
Lectura fácil
Los microplásticos, fragmentos de plástico menores a cinco milímetros, se han convertido en una preocupación mundial. Están presentes en los océanos, el aire, los suelos y, ahora se sabe, también en nuestros cuerpos. Diversos estudios científicos han demostrado que cada persona puede estar ingiriendo más de 50.000 partículas de microplásticos al año, una cifra que podría duplicarse si se consideran también las partículas inhaladas.
El plástico de un solo uso, desechado o quemado perjudica la salud humana y la biodiversidad y contamina todos los ecosistemas, desde las cumbres de las montañas hasta el fondo de los océanos.
Cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico, la mitad de las cuales están diseñadas para utilizarse una sola vez. De esa cantidad, menos del 10 % se recicla.
Se calcula que 11 millones de toneladas acaban cada año en lagos, ríos y mares, lo cual equivale aproximadamente al peso de 2200 torres Eiffel juntas. Además, el coste social y medioambiental anual de la contaminación por microplásticos oscila entre 300.000 y 600.000 millones de dólares.
Recalcamos que, tal como decíamos antes, los microplásticos, pequeñas partículas de plástico, llegan a los alimentos, el agua y el aire. Se calcula que cada habitante del planeta consume más de 50.000 partículas de plástico al año, y muchas más si se tiene en cuenta la inhalación.
¿Cómo entran los microplásticos en nuestro organismo?
Los plásticos pueden ingresar al cuerpo humano principalmente por tres vías: el agua que bebemos, los alimentos que consumimos y el aire que respiramos. El agua embotellada contiene más microplásticos que el agua del grifo, según análisis recientes. En cuanto a los alimentos, el pescado y el marisco son grandes fuentes de exposición, ya que los animales marinos confunden el plástico con alimento. Incluso la sal, la miel o los productos lácteos han mostrado niveles de contaminación.
El aire que respiramos también es una fuente importante. En interiores, donde pasamos gran parte del tiempo, las fibras sintéticas liberadas por la ropa, alfombras o muebles pueden ser inhaladas y llegar a los pulmones.
¿Qué riesgos representa para la salud?
Aunque aún no se conoce completamente el impacto de los plásticos en la salud humana, los científicos han comenzado a detectar partículas en la sangre, pulmones e incluso en la placenta. Esto genera preocupación por posibles efectos a largo plazo, como inflamación crónica, toxicidad celular o alteraciones hormonales. Muchos microplásticos actúan como vectores de sustancias químicas peligrosas, como los ftalatos o metales pesados, lo que agrava el riesgo.
Además, algunas investigaciones sugieren que la exposición prolongada podría afectar el sistema inmunológico, provocar estrés oxidativo e incluso contribuir a enfermedades metabólicas.
¿Qué soluciones se están planteando?
Los expertos coinciden en que es fundamental reducir el uso de plásticos de un solo uso y mejorar la gestión de residuos. A nivel institucional, se están desarrollando normativas más estrictas para limitar la producción de plásticos y fomentar alternativas biodegradables. En casa, podemos aportar evitando productos plásticos, utilizando botellas reutilizables y eligiendo alimentos frescos sin envases.
Además, se están promoviendo tecnologías para detectar y eliminar microplásticos en plantas de tratamiento de agua y en procesos industriales.
Combatir la contaminación por microplásticos es un reto global que exige una respuesta conjunta de gobiernos, industria y ciudadanía.
Añadir nuevo comentario