El trato de la migración y cómo puede convertirse en una causa de desaparición forzada

Desde las dunas que se alzan en la costa de Tarifa, en Cádiz, muy cerca del Estrecho de Gibraltar, se observa con gran detalle el puerto de Tánger. Grúas, contenedores y barcos que van y vienen de forma incansable se ven extremadamente cerca, aunque esos escasos 41 kilómetros de mar, suponen una importante barrera y separación entre dos realidades. Menos distancia hay en la frontera de Melilla, que comparte continente, y donde a diario se vive lo que se conoce como "el drama de la migración".

Y es que la migración tiene dos caras. Una a la que apenas se asocia esta palabra porque se les ha buscado otros sinónimos para diferenciarlas, aunque vienen a ser lo mismo. Suele usarse palabras como 'expatriado' o frases como 'se va a trabajar al extranjero'. Del otro lado se encuentra la ilegalidad, los inmigrantes entendidos de forma peyorativa o extranjeros que vienen a quedarse con algo de lo que priori parecen no ser merecedores.

Sin embargo, ambas realidades solo tienen dos diferencias: el color del pasaporte y el apellido en el mismo. Elementos que marcarán si el proceso de migración que se inicia podrá ser favorable, o si por otro lado habrán altas tasas de ser rechazado, morir en el desierto o desaparecer en el mar.

La migración, ¿una causa de desaparición forzada?

A modo de conmemorar el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que se celebró el pasado 30 de agosto, desde Amnistía Internacional (AI) plantearon un potente reflexión sobre la migración y la forma en la que esta puede convertirse en un causante de una desaparición forzada. El autor del artículo, Eduardo Pardo, miembro del Equipo de Países de la organización, ponía como ejemplo lo ocurrido en Melilla en el verano del 2022 y las muertes y desapariciones que aún están por esclarecer.

Recordando los hechos, el 24 de junio de 2022 la valla que se encuentra entre la frontera de Melilla y Marruecos, vivió uno de los momentos más tensos en los últimos meses. Un grupo de personas, migrantes y refugiados, en su mayoría procedentes de países al sur del desierto del Sáhara, intentaron saltar la valla hacia territorio español. 37 de las personas que lo intentaron fallecieron y aun hoy 76 personas continúan desaparecidas después de lo ocurrido.

Para Pardo estas desapariciones no fueron gratuitas y además iban más allá del "drama de la migración" a la que parece que nos hemos acostumbrado y por tanto asumido. Desde su punto de vista, estas desapariciones también fueron forzadas. Para esta tesis, el miembro de AI, se basaba en la definición de las Naciones Unidas sobre lo que se considera una desaparición forzada:

“Se considera desaparición forzada toda forma de arresto, detención, secuestro o cualquier otra modalidad de privación de libertad perpetrada por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa de las autoridades a reconocer la situación de privación de libertad o a revelar la suerte o el paradero de la persona interesada, lo que sustrae a la víctima de la protección de la ley”. - Naciones Unidas.

Desaparecer

Hay muchas formas de desaparecer, pero todas parten siempre de la misma base: perder nuestra identidad. La perdemos cuando requisan nuestra documentación, la perdemos cuando nos convertimos en un número más en una fosa común, la perdemos cuando nuestros cuerpos se diluyen en el mar, la perdemos cuando se nos abandona en el desierto, la perdemos cuando nos convierten en "extraños".

La migración no debería ser una pérdida, como casi siempre lo es, ya que la voluntad, el objetivo que la impulsa, no es otro que el de ganar. Ganar una vida mejor, ganar salud, ganar en la esperanza de dar lo mejor a tu familia que te espera al otro lado, ganar en posibilidades. Ganar tu identidad como ciudadano del mundo para no volver a desaparecer.