuar y seguir apoyando al gobierno malgache para contener los efectos del cambio climático y salvar vidas.

Al menos medio millón de niños y niñas menores de cinco años del sur de Madagascar padezcan desnutrición aguda, incluidos 110.000 en estado grave, provocando daños irreversibles en su crecimiento y desarrollo, alertan desde la agencia de la ONU. 

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