Adopta Un Abuelo lanza una campaña urgente para evitar su cierre

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27/06/2025 - 16:00
Campaña urgente para evitar el cierre de Adopta Un Abuelo

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Desde su fundación en 2014, Adopta Un Abuelo se ha convertido en un símbolo de solidaridad intergeneracional en España. La iniciativa, que nació con el objetivo de combatir la soledad no deseada en personas mayores mediante el acompañamiento de voluntarios, ha logrado cifras impresionantes: más de 12.000 mayores acompañados y la colaboración de 21.000 voluntarios en todo el país. Este ambicioso proyecto social ha crecido con rapidez y ha conseguido superar recientemente el millón de usuarios registrados.

Pese a estos logros, el proyecto se enfrenta a una encrucijada. Según ha señalado su fundador, Alberto Cabanes, la fundación atraviesa un momento económico muy complicado. “Nunca pensé que se podría morir de éxito”, ha confesado.

El crecimiento masivo ha traído consigo nuevos desafíos, especialmente en términos de infraestructura tecnológica y gestión de una comunidad tan extensa. Aunque el coste por usuario es de apenas unos céntimos, al multiplicarlo por un millón, la cifra se vuelve insostenible para una organización independiente, sin subvenciones públicas como es la Fundación Adopta un Abuelo.

Campaña de emergencia en Adopta Un Abuelo: búsqueda de embajadores

Para intentar revertir la situación, la fundación ha puesto en marcha una campaña de captación de socios, a quienes denominan “embajadores”. La meta es alcanzar los 7.500 embajadores, una cifra que permitiría asegurar la estabilidad del proyecto. Hasta el momento, más de 3.500 personas ya se han unido a esta causa, pero la cifra todavía está lejos de la necesaria para cubrir los gastos operativos.

Los embajadores son mucho más que simples donantes. Son personas que comparten los valores de la fundación y creen en su misión: dignificar la vejez y fomentar el acompañamiento de mayores que viven en soledad. Además, la aportación es económicamente accesible y, como explica Cabanes, tiene beneficios fiscales: “Si alguien dona 15 euros al mes, puede recuperar hasta 12 euros en la declaración de la renta”. Esto convierte el gesto solidario en algo al alcance de la mayoría de ciudadanos comprometidos.

Un modelo basado en la gratuidad

Uno de los principios clave de Adopta Un Abuelo es que ni los mayores ni los voluntarios pagan nada por participar. Esta gratuidad es esencial para garantizar que cualquier persona mayor que lo necesite pueda recibir compañía, independientemente de su situación económica. Sin embargo, también implica que la organización debe sostenerse únicamente con donaciones y apoyo privado, lo que ahora mismo se ha convertido en su mayor debilidad.

Alberto Cabanes confía en que esta llamada de ayuda despertará el compromiso de la ciudadanía. “Los grandes proyectos se crean en comunidad”, afirma. Su visión es ambiciosa: hacer de Adopta Un Abuelo un referente internacional en el acompañamiento de mayores y la creación de redes afectivas entre generaciones. A pesar del momento crítico, el equipo detrás de la fundación no pierde la esperanza y se aferra al poder transformador de la solidaridad colectiva.

El reto al que se enfrenta Adopta Un Abuelo no es solo económico, sino social. En un contexto donde el envejecimiento de la población es una realidad ineludible, proyectos como este se tornan imprescindibles. La campaña actual no solo busca salvar una iniciativa, sino preservar un modelo de sociedad más humana, donde las personas mayores no sean olvidadas, sino acompañadas, escuchadas y valoradas.

La hora de actuar es ahora

La Fundación Adopta Un Abuelo necesita el apoyo de todos. A través de pequeñas aportaciones mensuales, que pueden suponer apenas unos euros netos al mes tras la deducción fiscal, es posible garantizar que ningún mayor vuelva a sentirse solo. Este es el momento para que ciudadanos, empresas e instituciones se unan como comunidad para proteger un proyecto que ha demostrado, con hechos y cifras, su enorme impacto positivo.

Más que un SOS, esta es una oportunidad de construir una sociedad más empática y justa, en la que nadie envejezca sin compañía.

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