
Lectura fácil
Donald Trump, presidente de Estados Unidos y candidato republicano para las elecciones de 2024, ha adoptado recientemente un tono más crítico con las vacunas, especialmente con las desarrolladas durante la pandemia de COVID-19. Aunque durante su presidencia en el anterior mandato, promovió el desarrollo rápido de las vacunas mediante la operación Warp Speed, ahora parece haberse alineado, de facto, con el movimiento antivacunas, con el objetivo de conectar con una parte de su electorado que desconfía profundamente de la ciencia y las políticas sanitarias oficiales.
Este cambio de postura no es nuevo en política, pero sí llamativo en alguien que lideró la carrera por una vacuna. Durante varios discursos y entrevistas recientes, Trump ha criticado los mandatos de vacunación y ha asegurado que “la libertad personal está por encima de cualquier obligación médica”, apelando al sentimiento libertario de parte de sus seguidores.
Trump y su giro en el discurso sobre vacunas
Trump ha impulsado un estudio sobre la efectividad de las vacunas que dirige un reconocido antivacunas, de la idea falsa de que provocan autismo.
La covid grave es historia. En parte, por el éxito de su operación Warp Speed y las masivas compras estatales de las vacunas estadounidenses. Pero la amenaza ahora es la reemergencia del erradicado sarampión. EEUU vive uno de sus peores brotes desde los años noventa. Y las personas especialistas en salud pública lo achacan a una insuficiente cobertura vacunal.
El hasta hace poco jefe de vacunación de la FDA, Peter Marks, sentenciaba: “Si este brote de sarampión continúa, vamos a ver más y más madres y padres cuyas vidas quedarán destruidas [por la muerte de sus hijos]”. Marks acaba de ser destituido por Kennedy Jr.
El impacto en la opinión pública y en la salud
El viraje retórico de Trump puede tener consecuencias importantes. Diversos estudios han demostrado que sus seguidores tienden a replicar sus mensajes, incluso en temas médicos o científicos. En estados gobernados por republicanos, ya se observó durante la pandemia una menor tasa de vacunación, y este tipo de discursos podría reforzar esa tendencia.
La comunidad científica ha expresado su preocupación por el aumento de la desinformación relacionada con las vacunas. Las vacunas han sido una herramienta clave para controlar enfermedades como el COVID-19, el sarampión o la gripe, y cuestionarlas desde una figura tan influyente como Trump puede debilitar la confianza pública en los programas de inmunización, aumentando el riesgo de rebrotes.
Además, su discurso está siendo utilizado por grupos antivacunas organizados como una validación política. Las redes sociales amplifican estas declaraciones y las convierten en argumentos contra las recomendaciones sanitarias, alimentando un clima de polarización y desconfianza hacia los expertos.
Elecciones, estrategia política y consecuencias
La estrategia de Trump parece clara: movilizar al electorado más escéptico frente al Estado, incluso a costa de polarizar aún más el debate sanitario. Al presentarse como defensor de la libertad individual frente a la “imposición” de vacunas, busca diferenciarse de sus oponentes y reforzar su imagen de outsider frente al establishment.
No obstante, esta posición podría traer consecuencias más allá de las urnas. Debilitar el discurso pro-vacunas desde una figura política con tanta influencia puede dejar secuelas a largo plazo en la salud pública estadounidense, afectando tanto a la confianza institucional como al control de futuras crisis sanitarias.
Añadir nuevo comentario