Los asesinatos de dos periodistas españoles en Burkina Faso muestran la peor cara de la realidad

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30/04/2021 - 12:05
El avión con los cuerpos de los reporteros españoles asesinados en Burkina Faso llega a Torrejón de Ardoz / Servimedia

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Un avión T22 (Airbus A310) del Ejército del Aire, que salió ayer a las diez de la noche enviado por el Gobierno a Burkina Faso para repatriar los cuerpos de los periodistas españoles David Beriaín y Roberto Fraile, además del activista medioambiental irlandés Rory Young, ha aterrizado este viernes en la Base de Torrejón de Ardoz (Madrid).

Los periodistas españoles - y un ciudadano irlandés que viajaba con ellos- que estaban desaparecidos desde este lunes en Burkina Faso murieron después de que el convoy en el que viajaban por el este del país sufriera el ataque de un grupo armado.

El ataque se produjo sobre las nueve de la mañana del lunes en la carretera que une Fada N’Gourma y Pama. Los reporteros habían acudido a esta zona, próxima al parque nacional de Arli, para rodar un documental sobre la lucha de las autoridades burkinesas contra la caza furtiva. El convoy, integrado por dos vehículos tipo pick-up y unas 20 motocicletas en los que viajaban periodistas, agentes medioambientales y una escolta militar de seguridad, partió por la mañana de la localidad de Natiaboani y se detuvo en el kilómetro 60. Los españoles desaparecidos habían descendido de una de las pick-ups y manipulaban un dron para tomar fotografías aéreas cuando comenzó el ataque.

El Gobierno otorgará la Medalla al Mérito Civil a los dos periodistas asesinados cuando realizaban un reportaje sobre la caza ilegal en Burkina Faso

A pesar de la reivindicación del atentado por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes(JNIM), creado en 2017 a partir de una fusión de distintos grupúsculos islamistas, las circunstancias en las que se produjo el mismo aún no han sido esclarecidas, y la titular de Exteriores confío en que las autoridades de Burkina Faso faciliten más información sobre el ataque antes de ofrecerla a la opinión pública.

David Beriáin (Artajona, 1977) era uno de los periodistas de investigación español más reconocido internacionalmente. Miembro de la Asociación de Periodistas de Navarra y de la FAPE, su trayectoria abarcó, entre otros, los conflictos en Afganistán, Sudán, Congo, Libia o en diversos países sudamericanos, sobre todo Colombia, donde logró exclusivas con entrevistas a los líderes de las FARC, así como su documental 'Amazonas clandestino', que fue considerado como uno de los mejores documentales del mundo, según la Real Screen Award.

El fotorreportero Roberto Fraile (Baracaldo, 1974), reportero gráfico que acompañaba a Beriáin, tenía también una dilatada experiencia en la escena internacional. Vivía en Salamanca y tenía dos hijos.

En el suceso también falleció Tory Young, otro periodista irlandés que pertenecía a una ONG instalada en Burkina Faso y les servía de 'fixer' (guía y productor de zona).

En mitad del ruido, emerge la realidad con su peor cara

Los asesinatos de estos periodistas, David Beriain, Roberto Fraile y Tory Young, en un rincón perdido de este mundo se convierten en un temblor en la conciencia. Repentino y sobrecogedor.

Caídos trabajando, abatidos en una emboscada del mal contra el bien. Porque a veces la historia más grande está en el lugar más pequeño. Que no se nos olvide que en los detalles y entre líneas hay más verdad escondida que en ninguna otra parte. El ruido de la campaña electoral en España se apaga de golpe cuando se pone en valor un oficio que avanza renqueante desde que los algoritmos tienen mando en plaza dentro de las redacciones.

Vocación, adiestramiento, oficio y mucho amor a la verdad. Beriain decía que tenía miedo, pero a diferencia de todos aquellos que nos llamamos periodistas lo disimulaba como para arrimarse al peligro y hacerle preguntas. Un ejemplo de vida.

Descansen en paz aquellos a quienes admiramos por ser mejores que nosotros. A profesionales como ellos debemos que la sociedad occidental conozca la cruda realidad que se esconde en muchas partes del planeta. Que se escondía, mejor dicho, hasta que el arrojo de periodistas como los ahora asesinados la ponían delante de nuestros ojos.

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