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Después de meses enfrentando las condiciones más hostiles en rincones remotos como Islandia, Canadá, Finlandia, Groenlandia y la Patagonia, Bego Alday se encuentra en la fase final de preparación para una aventura inédita. Esta atleta y capitana de la marina mercante, nacida en Vitoria en 1996 y actualmente estudiante de un Máster en Estudios Feministas y de Género, está a punto de emprender una travesía decisiva: viajar hasta la Antártida para realizar un triatlón de distancia Ironman, renombrado por ella como Ironhuman.
Bajo el nombre de Ironhuman, Bego propone no solo una proeza física, sino también una reflexión profunda sobre la construcción de género en el deporte. En sus palabras, cuanto más exigente y extremo es el entorno, más difícil resulta para las mujeres y personas no normativas participar. Alday no busca proclamarse vencedora en una batalla de empoderamiento femenino ni demostrar que "también puede hacerlo por ser chica", sino abrir espacios de diálogo sobre quién puede imaginarse y estar presente en escenarios tradicionalmente masculinos.
Ironhuman: deporte y relato transformador
El proyecto Ironhuman tiene dos dimensiones: la deportiva y la audiovisual. El reto consiste en recorrer aproximadamente 3,8 kilómetros a nado, 180 kilómetros en bicicleta y terminar con 42,195 kilómetros en carrera a pie, todo ello bajo las condiciones extremas de la Antártida, con temperaturas que pueden superar los 30 grados bajo cero, sobre hielo y expuesta a vientos impredecibles. Se estima que el esfuerzo requerirá unas 30 horas ininterrumpidas.
Simultáneamente, el viaje servirá para grabar un documental que pretende reinventar la épica deportiva dando voz a cuerpos e historias poco habituales: “El poder del lenguaje nos condiciona mucho. Solo con escuchar Ironman ya sabemos que es algo durísimo. Quiero aprovechar ese poder para narrar historias diferentes”, explica Alday, señalando cómo su trayectoria profesional se ha construido en espacios fundamentalmente masculinos, tanto en la marina mercante como en su experiencia militar.
Bego observa cómo la falta de referentes y relatos ha excluido de forma simbólica a mujeres y disidencias, no por falta de capacidad física, sino porque nunca se ha narrado su presencia en entornos como el Ironhuman. “La heroicidad no está en lo que hago, sino en que se me ocurre hacerlo”, reflexiona. Menciona que mientras los hombres suelen sentirse seguros de forma natural al enfrentar estos desafíos, quienes han sido socializadas como mujeres o fuera de la norma suelen dar el paso solo tras repetir la preparación una y otra vez hasta la perfección.
Resulta paradójico que, aunque la participación femenina en deportes extremos descienda a medida que los retos son más arduos, el índice de éxito entre ellas aumenta notablemente. El documental busca poner sobre la mesa no solo obstáculos explícitos, sino también barreras mucho más sutiles, aquellas que empujan y moldean los caminos posibles para cada identidad.
Las pocas veces que mujeres y disidencias aparecen en relatos de deportes extremos como el triatlón Ironhuman, lo hacen bajo argumentos pensados para otros protagonistas, enfrentando pruebas para demostrar una capacidad “igual que la de los hombres”. “No nos han cedido sus asientos; en vez de eso, nos han puesto sillas nuevas y definido cómo y dónde debemos sentarnos”, critica Alday.
Su intención es transformar la forma de contar estas historias, usando su altavoz (más de medio millón de seguidores en redes sociales, incluyendo un público masculino considerable) para abrir debates y generar una reflexión profunda. “No solo quiero hablarle a quien ya está convencida, sino convencer a quienes jamás se han planteado estas preguntas”, añade, esperando que el documental sea la puerta de entrada a nuevas conversaciones sobre género y deporte.
Entrenamiento en condiciones extremas
Todo el año 2025 ha sido de preparación para Alday, reuniendo experiencia en lugares fríos para simular, en lo posible, lo que le espera en la Antártida. A través de entrenamientos en nieve, aguas gélidas y largos recorridos con pies entumecidos, la atleta ha pulido su técnica y adaptado su cuerpo. Incluso menciona dificultades cotidianas como aprender a usar pedales atados en bicicleta, caídas constantes y el reto de ganar peso pese a los intensos entrenos, explicando que cada kilo extra puede ser vital para afrontar más de treinta horas de esfuerzo en un entorno donde el frío consume energía a gran velocidad.
No es solo la hazaña física la que pone a prueba al equipo de Alday, sino también la búsqueda de los 50.000 euros necesarios para el viaje y el documental. La logística marítima y los costes del barco suponen el principal reto financiero, por lo que han lanzado una campaña de crowdfunding que involucra directamente a la comunidad: entre quienes colaboren económicamente se sorteará una plaza para acompañar al equipo en el velero, espacio que compartirá con la capitana, personal técnico y de producción. Eso sí, la participación requiere ciertos requisitos médicos y de seguro, y la coordinación será breve, pues el sorteo está programado para el 15 de noviembre y la partida para el 5 de diciembre.
Un proyecto que cuestiona, inspira y transforma
La apuesta de Alday va más allá del deporte: es una forma de visibilizar y resignificar las historias y los límites de género, desafiando narrativas establecidas y mostrando que lo extraordinario está en atreverse a imaginar y cambiar los espacios. Ironhuman no pretende ser solo una gesta atlética; busca resonar y provocar preguntas que permitan construir un imaginario deportivo más plural y justo.
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