‘Mi madre se ha suicidado…’

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19/02/2020 - 11:13
Roman y su madre

Lectura fácil

“Vivo en una pesadilla diaria de la que no puedo salir desde que mi madre decidió acabar con su vida tirándose desde la sexta planta del piso en el que vivía. Su marcha es injusta y su muerte era perfectamente evitable. Como la de las 10 personas que hoy, estadísticamente, se van a quitar la vida. ¿Cuánta gente más tiene que suicidarse para que se tomen medidas?”

Así comienza la petición, en la mundialmente reconocida plataforma de cambios sociales de Change.Org, del conocido actor español Roman Reyes. Esta es la primera de dos columnas de opinión que hablarán sobre su experiencia lidiando con una madre que padecía de enfermedades mentales crónicas desde que él tiene conciencia y que terminó por cometer suicidio debido a ellas.

La segunda será una entrevista en la que es mi deseo darle voz en primera persona a su historia y a su causa. En cuanto supe de la labor que estaba impulsando y de su lucha, me puse en contacto con él como compañero de petición en Change y como alguien que conoce bien lo que es tener una madre que padece de enfermedades mentales y el suicidio. Mi madre era ciclotímica (un punto por debajo de la bipolaridad) y maniacodepresiva. Y yo mismo, pasé por dos intentos fallidos de suicidio hace unos años cuando la perdí.

“Que tu madre te diga llorando que se quiere morir y que necesita que la ingresen es muy duro. Pero más duro aún es llevarla al hospital, rogar que lo hagan y que te digan que no, que cambie de medicación y vuelva a casa. Vives durante años con miedo constante por si algún día pasa lo que ha terminado pasando. Mamá, hoy siento que he perdido la batalla, que hemos perdido la batalla. Pero no puedo dejar que tu marcha sea en vano. La dejadez por parte del sistema nos deja desamparados.”

Roman llevaba mucho tiempo reclamando una asistencia adecuada para su progenitora

El sistema sanitario les dio la espalda y su sentimiento de abandono es absoluto. Ambas temáticas son, todavía, dos de los mayores tabúes que existen y con los que, entre todos, deberíamos acabar. Seguimos estigmatizando todas aquellas patologías relacionadas con la conducta y el cerebro que no se consideran “normales” por el conjunto.

Pero, ¿y qué es normal? ¿Alguien me lo puede definir? Las enfermedades mentales y el suicidio nos dan miedo. Nos producen rechazo. Y muchos no entienden a esos seres humanos que conviven con ellas, que las padecen o que llegan a buscar salidas tan extremas, en una última y desesperada acción, buscando la paz y la liberación mental. Pocos se acercan a ellos. Pocos les acompañan y se tumban a su lado para escucharles, abrazarles y decirles: ‘estoy contigo, no estás solo’.

Estamos en un periodo de la humanidad en el que, de puertas a fuera, estamos obsesionados con vender una ficticia felicidad y obsesiva perfección de cara a los demás, cuando entorno al 70% de la población de los países del primer mundo consumen algún tipo de antidepresivo o medicación para la ansiedad y la angustia, con la finalidad de sobrellevar su día a día.

“El primer recuerdo de mi madre ingresada en un hospital es de cuando yo tenía 10 años. De eso han pasado más de 20. Hasta este 4 de noviembre, cuando no aguantó más. En todos estos años la dejadez por parte del sistema sanitario español ha sido continua. La he llevado a hospitales una y otra vez y he visto cómo nos mandaban a casa o cómo la ingresaban por un tiempo insuficiente, mientras yo suplicaba que por favor le atendieran mejor, que no estaba como para marcharse. Pero no lo conseguí. Los suicidios son la primera causa de muerte no natural en España, mueren el doble de personas por suicidio que por accidentes de tráfico (y muchos de los suicidios no se identifican como tal). Por favor, no podemos mirar hacia otro lado. No queremos un plan en un PDF, queremos medidas reales: más recursos sanitarios, más psicólogos en la sanidad pública, más formación.”

Eso es lo que reclama Roman con una fuerza y entereza admirables. Roman, como todos aquellos que han pasado por su misma situación, sigue recuperándose poco a poco. ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está el apoyo? ¿En qué momento hemos llegado a ser parte de un sistema que paulatinamente se va deshumanizando a pasos agigantados? Roman habla por todas esas más de 3600 personas que nos dejan al año y cuyas cifras podrían ser menores de existir una voluntad real de proporcionar apoyo concienciar al ciudadano. Los números por dichas muertes son mucho mayores pero se ocultan. Hablar de suicidios no interesa. Hablar de enfermedades mentales, tampoco. Vivimos en un sistema enfermo y todos actuamos como si no pasara nada. Es aterrador. ¿Hemos perdido toda esperanza?

