Más semanas, mismos problemas: los nuevos permisos por nacimiento no son motivo de celebración

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31/07/2025 - 10:51
Manos de unos padres con su bebé recién nacido

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El Gobierno, probablemente con la mejor de las intenciones, anuncia una nueva ampliación de los permisos por nacimiento. Suenan los aplausos en el Congreso, se celebran los titulares en la prensa y las redes sociales se inundan de mensajes que aplauden un nuevo avance social. Sobre el papel, la noticia es intachable: más tiempo para que los padres y las madres estén con sus recién nacidos. Pero si rascamos más allá del barniz del progresismo y nos preguntamos qué cambia de verdad en la vida de las familias, la respuesta es desoladora: casi nada.

Por eso, permítanme ser la voz discordante en medio del júbilo. No, no hay mucho que celebrar. O, al menos, no con el entusiasmo que se nos exige. Aplaudir estas medidas es caer en la trampa de conformarnos con las migajas, es aceptar un caramelo en la puerta de un sistema que, estructuralmente, sigue siendo profundamente hostil a la crianza y a la verdadera conciliación.

El espejismo de la corresponsabilidad y los permisos por nacimiento

El gran avance de los últimos años ha sido la equiparación de los permisos por nacimiento para ambos progenitores, haciéndolos iguales e intransferibles. Es un paso necesario e innegable en la dirección correcta. Pero se ha convertido en un espejismo, una coartada perfecta para que la clase política dé por zanjado el debate de la corresponsabilidad.

Además, la realidad es que la verdadera desigualdad no se juega en las primeras semanas de vida del bebé, sino a partir del día en que se acaban los permisos por nacimiento.

¿Quién pide mayoritariamente la reducción de jornada para cuidar de los hijos? ¿Sobre quién recae la carga mental de la pediatra, las vacunas, la ropa y la alimentación? ¿La carrera de quién se frena o se sacrifica "temporalmente" por el bien de la familia? Las estadísticas y la realidad cotidiana nos gritan que sigue siendo la mujer.

Unas pocas semanas más de permiso a tiempo completo no alteran esta inercia cultural y económica. Simplemente, posponen la colisión con la realidad. Se crea una burbuja de igualdad durante los primeros meses para, después, devolver a las mujeres a un mercado laboral que las penaliza por ser madres y a una estructura social que sigue presuponiendo que el cuidado es, en última instancia, su negociado.

Y es que, el Real Decreto-Ley 9/2025 dice que el nuevo permiso:

  • Es un permiso personal e intransferible
  • Está 100 % retribuido por el INSS, no por las empresas
  • Las 6 semanas tras el parto son obligatorias
  • Las 11 semanas más (22 en monoparentalidad) hasta los 12 meses
  • Las 2 semanas nuevas (4 en monoparentalidad) se pueden disfrutar hasta que el hijo/a cumpla 8 años.

Desde hoy 31 de julio de 2025: Entra en vigor la semana adicional por nacimiento (para los partos desde el 31 de julio 2025)
Desde el 1 de enero de 2026: Podrán solicitarse y cobrarse las 2 semanas nuevas de disfrute flexible (para bebés nacidos a partir del 2 de agosto 2024).

👉El permiso de lactancia no cambia
👉El permiso parental de 8 semanas sigue igual (NO retribuido)

No hay nada que celebrar. Los que nacieron antes del 2 de agosto de 2024 están siendo discriminados y sus familias también (desde 2022 que anunciaron estos "avances"). Así que por nuestra parte, cero alegrías. Una semana más tampoco se acerca a los estándares europeos. Considero que hay que seguir ejerciendo presión o nada cambiará.

Se prometieron 4 semanas retribuidas pero nos quedamos en 3. No se ha tenido en cuenta que muchas mujeres no acumulan lactancia y no llegan al mínimo exigido por Europa. No se cumple la retribución de 4 de las 8 semanas del permiso parental para todas las familias con hijos e hijas hasta los 8 años (tal como se anunció el año pasado).

Yo tengo hijos, bebés, nacidos antes de agosto de 2024, pero menores de 8 años, así que no tengo derecho a las dos semanas retribuidas de permiso. A día de hoy que yo sepa ningún niño nacido después de agosto del 2024 tiene más de 8 años, a no ser que sea Marti McFly...

El día después: el abismo de los 0 a los 3 años

El verdadero drama de la natalidad y la conciliación en España no está en la semana 16 o 20 de permiso, sino en la semana 21, cuando este se acaba. Es en ese momento cuando los padres se asoman a un abismo: la ausencia casi total de una red pública de escuelas infantiles de 0 a 3 años que sea universal, gratuita y de calidad.

De poco sirve añadir unas semanas más a los permisos por nacimiento si, al terminar, las familias se enfrentan a mensualidades de 400, 500 o 600 euros por una plaza de guardería privada. Para un hogar con un salario medio, este coste es, sencillamente, inasumible o supone un sacrificio económico brutal. La alternativa, recurrir a los abuelos, no es un derecho, sino un ejercicio de voluntarismo familiar que evidencia, una vez más, el fracaso del Estado en proveer una solución estructural.

Las semanas extra de permiso son, en este contexto, una tirita sobre una herida abierta. Un gesto que permite al Gobierno presentar un titular de "avance social" mientras se ahorra la inversión multimillonaria que supondría crear una red de educación infantil pública digna del siglo XXI.

Un modelo rígido que ignora la realidad

Finalmente, la propia concepción de los permisos por nacimiento como un bloque rígido e inamovible ignora la diversidad de necesidades de las familias y del mercado laboral. ¿Por qué no explorar modelos más flexibles, como los de otros países europeos? Por ejemplo, permisos por nacimiento más largos pero a tiempo parcial, bolsas de horas que se puedan gestionar a lo largo de los dos o tres primeros años de vida del niño, o incentivos reales a las empresas para que ofrezcan jornadas compactadas o teletrabajo sin que esto suponga un frenazo en la carrera de la mujer.

La política familiar en España se ha centrado en una única herramienta —el permiso retribuido—, ampliándolo a cuentagotas cada pocos años para la foto. Es una solución fácil y efectista, pero profundamente ineficaz.

Así que no, no celebremos. No todavía. No aplaudamos estas migajas mientras el festín de la verdadera conciliación sigue reservado para unos pocos. Dejemos de enfocarnos en cuántas semanas estamos en casa y empecemos a exigir soluciones para cuando volvemos al trabajo. Exijamos una red de escuelas infantiles públicas y de calidad. Exijamos una racionalización de los horarios laborales. Exijamos flexibilidad real y sin penalización. Exijamos, en definitiva, el menú completo. Nuestras familias y el futuro del país se lo merecen.

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