Más del 50 % de personas con discapacidad sufren soledad no deseada, el triple que la población general

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15/05/2025 - 09:20
Una persona ciega junto a su perro guía.

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Más del 50 % de las personas con discapacidad en España sufren soledad no deseada, una cifra alarmante que triplica la registrada en el resto de la población. Esta situación, lejos de ser puntual, responde a múltiples factores que se combinan y se retroalimentan, como la falta de accesibilidad, el aislamiento social, el desempleo o las dificultades para participar en actividades comunitarias.

La soledad no deseada no solo afecta al bienestar emocional, sino que también incide en la salud física y mental. Las personas con discapacidad que viven esta situación tienen más probabilidades de padecer ansiedad, depresión y otras afecciones. La falta de redes de apoyo y la exclusión social son, en muchos casos, más dañinas que la propia discapacidad.

Una realidad invisible: la soledad de las personas con discapacidad

Cinco de cada 10 personas con discapacidad (50,6 %) sufre soledad no deseada en España, un porcentaje que en las personas sin discapacidad desciende al 15,8 %, según constata el 'Estudio sobre discapacidad y soledad no deseada en España' llevado a cabo por Fundación ONCE. De este modo, el documento concluye que las personas con discapacidad son más propensas a experimentar soledad que el resto de la sociedad.

Este informe, al que ha tenido acceso Europa Press, es una continuación del Barómetro de 2024 y forma parte del trabajo sobre la soledad no deseada que lleva a cabo el Observatorio SoledadES. En este caso, el documento busca identificar la prevalencia del aislamiento en personas con discapacidad, indagar en la valoración de las relaciones e interacciones sociales este colectivo, conocer su percepción sobre las soluciones contra este estado y conocer su opinión en relación con otras cuestiones relevantes relacionadas con esta problemática.

Barreras sociales que profundizan el aislamiento

Las barreras arquitectónicas, tecnológicas y actitudinales siguen siendo una constante en el día a día de muchas personas con discapacidad. La escasa adaptación de espacios públicos, el transporte inaccesible o la falta de recursos educativos inclusivos limitan la participación social. Además, los prejuicios y estigmas continúan marcando la forma en que la sociedad se relaciona con las personas con discapacidad, alimentando su aislamiento.

Los expertos también destacan la importancia de generar espacios seguros y accesibles para fomentar el encuentro, el ocio y la vida comunitaria. La tecnología puede jugar un papel clave, pero siempre que se implemente de forma inclusiva y con acompañamiento.

¿Qué se puede hacer? El papel de la sociedad y las instituciones

Para revertir esta situación, es fundamental un compromiso institucional firme que priorice políticas de inclusión social real. Esto implica no solo mejorar la accesibilidad, sino también promover la participación activa de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la vida: desde el empleo y la educación, hasta la cultura y el deporte.

Las campañas de sensibilización, la formación en empatía y el fortalecimiento del tejido asociativo también son elementos esenciales. Solo una sociedad que valore la diversidad y actúe con empatía puede hacer frente al reto de la soledad no deseada.

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