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Toledo es una ciudad donde las piedras hablan, pero algunas voces habían quedado silenciadas por el polvo del abandono. Durante décadas, a apenas cien metros de la bulliciosa plaza de Zocodover, un tesoro arquitectónico del siglo XIV languidecía entre la degradación y el olvido. El Salón Rico, una impresionante "qubba" de influencia oriental, llegó a finales del siglo XX convertido en un espacio irreconocible. Lo que hoy es un hito de la recuperación en el centro histórico de Toledo fue, no hace mucho, un garaje para un taller mecánico de la casa Ford y un almacén de herrería.
El historiador Antonio Perla lo define con claridad: "Se había perdido la memoria del lugar". La zona del Corral de Don Diego se había convertido en un punto negro del mapa urbano, marcado por la acumulación de basura y la inseguridad. Sin embargo, gracias a una intervención ambiciosa y participativa, esa herida profunda de la ciudad imperial ha comenzado a restañarse, devolviendo la dignidad a uno de los rincones más singulares de la capital castellana.
Una rehabilitación participativa en el centro histórico de Toledo
La historia reciente de este enclave cambió de rumbo en 2021. Tras intentos fallidos en los años ochenta para convertir la zona en hoteles o centros comerciales, el Consorcio de la Ciudad de Toledo —ente que vela por el patrimonio del centro histórico de Toledo— decidió cambiar de estrategia. Jesús Corroto, gerente del Consorcio, explica que esta vez el proyecto nació de la escucha activa: "Nos reunimos con las asociaciones vecinales del casco histórico para que nos dijeran qué necesitaban".
La respuesta ciudadana fue contundente: los vecinos no querían otro museo estanco que solo atrajera turistas, sino que reclamaban vida. El resultado ha sido un proyecto híbrido que combina la excelencia monumental con el uso social. Se han recuperado los edificios en ruinas del entorno para crear cinco viviendas destinadas a jóvenes y dos locales para comercio de proximidad. Se ha diseñado una plaza con vegetación autóctona y una fuente, eliminando el tráfico rodado y creando un cruce de caminos vital que ahora conecta la Plaza Mayor con la zona del Alcázar.
El Salón Rico: arquitectura de representación suprema
El corazón de esta intervención es, sin duda, el Salón Rico. Esta estancia palaciega fue el lugar de representación de Diego García de Toledo, el máximo representante del rey en el siglo XIV. Las investigaciones de Antonio Perla han servido para desmitificar el origen del palacio, retrasando su fundación a finales del siglo XII o principios del XIII, bajo el mandato de Juan Pérez de Toledo. Al adentrarse en sus muros, el visitante puede contemplar un artesonado y unas yeserías que hablan del prestigio de una de las sagas más influyentes de la ciudad.
La arqueología ha aportado sorpresas adicionales durante las obras. Bajo el suelo del salón no solo descansan restos de la antigua ciudad romana, sino que se han hallado parterres con vegetación anterior a la Conquista de América y cerámicas vidriadas de una calidad comparable a la del Real Alcázar de Sevilla. Este descubrimiento refuerza la idea de que el centro histórico de Toledo albergaba espacios de lujo y refinamiento que emulaban a las grandes cortes nazaríes y castellanas.
Innovación y respeto en la restauración patrimonial
La restauración, finalizada en el verano de 2024, ha seguido criterios de sostenibilidad y "kilómetro cero". Los arquitectos han aplicado lo que denominan un "alzado arqueológico" en la fachada, permitiendo que se vean las distintas capas históricas del edificio. Pablo González Collado, uno de los arquitectos del proyecto, señala que se han eliminado las "patologías" acumuladas por años de usos inadecuados, utilizando un lenguaje contemporáneo allí donde era necesario añadir elementos nuevos. Esta integración de lo viejo y lo nuevo es lo que dota de una identidad única al entorno del centro histórico de Toledo.
La recuperación del Salón Rico ha actuado como un imán para el resto del barrio. "Es el que irradia el interés público que hace posible intervenir en todo el entorno", confiesa González Collado. Lo que antes era un foco de suciedad y delincuencia se ha transformado en un eje cultural vibrante donde se celebran espectáculos y encuentros ciudadanos.
Un nuevo horizonte para el centro histórico de Toledo
El impacto de esta obra va más allá de lo estético. Ha supuesto una pequeña revolución en la forma de entender la gestión del patrimonio. Al priorizar la vivienda para jóvenes y los espacios públicos sobre la musealización masiva, el Consorcio ha logrado que el centro histórico de Toledo vuelva a ser un lugar para ser vivido, no solo para ser visitado. Los turistas se benefician de un nuevo enclave monumental, pero los verdaderos ganadores son los vecinos, que han recuperado una plaza y un pedazo de su propia identidad.
A pesar de que algunos expertos, como Antonio Perla, sientan la melancolía del vacío por los edificios que se perdieron para siempre en los siglos pasados, la supervivencia del Salón Rico es un triunfo contra el tiempo. Hoy, tras haber superado incendios, saqueos y décadas de abandono, este palacio medieval se levanta con orgullo.
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