“No sabes la impotencia que es saber que tu madre se ha suicidado y que se podía haber evitado. Es duro de escribir y de leer, pero es la realidad: se suicidan 10 personas al día y muchas de esas muertes se podrían haber evitado. Porque mi madre se ha quitado la vida, sí, pero lo que yo siento es que la han matado por falta de medidas de prevención. Me niego a aceptar que más de 3600 personas al año por suicidio sea una cifra asumible y normal. Me niego a asumir que mi madre se convierta en un dato más del INE de 2020. Cuando vivía con ella la tensión era constante, cada vez que salía de casa no sabía lo que me podía encontrar al volver. Si tenía una crisis casi siempre el procedimiento era el mismo: urgencias, reajuste de medicación Y A CASA. Algún municipal incluso ya me conocía. En una ocasión uno me dijo ¿Todavía no han ingresado a tu madre?”

La historia de Roman es la historia de miles de personas en este país

Historias que quedan silenciadas, ocultas, en las sombras. Historias a las que no se les da visibilidad. Y las historias están para ser contadas y compartidas si con ello se consigue ayudar aunque sea a un único individuo.

“Era joven y muy inteligente, pero estaba enferma. Tuve charlas larguísimas con ella, incluso broncas, pidiéndole que por favor se tomara la medicación y recuperara las riendas de su vida, pero no lo conseguía. Yo no podía solo, no sabía cómo lo tenía que hacer. Porque el Estado deriva a las familias la responsabilidad, dejan en nosotros todo el peso de la responsabilidad y nosotros no estamos preparados. Mi madre estaba enferma y los enfermos como ella están solos. Y los familiares como yo, igual: SOLOS y desamparados. He visto durante años a mi madre, la persona que siempre lo ha dado todo por mí, consumiéndose en la tristeza y en la paranoia persecutoria (entre otras afecciones). Pese a tenerlo todo para ser feliz. Hemos sido desahuciados ante un estado que no parecía tener ni medios ni interés en salvarla.”

Posas cosas hay tan dolorosas en este mundo como la de ver a alguien que quieres, sufrir. Y el sufrimiento mental es, en gran cantidad de ocasiones, más insoportable y letal que el físico. La mente puede ser nuestra mayor aliada y nuestro mayor enemigo.

He vivido durante años teniendo pesadillas en las que me levantaba llorando porque ella se tiraba por la ventana. Y al final lo ha hecho. Mi madre ha muerto aplastada contra el suelo y con todas sus esperanzas rotas. Y nadie merece morir así. Por favor, evitemos más suicidios como el de mi madre. Pidamos todos juntos una solución urgente al Ministerio de Sanidad.”

Roman ha iniciado un imparable recorrido. Roman quiere cambiar el sistema. Por su madre, por ti, por mí, por cualquiera que pueda estar pasando o haya pasado por lo mismo. Roman quiere que se salven vidas. Y para ello, y en sus palabras, insta al Ministerio de Sanidad de España la creación y existencia de:

  • Más recursos sanitarios para que a las personas que tienen riesgo de suicidio no las manden a casa y permanezcan ingresadas el tiempo que sea necesario.
  • Más psicólogos en la Sanidad Pública. El ratio por paciente en España es ridículo. No puede ser que pidas una cita urgente y te den cita para dentro de tres semanas.
  • Más formación en prevención de suicidios, tanto a los sanitarios, como a los cuerpos de seguridad del estado, como a las familias que conviven con los pacientes.
  • Servicios de urgencia especializados. Hay casos en los que se pide ayuda si un familiar no te coge el teléfono y hasta 48h no puedes denunciar desaparición. Al ser una urgencia tan delicada tiene que haber un plan de acción más rápido.
  • Un sistema de conexión con afectados. Las redes personales son esenciales y mi madre, como muchos otros enfermos, tendía al aislamiento dentro de su tendencia autodestructiva.
  • Educación emocional desde el colegio. Nos enseñan a sumar y nunca nos enseñan a procesar dolores tan fuertes como estos.

Esto es lo que Roman y más de 173.000 firmantes (hasta el momento de escribir este artículo) exigen a través de change.org/stopsuicidios.

“Sabía que perder una madre sería lo peor de la vida, pero nunca pensaría que llegaría de la peor forma. Tras decirme ‘te quiero’ en un Whatsapp. No hay día que no piense en todas las veces que intenté ayudarle y lo solos y desamparados que nos hemos sentido. No tenemos herramientas para poder gestionar una tristeza tan inabarcable. Ni los propios enfermos ni tampoco los que les cuidamos. Para mi madre ya es tarde, pero es nuestra obligación ahora evitar que sigan abandonando a personas como ella. Y es urgente. Por favor, hay que hacer que esto cambie. Hay muchísimas personas para las que todavía estamos a tiempo.”

Ayuda a Roman con tu granito de arena firmando: change.org/stopsuicidios

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