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Durante 2024, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado realizaron una potente ofensiva policial contra la explotación sexual y laboral. La Policía Nacional y la Guardia Civil sacaron de las redes de las mafias a 1.794 víctimas de trata y de explotación sexual o laboral, entre ellas 32 menores. De todas ellas, 513 fueron captadas por redes criminales organizadas de trata de seres humanos, “mediante engaño, violencia o abuso de una situación de vulnerabilidad, con fines de explotación sexual, laboral, matrimonios forzados y comisión de actividades delictivas”, según detalla el Ministerio del Interior. El resto, las otras 1.281 víctimas, también fueron sometidas a procesos de explotación sexual en entornos de prostitución o laboral, "con condiciones de restricción o violación de sus derechos", aunque en su caso "no se ha podido demostrar que hubiesen llegado a esa situación por la intervención de una red organizada de trata de personas”.
Un golpe al crimen organizado: casi 1.800 víctimas liberadas
Estas víctimas, muchas de ellas mujeres, niños y migrantes en situación vulnerable, fueron localizadas en operaciones conjuntas que se llevaron a cabo en varios países, dirigidas contra mafias dedicadas a la explotación sexual, laboral y otras formas de esclavitud moderna.
Este resultado es fruto de meses de investigaciones, seguimientos e infiltraciones en estructuras criminales que operaban a nivel transnacional. Los operativos, desarrollados por cuerpos de seguridad especializados, permitieron además la detención de más de 500 sospechosos y la desarticulación de decenas de redes criminales que lucraban con la vida y la dignidad de personas vulnerables.
Modus operandi de las mafias y perfiles de las víctimas
Las redes de trata suelen operar mediante engaños, promesas falsas de trabajo, coerción o directamente mediante el secuestro. Las víctimas son transportadas dentro o fuera de sus países de origen y sometidas a condiciones inhumanas. Una parte significativa de las personas rescatadas estaba siendo explotada sexualmente, mientras que otras eran obligadas a trabajar sin descanso en el servicio doméstico, agricultura, construcción u otras actividades económicas informales.
Las autoridades han detectado que, tras la pandemia y el aumento de las migraciones forzadas, las mafias han ampliado su alcance, aprovechándose de la desesperación de personas que buscan una vida mejor. En muchos casos, los criminales utilizan redes sociales o plataformas digitales para captar a sus víctimas, lo que añade nuevas capas de complejidad a la persecución del delito.
Cooperación internacional y necesidad de más prevención
Este importante golpe a las redes de trata ha sido posible gracias a la colaboración entre fuerzas policiales nacionales, Interpol, Europol y organizaciones de derechos humanos. También se ha contado con la participación de instituciones judiciales y fiscales que han acelerado los procesos contra los captores.
Sin embargo, expertos en derechos humanos advierten que el problema persiste y que se necesita reforzar la prevención, proteger a las víctimas y ofrecer alternativas reales a personas en riesgo. La lucha contra la trata no puede limitarse a los operativos: debe incluir educación, vigilancia de plataformas digitales y políticas migratorias más humanas.
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