Viajar en avión con discapacidad intelectual: 8 claves para hacerlo más accesible y seguro

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28/08/2025 - 08:39
Pasajeros de un avión

Lectura fácil

Viajar en avión puede ser una experiencia estresante para cualquier persona. El caos de los aeropuertos, las largas colas, los estrictos controles de seguridad y la incertidumbre de los horarios conforman un cóctel de ansiedad que todos hemos experimentado alguna vez. Sin embargo, para las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, este desafío se multiplica exponencialmente. Un entorno de hiperestimulación sensorial, una sucesión de procedimientos abstractos y una comunicación a menudo poco adaptada pueden convertir el sueño de viajar en una auténtica pesadilla, impidiendo su acceso en igualdad de condiciones a este medio de transporte fundamental.

Afortunadamente, la conciencia sobre esta realidad está creciendo. Diversas organizaciones sociales, en colaboración con entidades del transporte aéreo como Aena y las propias aerolíneas, están trabajando para identificar estas barreras invisibles y proponer soluciones efectivas. El objetivo es claro: transformar la experiencia de viajar en avión en un proceso autónomo, seguro y digno para todos.

A continuación, exploramos las ocho claves fundamentales que están allanando el camino hacia una aviación verdaderamente accesible e inclusiva.

1. Información clara y adaptada: el poder de la anticipación

La principal fuente de ansiedad ante una situación nueva es el desconocimiento. Para una persona con discapacidad intelectual, entender una secuencia compleja de pasos es crucial. Por ello, la información debe ser accesible no solo físicamente, sino también cognitivamente. El uso de Lectura Fácil, un método de redacción con lenguaje sencillo y directo, junto con pictogramas universales, transforma las farragosas instrucciones en una guía visual clara.

Además, herramientas como las "historias sociales" —pequeños guiones con imágenes que describen paso a paso todo el proceso, desde la llegada al aeropuerto hasta la recogida del equipaje— son increíblemente eficaces para que la persona pueda anticipar lo que va a ocurrir, reduciendo drásticamente el estrés.

2. Entrenamientos previos al vuelo: familiarizarse para perder el miedo a viajar en avión

Una de las iniciativas más innovadoras y de mayor impacto son los programas de familiarización. Consisten en organizar visitas a los aeropuertos en días y horas de poca afluencia, permitiendo que las personas con discapacidad y sus familias recorran el itinerario real del viaje. Pueden ver los mostradores de facturación, pasar por un control de seguridad sin la presión de la cola, caminar hasta una puerta de embarque e incluso subir a un avión en tierra.

Este "ensayo general" convierte un entorno desconocido y amenazante en un espacio familiar, desmitificando el proceso y dotando a la persona de la confianza necesaria para el día del viaje real.

3. Personal formado en atención inclusiva

Para viajar en avión es muy importante el trato humano. De nada sirven las mejores infraestructuras si el personal que atiende al público no está debidamente capacitado. La formación en atención a la diversidad es, quizás, el pilar más importante de todos. El personal de tierra y de cabina debe recibir una capacitación que vaya más allá de los protocolos básicos. Necesitan herramientas para comunicarse de forma respetuosa y efectiva, utilizando un lenguaje claro y evitando la infantilización.

Deben aprender a detectar señales de sobrecarga sensorial y saber cómo actuar para calmar a una persona que está sufriendo una crisis de ansiedad, ofreciéndole un espacio tranquilo o simplemente dándole el tiempo que necesita.

4. Acompañamiento especializado: una guía en el caos

Aunque la familia es un apoyo fundamental a la hora de viajar en avión, la figura de un acompañante profesional y neutral puede marcar una gran diferencia. Los aeropuertos españoles, a través del servicio "Sin Barreras" de Aena, ofrecen asistencia gratuita a personas con movilidad reducida, una ayuda que también puede ser crucial para viajeros con discapacidad intelectual.

Este personal especializado guía a la persona a través de todo el proceso, desde la facturación hasta el embarque, asegurando que cada paso se da de forma fluida y sin contratiempos, y liberando a la familia de parte de esa carga logística.

5. Prioridad en los controles de seguridad

Las largas colas, el ruido y la necesidad de seguir instrucciones rápidas y directas hacen del control de seguridad uno de los puntos más críticos del viaje. Ofrecer una vía de acceso preferente no es un privilegio, es un ajuste razonable.

Permite a la persona pasar el control en un entorno más calmado, con menos presión y con el tiempo suficiente para procesar las indicaciones de los agentes, mejorando no solo su confort, sino la seguridad y eficiencia del propio control.

6. Espacios tranquilos en el aeropuerto, un refugio necesario

Un aeropuerto es un bombardeo constante de estímulos sonoros y visuales. Para personas con hipersensibilidad sensorial, como muchas con autismo, este entorno puede ser insoportable. Por ello, cada vez más aeropuertos están implementando "salas silenciosas" o "salas sensoriales".

Son espacios apartados, con luz tenue, sin pantallas y con mobiliario cómodo, diseñados para que las personas que se sientan abrumadas puedan retirarse a un lugar seguro para calmarse y relajarse antes de viajar en avión.

7. Flexibilidad en el embarque

No todas las personas tienen las mismas necesidades. Por eso, la flexibilidad es clave. Ofrecer la posibilidad de embarcar antes que el resto de los pasajeros permite a la persona acomodarse en su asiento sin el agobio de la cola y el pasillo lleno de gente.

Por el contrario, para quienes la espera dentro de un avión cerrado puede generar ansiedad, la opción de embarcar los últimos es la ideal. La clave es ofrecer la elección.

8. Seguimiento individualizado:

Finalmente, establecer canales de comunicación directa entre el personal de la aerolínea y los familiares o responsables en tierra puede aportar una seguridad adicional incalculable. Saber que la tripulación está informada de las necesidades específicas del pasajero y que, en caso de cualquier incidencia, pueden contactar con una persona de referencia, ofrece una enorme tranquilidad tanto al viajero como a su familia.

Implementar estas medidas no solo beneficia a las personas con discapacidad intelectual. Un entorno más claro, más calmado y con un personal más empático mejora la experiencia de viajar en avión para todos. La inclusión, en definitiva, es la mejor estrategia para una aviación más humana y de mayor calidad.

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