Los mejillones llegan a la Antártida pero su visita puede ser altamente nociva

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10/04/2020 - 09:00
Mejillones en una roca bajo el fondo marino

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Un reciente hallazgo de mejillones en la Antártida hace ver que puede que suceda una invasión de esta especie en ese territorio. Esto cambiaría por completo el ecosistema del continente y daría lugar a una gran pérdida de diversidad para el planeta.

Esta investigación, liderada por expertos chilenos, muestra la fuerte subida de la temperatura del Océano Austral por consecuencia de la crisis climática, además de la creciente asistencia de barcos, da lugar a la mezcla perfecta para la llegada de especies invasoras.

Nunca antes se había registrado la existencia de mejillones o 'choritos' en la Antártida y puesto que son muy competidores por el espacio, se podrían reproducir rápidamente y dominar ese ecosistema.

Los mejillones viajan miles de kilómetros hasta llegar a la Antártida

Los mejillones se adhieren a los cascos de los cruceros transoceánicos y viajan miles de kilómetros hasta un ecosistema único, el del polo sur terrestre, que cada vez lo es menos.

“El continente antártico es uno de los pocos lugares en el mundo donde todavía no se ha registrado una invasión como tal. En el resto del mundo y como consecuencia del cambio climático, los distintos ambientes han tendido a homogeneizarse”, explica Cárdenas, genetista del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile.

Para los expertos, que suceda esto en el punto más austral del planeta es sinónimo de “una tremenda pérdida de diversidad única que ha tomado millones de años en constituirse como es”.

“Hemos perturbado a tal nivel el ambiente que podríamos llegar a no tener ningún lugar en el mundo sin evidencias del impacto del hombre. Y estamos siendo testigos de que en el corto plazo puede ser así”, alerta Leyla Cárdenas, cuyo estudio fue publicado en la revista Scientific Reports.

El mejillón es una de las especies invasoras a nivel global

Un grupo de investigadores publicó un análisis que trataba a las 13 especies que tienden a invadir los ecosistemas de la Península Antártica.

Entre las más problemáticas figuraban 'el chorito' chileno, el mejillón mediterráneo, el alga wakame (comestible), algunos cangrejos, ácaros y otros insectos.

El caso es que los ejemplares de mejillón descubiertos por Cárdenas y su equipo de expertos norteamericanos corresponden al mismo grupo genético que habita en la Patagonia y en las islas Kerguelen, que se encuentran ubicadas en el Océano Índico.

Además, una especie de mejillones muy cercana a esta, demostró que tiene un alto potencial invasor. Pues se establece y desarrolla poblaciones estables e el Ártico.

Y es que este lugar también presenta un ambiente parecido al de la Antártica por el deshielo, todo asociado al calentamiento global.

La historia de la Antártica, imágenes del Centro IDEAL

Si la invasión llega a ocurrir en el polo sur terrestre, las algas y otros organismos que viven en el sustrato antártico se verán fuertemente afectados.

“Lo más preocupante es que, en la Antártida, los choritos no tendrían un control biológico, ya que no hay organismos trituradores como cangrejos”, indica Miguel Pardo, ecólogo del Centro IDEAL.

La probabilidad de que esto ocurra es alta, y es que esta especie de mejillones presentan una alta fecundidad, un crecimiento rápido, además de tolerancia a las bajas temperaturas. A lo que se suma que han sido invasores en otras localizaciones, lo que ayuda a prever más su invasión.

Los mejillones que se han registrado tienen que ser vigilados muy de cerca

Leyla Cárdenas, líder de la investigación detalla que “los choritos que han llegado a la Antártida necesitan la interacción con el ambiente y la protección del sustrato marino. En estos momentos, ese refugio se lo están dando las esponjas marinas”.

Los investigadores deben de seguir observando si estos mejillones pueden sobrevivir al frío extremo del invierno, y si su llegada se trata de un hecho puntual o continuo.

La experta genetista apunta que es fundamental monitorear los cambios ambientales, y a partir de esa observación, generar mecanismos que aseguren la llegada de los barcos libres de especies de fuera de ese ecosistema

El descubrimiento de la posible invasión de los mejillones o choritos, presenta un tema de aprendizaje sobre el funcionamiento de los sistemas marinos polares, pues por primera vez se registra la llegada de una especie a un ecosistema tan remoto.

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